Los Homo antecessor, especie humana que pobló Atapuerca (Burgos) hace 800.000 años, ya no poseían un cuerpo adaptado a trepar árboles con facilidad, según ha develado un estudio reciente de un equipo liderado por José María Bermúdez de Castro, coordinador de Paleobiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).
El estudio, publicado en la revista «Journal of Human Evolution», se basa en dos escápulas de Homo antecessor halladas durante las campañas de excavación de 2005, 2006 y 2007, que pertenecieron a un individuo de unos tres años y a un menor de sexo desconocido de edad equivalente a la de un adolescente actual, de las que se ha podido determinar que el esqueleto de Homo antecesor era parecido al de un homínido marchador habitual.
Los dos ejemplares abren un nuevo camino para conocer la forma de los omóplatos o escápulas y las características de este hueso de la espalda de esta especie, aunque aún hay otra investigación en curso para averiguar si su crecimiento seguía las mismas pautas que las de Homo sapiens.
Hipótesis sobre las escápulas
Además, el estudio plantea la hipótesis de que una de las características de la escápula pueda informar sobre la posibilidad de arrojar o no objetos a larga distancia.
Si esa hipótesis fuera correcta, Homo antecessor habría sido incapaz de arrojar piedras y otros objetos con relativa precisión, aunque, puesto que apenas hay escápulas en el registro fósil, la pregunta queda aún en el aire.
En el registro fósil de homínidos solo existen cuatro ejemplares completos de esta parte anatómica del esqueleto en el período que transcurre entre hace seis millones de años y 100.000 años. El resto de escápulas de todo este largo período están incompletas y solo proporcionan información parcial.
Ambas escápulas de Atapuerca han podido ser comparadas con los otros dos ejemplares completos: un ejemplar de la especie Australopithecus afarensis (La niña de Dikika, Etiopía), con una antigüedad de algo más de tres millones de años; y el ejemplar del esqueleto KNM-WT 15000 (El Chico de Turkana), atribuido a Homo ergaster, datado en 1,6 millones de años.
De hecho, el 50 por ciento de todas las escápulas del registro del Plioceno y del Pleistoceno se han encontrado en el nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina de Atapuerca, lo que sugiere de manera indirecta las características de la ocupación humana de este nivel.
Las escápulas son huesos delicados y se rompen con gran facilidad tras la muerte de los individuos, especialmente en niños y jóvenes, por lo que en el nivel TD6 de Gran Dolina tuvieron que existir uno o más campamentos de duración indeterminada, en los que se llevaran a cabo eventos de canibalismo, como así evidencian las marcas de corte de los huesos humanos hallados.
Los restos quedaron prácticamente en la misma posición en la que fueron dejados hace más de 800.000 años, algo determinante en el estudio arqueológico.
Debido a la fragilidad de estos restos, la labor de restauración llevada a cabo en el Instituto de Ecologìa Humana i Evolució Social (IPHES) de Tarragona por Lucía López-Polín, co-autora del estudio, ha sido lenta y minuciosa.
De hecho una de las escápulas es tan frágil, que no ha podido ser extraída del bloque de arcilla calcificada en el que se encontraba y la extracción se ha tenido que realizar de manera virtual por el Laboratorio de Microscopía y Microtomografía Computerizada del CENIEH, informa Efe.