Villa histórica,
monumental, escultórica y paisajística
¡Villa
de las Ferias
11-08-17 - Maravedíes, letrados y reyes católicos.
Henry Mejía Oviedo
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Henry Mejía Oviedo |
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Una queja constante alrededor de la educación en República Dominicana se dirige hacia la forma aburrida en que se imparten las materias por parte de muchos profesores y maestros, quienes simplemente entregan formularios y apuestan por la memoria de un muy reducido número de personajes y hechos históricos relevantes.
La enseñanza de la historia no tiene que ser aburrida, sino motivo de curiosidad y estímulo al pensamiento propio y la creatividad. No se trata de enseñar a memorizar, lo cual dicho sea de paso es un absurdo semejante a enseñar a respirar, sino de enseñar a pensar con independencia y espíritu indagador.
Imaginen que un buen profesor de historia, de esos que no recita lecciones, sino que apuesta por cultivar la inteligencia de sus alumnos, lleva al aula el libro Cedulario de la Isla de Santo Domingo, volumen II, 1501-1509, referido al gobierno de Nicolás de Ovando, compilación de Fray Vicente Rubio, O.P, con prólogo de Raymundo González, publicado por el Archivo General de la Nación en el año 2013. Imaginemos que, ante la mirada curiosa de sus alumnos abra el tomo en la página 278 y seleccione para leer en el aula la Real Cédula número 441, emitida en Medina del Campo, por los Reyes Católicos, con fecha 22 de octubre de 1504.
El contenido del documento es muy concreto. Por ese medio los Reyes Católicos ordenan a Ovando, “gobernador de la isla y tierra firme del mar Océano”, que pague de los fondos pertenecientes al reino la cantidad de 50,000 maravedíes anuales, durante el tiempo que sirviese en esos parajes el “letrado de justicia” que les ha sido solicitado.
Dicho así, no da para mucho más el dato aportado, pero el buen profesor de historia al que nos referimos marcará la diferencia y pondrá a pensar a sus alumnos con las siguientes preguntas: ¿Se trataba de un buen salario? ¿Qué era un maravedí y a cuántos euros equivaldría hoy? ¿Pagaban bien o mal los Reyes Católicos a quienes enviaban a representar sus intereses tan lejos y en medio de tantos peligros?
Buscado los datos requeridos, para lo cual podrían apoyarse los estudiantes en Internet y otros libros, incluyendo el ya citado, los resultados serían asombrosos, de enorme actualidad y asombrosos:
Un maravedí fue una antigua moneda de cobre española, usada entre los siglos XII y XIX, que fue también empleada como unidad de medida. Tuvo curso legal, en la Edad Moderna, desde los tiempos de los Reyes Católico, hasta el reinado de Isabel Segunda. Fue sustituido por el céntimo del real, con la equivalencia de 17 maravedíes, 50 céntimos de escudo.
Según estudios realizados, la posesión entonces de 5,000 maravedíes ubicaba a una persona de la época de Ovando entre lo que sería alguien de clase media baja. La posesión de más de 20,000 maravedíes, significaría la pertenencia a la clase media alta, lo que permitiría la dispensa de tener en casa una ballesta de acero, una espingarda con 150 pelotas o proyectiles, y 20 libras de pólvora.
De acuerdo a los valores de 1480, un maravedí sería hoy el equivalente de 16 euros, por lo tanto, el salario anual del letrado solicitado por Ovando sería de $800,000 euros, o RD$43, 568, 000, mucho dinero para una época y en unas condiciones donde existía la esclavitud y la servidumbre.
¿Se motivarían o no nuestros alumnos a buscar y comentar estos datos? Ese es el tipo de enseñanza que necesitamos.
