|
Vd. se encuentra en: Fundación Villalar |
FUNDACIÓN VILLALAR DE CASTILLA Y LEÓN |
MENÚDE CONTENIDO
18-01-22 - El cuadro de los Comuneros que duerme en los almacenes del Prado y recobrará vida en Valladolid
La Fundación de Castilla y León alcanza un acuerdo con la pinacoteca para restaurar un enorme óleo de 1887 y exhibirlo en el vestíbulo de las Cortes.
VÍCTOR VELA
El cuadro 'Salida de los Comuneros de Valladolid', que Juan Planella pintó en 1887. / EL NORTE |
«Hasta el pasado mes de noviembre, se podría decir –sin apenas dudas– que ninguna persona viva había visto este cuadro al completo», explica Juan Zapatero, director de la Fundación de Castilla y León. La única imagen pública que se tiene en la actualidad de esta gigantesca pintura (453x748 centímetros) es una fotografía en blanco y negro, de no muy buena calidad, que ilustra catálogos históricos y blogs en Internet. Ni siquiera el Museo del Prado, en cuyos depósitos (cuidadosamente enrulado) se conserva el lienzo, dispone de una imagen digitalizada de la obra. Muy pocos ojos la han visto. No hay una imagen pública que permita hacernos idea de los colores de este óleo que está a punto de cumplir 135 años. Pero esto va a cambiar en los próximos meses.
La Fundación de Castilla y León ha iniciado los trámites para emprender la recuperación de 'Salida de los Comuneros de Valladolid', el cuadro que el barcelonés Juan Planella pintó en el año 1887 y que, después de un periplo por depósitos y almacenes de instituciones culturales de Barcelona y Madrid, afrontará un proceso de restauración, en vivo, que podrá seguirse en el vestíbulo de las Cortes de Castilla y León donde, una vez completada la recuperación de la obra, se instalará, después de firmar un acuerdo de depósito con el Museo del Prado.
De este modo, la obra –que narra un momento cumbre de la Guerra de las Comunidades– encontrará por fin, décadas después, un espacio para su exposición y para el disfrute del público, lejos de los almacenes donde hasta ahora ha permanecido recluido.
«Sabíamos de su existencia, claro. Pero no del estado en el que se encontraba», reconoce Zapatero. La Fundación de Castilla y León solicitó hace meses al Museo del Prado la cesión de este cuadro para su exhibición el año pasado en la muestra 'Comuneros, 500 años'. El delicado estado en el que se encuentra frustró cualquier movimiento en este sentido.
Pero desde el museo estatal lanzaron una propuesta: un convenio por el cual Castilla y León se encargaría de la restauración del lienzo (con el asesoramiento y supervisión gratuita por parte de profesionales del Museo del Prado) a cambio de un acuerdo para el depósito de la obra en el vestíbulo de las Cortes regionales.
«En un primer momento pensamos en que un pintor actual podría hacer una reinterpretación del cuadro», cuenta Zapatero . La Fundación de Castilla y León también manejó la posibilidad (e incluso visitó al artista en su estudio) de encargar al famoso pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau una obra que hiciera referencia a la revuelta comunera. Finalmente, se ha optado por la restauración de este cuadro de Planella. «Es la forma de darle una oportunidad que, si no es ahora, no va a tener nunca. Es posible que si no acometemos en este momento su restauración, el cuadro acabe tan deteriorado que sea irrecuperable». Y el lienzo tiene un indudable valor histórico.
La obra muestra al ejército comunero, a caballo, con banderas y lanzas, cuando sale de Valladolid camino del campo de batalla. A la cabeza de la comitiva figuran Juan de Padilla y Antonio de Acuña, obispo de Zamora.
Juan Planella (1850-1910), pintor, poeta, filósofo y acuarelista, participó con esta obra en la Exposición Nacional de Bellas Artes del año 1887, donde obtuvo una mención («medalla de segunda clase»). Este reconocimiento animó al Estado a hacerse con el cuadro. Pagó por él 4.000 pesetas (24 euros) de la época, según recoge la real orden del 14 de noviembre de 1887, que preveía como destino el Museo del Prado. Sin embargo, en una nueva orden de cuatro días después, el 18 de noviembre, consignaba su depósito en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona.
