04-01-24 - La lengua que lleva y trae la trashumancia.
La lengua leonesa de ida y vuelta tuvo en la trashumancia la cómplice perfecta. Un exhaustivo trabajo de Miguel Hernández Paniagua, profesor de la escuela de adultos Bernal Díaz del Castillo, en Medina del Campo, aborda el dialectismo y su extensión desde lo popular también a lo cultural.
PACHO RODRÍGUEZ
Más viva que nunca la lengua leonesa habitó en la trashumancia sirviendo de hilo conductor y comunicador desde las montañas de León a Salamanca. Miguel Hernández Paniagua, profesor de la escuela de adultos Bernal Díaz del Castillo, en Medina del Campo, ofrece una panorámica espectacular del devenir del dialectismo leonés un trabajo de enjundia. Se llama La influencia de la trashumancia en el dialectalismo leonés de la provincia de Salamanca. Ha sido publicado en la revista Estudios Humanísticos, de la Universidad de León, y el recorrido no es único puesto que aborda el desarrollo de la lengua desde lo popular a lo culto, o cómo alcanza a lo literario en figuras incontestables como Juan del Enzina.
Este apartado es singularísimo, puesto como señala el profesor Hernández, que extiende estas circunstancias a Lucas Fernández, «en su Farsa o cuasi comedia, nos encontramos con muchos arcaísmos, y esto es una constante que debió darse en ese clima de mantenimiento de usos ajenos al castellano triunfador en el siglo XV: la mezcla entre los arcaísmos y los rasgos más ligados a la tierra, en relación al dialecto astur-leonés. Hay una abundante palatización, como en llacerado o ñunca. El vocabulario de esta obra nos enseña ejemplos como debrocado, además del vocablo sustancial zagal, tan ligado al pastoreo. Debrocarse empleó, en ejemplos recogidos del siglo XX; en Asturias, León, Salamanca y Las Hurdes, y en la obra tiene un significado metafórico ligado al abatimiento», relata. Y demuestra por tanto cómo coincide con el área de influencia de la trashumancia.
En el caso de Juan del Encina, para Miguel Hernández Paniagua se da una palatización de fonemas como /l/ o /n/, en posición inicial. Se da por ejemplo en el Aucto del Repelón, en casos como ño o como llabrancia.
Sin propósito cómico
El trabajo publicado por la Universidad de León advierte además que los leonesismos no se emplean con un propósito cómico, porque los pastores argumentan sentimientos nobles, salvo en los autos en los que ha sido más relevante esa faceta.
«Más bien hay un propósito de querer poner de manifiesto la ternura en ese rincón ficticio, con un lenguaje apartado de lo convencional. Los autores cultos no distinguían unos parámetros geográficos, solo se interesaron por unas particularidades procedentes de una parcela mítica desde el punto de vista urbano, de alguna forma (Encina, 1893).Hay otras cuestiones de interés. No se encuentran formas de /e/ y /o/ breves latinas sin diptongo, algo que sí podía verse en un estadio del dialecto primitivo, contando con una vacilación, y esto nos hace pensar en que la recogida de fenómenos fue contemporánea, y también espontánea», remarca Hernández Paniagua.