No muy buenas críticas en revistas de la época
A pesar del segundo premio en aquella exposición de 1887, el cuadro 'Salida de los comuneros de Valladolid' no terminó de contentar a la crítica. La revista 'La ilustración española y americana' (puede consultarse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)publicó, el 15 de junio de 1887, en su número 22, una reseña sobre la obra:«Nadie presumirá saber el destino aciago de los comuneros por la expresión de sus rostros; el cuadro no tiene otra intención que la pintura de un grupo de guerreros a caballo. Parece un tapiz, ni más ni menos. (…) Solo hay dos figuras importantes, la de Padilla y la del obispo de Zamora, pero las dos son infelices», decía.
El periplo del cuadro no terminó aquí. En 1906 pasó al Ayuntamiento de Barcelona y de allí, en fecha desconocida, al Museo de Arte de Cataluña. En sus instalaciones encontró clausura hasta que se levantó definitivamente su depósito por una orden ministerial del 15 de diciembre de 1986 . Y entonces, en 1987, regresó al Museo del Prado, que lo custodia en sus almacenes. La mayor pinacoteca estatal tiene entre sus fondos otro cuadro de este autor, discípulo de Claudio Lorenzale y Ramón Martí Alsina. Se trata de 'La vendimia', un óleo pintado seis años antes (en 1881) que está en depósito en el Museo de Bellas Artes de Murcia.
Con este acuerdo, Castilla y León quiere recuperar la obra de un artista que, según lo definen en el Museo del Prado, «se caracteriza por la corrección del dibujo y la gran expresividad de sus figuras». Presentó además sus obras en exposiciones universales de Berlín (1891), Chicago (1893) y Múnich (1894), y residió durante diez años en Italia, como explican desde la Real Academia de la Historia, que lo califica como «un fiel representante del realismo costumbrista, aunque también se especializó en pintura de historia y destacó, asimismo, como retratista».
El pasado mes de diciembre, el director de la Fundación de Castilla y León se entrevistó en Madrid con el jefe del taller de restauración del Museo del Prado y el conservador de pintura del siglo XIX de la institución. Allí, desplegaron el enorme lienzo («hay pisos con menos metros cuadrados») y comprobaron que se encuentra en un estado «bastante deteriorado». Cubierto con papel de seda japonés, en varias franjas del lienzo presenta problemas por haber estado (antes de su llegada a El Prado) en contacto con zonas de humedad.
Una vez mantenida esta reunión con la pinacoteca, está previsto un encuentro con el Instituto de Restauración de Simancas para establecer el pliego técnico que permita cuantificar el desembolso necesario para la restauración y fijar la contratación del proceso. La idea es que el lienzo llegue desde Madrid en febrero, que se comience a trabajar en el vestíbulo de las Cortes a continuación (el público podrá presencial esta labor) y que a finales de 2022 (la previsión son nueve meses de trabajo) la obra cuelgue en el 'hall' del Parlamento regional para su contemplación, en perfecto estado, 135 años después de que Planella pintara a los comuneros en su salida de Valladolid.
23-08-22 - ¿Quiénes eran los Comuneros de Castilla?
written by Casa Real de España
El 24 de abril de 1521, en Villar, conocida hoy como Villalar de los Comuneros, se cierra uno de los capítulos de la historia de España que cambiarán el curso de la misma. Hacía 4 años que el futuro Emperador Carlos I se había nombrado Rey de Castilla, estando aun viva su madre la Reina Titular de Castillla Juana I de Trastámara, lo que hizo recelar desde un primer momento a la nobleza castellana. Cabe recordar, que en los Reinos de España, las Cortes eran quienes ostentaban el poder Real y los Reyes tenían que pedir autorización a las mismas para prácticamente todo. A pesar de que sus abuelos, los Reyes Católicos Isabel y Fernando, habían conseguido disminuir el poder de la nobleza y las ciudades, estos aun mantenían grandes parcelas de poder. Castilla iba a sufrir, como ninguna otra parte de España, las guerras de Carlos y sus aspiraciones imperiales, que supusieron un enorme agujero económico en las arcas de este Reino.
La llegada de Carlos a Castilla fue tomada como un Golpe de Estado. A esto se sumó que el Rey Carlos no hablaba español cuando llego a sus Reinos y que trajo consigo un sinfín de nobles y clérigos de Flandes a la Corte. El Rey Carlos solicitó dinero a las Cortes para sus guerras en Europa, a lo que las mismas se opusieron en un primer momento. Estas consiguieron la promesa de que no se usaría dinero de Castilla para menesteres fuera del Reino y que no daría cargos en la Corte a extranjeros. Tal promesa del futuro emperador no se cumplió y Carlos consiguió 400.000 ducados que se llevó a Frankfurt, gracias al voto favorable de los representantes de las ciudades, a pesar de la prohibición de estas a ese sentido de voto, dejando como regente del Reino a Adriano de Utrecht. Todo esto, sumado a la ocupación que hicieron los Flamencos de los puestos que, por derecho, correspondía a los castellanos, hacían que el germen de la rebelión estuviera naciendo.
Pero, ¿Quiénes eran los Comuneros de Castilla? El imaginario popular ha hecho a Juan Bravo, Juan Padilla y Francisco Maldonado héroes populares, incluso se tomó como propia una supuesta bandera castellana morada, usada igualmente por el régimen impuesto en el año 31, que cometió uno más de los errores históricos que hemos arrastrado hasta nuestros tiempos. Jamás existieron pendones morados en Castilla, ya que el color de sus banderas era carmesí, que posiblemente con el paso del tiempo, quedarían en una tonalidad parecida al morado.
Juan Padilla
Nació en Toledo un 10 de noviembre de 1490, en una de las familias Hidalgas de la ciudad, que ostentaba el cargo de Capitanes de la misma. Casado con María Pacheco, miembro de la muy Noble familia de los Mendoza, al fallecer su padre se hizo cargo de la Capitanía de Toledo. El germen de la revuelta en Juan Padilla, es posible que se diera por la negativa del Rey Carlos a concederle uno de los cargos que, por herencia, creía tener derecho a ostentar. María Pacheco tuvo gran parte de culpa en este empuje revolucionario, debido a que su marido era de inferior rango a ella y no quería perder más posiciones en el escalafón social. En las Cortes celebradas en 1520, fue uno de los que se opuso a la concesión que el Rey había solicitado de dinero para financiar sus campañas en Europa. A pesar de los motivos personales que pudiera tener Juan Padilla, bien es cierto que Castilla no atravesaba una época económicamente boyante, y las peticiones del nuevo Rey, extranjero para todos ellos, más la ocupación que hicieron de los cargos de la corte los nobles venidos de Flandes, hicieron estallar la chispa.
Juan Bravo
Perteneciente a una de las familias de la baja nobleza, Bravo nació en Atienza, Guadalajara, donde su padre era el Alcaide de la Fortaleza. Su madre, era María de Mendoza, por lo que era primo de María Pacheco, la esposa de Juan Padilla. Se casó con Catalina del Rio y por ello entró a formar parte del patriarcado de la Ciudad de Segovia. Juan Bravo quedó viudo y caso por segunda vez con María Coronel, hija de un rico converso que era regidor de Segovia.
Tras la noticia de la “traición” del procurador a cortes Rodrigo de Tordesillas, este fue ahorcado y los sublevados se hicieron con la ciudad, siendo Juan Bravo quien organizara militarmente la misma.
Francisco Maldonado
Señor de pequeño consejo del Maderal, en Zamora, nació en Salamanca en 1480. Recibía un tributo en dinero, especies y trabajo, teniendo la facultad de nombrar justicia y al escribano, daba el visto bueno a las ordenanzas y proponía al beneficiario de la iglesia. Las motivaciones de Maldonado para entrar en guerra contra Carlos venían de mucho más atrás. Los Reyes Católicos dieron el derecho a los concejos de defender sus derechos ante los tribunales en detrimento de los Señores.
Francisco Maldonado fue el encargado, junto a su primero Pedro Maldonado, de dirigir la milicia Salmantina.
El inicio de la Revuelta
El levantamiento de la ciudad de Segovia, con el asesinado de su procurador (representante en cortes en junio de 1520) fue seguido por revueltas en Toledo, León, Cuenca, Guadalajara, Salamanca, Palencia y Zamora. Incitados, la violencia de los ciudadanos es dirigida contra los recaudadores de impuestos, las autoridades locales y el Poder Real. En Burgos se ocupan fortalezas y la casa de ciertos nobles, huyendo las autoridades; en Guadalajara los procuradores son expulsados de sus casas y estas reducidas a cenizas; en Toledo se ocupa el Alcázar. Expulsados los procuradores, los ciudadanos nombran a sus propios delegados.
El Rey Carlos nombró a Adriano de Utrecht que tomara las medidas para sofocar la rebelión. Adriano pensó en dar un castigo ejemplar a Segovia, queriendo con ello que las demás ciudades se retractaran de su violenta insurrección. Igualmente, Tordesillas debía ser puesta bajo el control Real, ya que allí vivía la Reina Juana, a la que los conjurados se dirigieron con la esperanza que esta tomara el Trono, del que era titular.
En Medina del Campo se encontraba la artillería y las tropas Imperiales se dirigieron hasta allá para tomarla, pero los ciudadanos se negaron a su entrega, por lo que los soldados incendiaron la ciudad. Este hecho, extendió la revuelta por todo el Valle del Duero y resonó por toda Castilla.
Padilla formaba parte activa del levantamiento desde Toledo. Desde allí acudió con las milicias en auxilio de Segovia, y junto a Juan Bravo, regidor de la Ciudad, las de Salamanca con los Maldonado, los Guzmán en León y el Obispo de Zamora Antonio Acuña, combatieron a las tropas Imperiales. El 29 de junio de 1520, en Avila, se constituyó la Junta de comuneros, de la que fue nombrado Capitán General Juan Padilla. Desde allí partieron a Tordesillas a ver a la Reina Juana, pero no consiguieron un apoyo explícito a su causa, pero si les dijo: «Avisadme de todo y castigad a los malos, que en verdad os tengo mucha obligación.»
Adriano cambió la estrategia a seguir. En lugar de un enfrentamiento a campo abierto, algo que sabía tenía perdido de ante mano, optó por dividir a Castilla. Se atrajo a su causa a la Alta Nobleza y a los comerciantes más pudientes, y procuró igualmente llevar a su causa a varias de las ciudades. Pero esto tendría un precio, que sería la concesión de algunas demandas Comuneras y nombró a dos nobles castellanos para ejercer de virreyes junto al de Utrecht.
Esto sirvió para que Burgos, cabeza de Castilla, se desvinculara de la Junta. La estrategia de quien sería el futuro Papa Adriano estaba dando sus frutos.
La rivalidad entre los Comuneros provocaron la sustitución de Padilla por Pedro Girón, pero este se pasa al banco Imperial y Juan Padilla debe volver a Valladolid con un ejército Toledano. El movimiento comunero, que había sido empezado por los señores, comerciantes y baja nobleza, se estaba convirtiendo en una revuelta popular cargada de violencia, por lo que las ciudades y los grandes señores fueron acercándose al bando del Rey Carlos.
El final de los Comuneros
Ante la negativa de Juana de aceptar la propuesta comunera y recuperar el trono en el que su hijo Carlos se había sentado, los Comuneros pensaron en una negociación con el bando Imperialista. Pero la mecha estaba demasiado prendida como para apagarla y fue imposible detener a los habitantes de las ciudades que, con inusitada violencia, habían tomado como suya la rebelión de los nobles. Por ello, la gran mayoría fue pasándose al bando del Rey Carlos.
Da comienzo la verdadera guerra. El ejército imperial tomó Burgos y Tordesillas, donde se encontraba la Reina Juana, y se lanzaron contra Torrelobatón donde se encontraban los Comuneros. Padilla tuvo que abandonar el castillo y se quiso refugiar en Toro, pero no llego a tiempo. El 23 de abril, el ejército de los Imperiales les alcanza en Villalar. La derrota fue sin contemplaciones ya que no dio tiempo al ejército comunero a organizarse y los Imperiales cayeron sobre ellos. A las pocas horas de empezar, el Conde de Haro proclamaba la Victoria del Rey Carlos.
Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron hechos prisioneros y ajusticiados el 24 de abril de 1521. Los restos mortales de Juan Padilla jamás volvieron a Toledo, seguramente como venganza del Rey por la persistencia de la ciudad Toledana en la revuelta que aun unos meses más y que dirigió Maria Pacheco, esposa de Padilla.
La noticia de la ejecución de los cabecillas de la revuelta, llegó rápidamente a las ciudades levantadas que fueron rindiéndose una por una, exceptuando Toledo. En julio de 1522, Carlos I establece su corte en Palencia, con lo que se intensificó la persecución contra los antiguos comuneros, hasta que en Valladolid, el 1 de noviembre de 1522, el Rey promulgó el Perdón General, donde se amnistía a 293 comuneros exceptuando una sola persona, Maria Pacheco, que murió en Portugal.