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16-08-17 - La feria de Medina del Campo: la 'bolsa' española del siglo XV conocida en toda Europa
La localidad vallisoletana tuvo en la Edad Media la feria comercial y financiera más importante del continente hasta que las bancarrotas de Felipe II acabaron con ella
Este agosto infoLibre recupera personajes y acontecimientos que, desde la sombra, han marcado la historia de España
José Carlos Huerta
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Caja de cambista con balanza y dinerales (1643-58). Fundación Museo de las Ferias |
En 1491, los Reyes Católicos otorgan a la feria de Medina del Campo (Valladolid) la consideración de "Feria General del Reino", situándola en el más alto nivel de las ferias españolas, por encima incluso de la de Valladolid. Inicialmente, las ferias medievales eran puntos de encuentro e intercambio para mercaderes de la zona, a las que se solía conceder privilegios en forma de exenciones fiscales. Con el paso de los siglos, algunas de ellas se convirtieron en una suerte de mercados nacionales o, como el caso de la Medina, internacionales.
Que una feria española (castellana por aquel entonces), se convirtiera en un centro neurálgico comercial para toda Europa no debe tomarse a la ligera, y es que los intercambios financieros de todo el continente pasarían por Medina, con préstamos millonarios incluso a la propia Corona española.
Durante siglos, la economía medieval castellana seguía un modelo señorial de subsistencia y basado en la agricultura y la ganadería, y cuando se comerciaba había un producto estrella: la lana. De hecho, la feria de Medina dio sus primeros pasos como mercado lanar. Fernando de Antequera (posteriormente Fernando I de Aragón) la fundó en 1404-1405, tras haber probado con una feria en Cuéllar (Segovia) 15 años antes. En los inicios, la feria de Medina del Campo tuvo que competir con la ya establecida feria de Valladolid, sede parcial de la Corte en la época, a la que desbancó en menos de un siglo
Empezaría como una feria convencional, atrayendo productos de toda la Península Ibérica por su posición clave cercana a Valladolid, en el centro de la ruta entre Toledo, Burgos y los puertos comerciales más importantes del norte de la Península. En menos de 50 años ya se convierte en una feria con presencia de comerciantes internacionales, como señala el cronista de la época Gonzalo Chacón: en Medina solían concurrir "grandes tropeles de gentes de diversas naciones".
Además de su posición estretégica en las rutas comerciales, Medina del Campo tenía una particularidad: era señorío de Fernando de Antequera (y sus descendientes), por lo que pertenecía directamente a la Corona. Ese es uno de los principales motivos del apoyo real a la feria: que el dinero que pasaba por Medina no fuera controlado por un noble o una ciudad libre que podía volverse contra los monarcas en cualquier momento.
Cómo funcionaba la feria
La feria de Medina del Campo se celebraba dos veces al año, en mayo y en octubre, y cada una de sus ediciones tenía 50 días de duración. Como hemos mencionado, en un primer momento el producto estrella es la lana, aunque no tardaría en diversificarse: textiles (que durante una larga temporada supusieron el 80% de los tratos), especias, comestibles, productos farmacéuticos y, aquí viene la clave, productos financieros.
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Documento de 1617 en el que un mercader recoge los precios de las letras de cambio en distintas ferias |
El mercado financiero fue prácticamente inexistente durante la mayor parte de la Edad Media, al menos en España. El comercio era bastante marginal, basado en el trueque (sobre todo al principio y en zonas rurales), y posteriormente en el intercambio de productos por moneda. Los préstamos estaban considerados usura, algo que la Iglesia católica calificaba de pecado.
La transformación comienza a llegar con la creación de las denominadas "letras de cambio" en la Italia tardomedieval, y que luego se extiende por Europa. Una persona daba a otra una cantidad de dinero, y recibe un documento firmado —la letra de cambio— que luego podrá intercambiar en otra ciudad por esa cantidad. Esto permitía que el dinero se moviera con mayor facilidad, agilizando los intercambios y actuando como sistema de crédito.
Medina del Campo se convierte en feria de pagos hacia 1485, cuando se centralizan allí "los pagamentos, créditos, préstamos y otras operaciones dinerarias" de toda la Península. En 1527, el embajador veneciano recogía en una crónica que la "los mayores negocios" de la feria de Medina "consistían en el giro de letras de cambio". La propia corona española utilizaría Medina para conseguir préstamos millonarios.
Los bancos europeos del siglo XV y XVI enviaban a representantes suyos allí, que se colocaban en unos bancos en una calle concreta, y que, tras presentar sus cuentas y fianzas al Ayuntamiento, empezaban su labor. También en estos bancos los comerciantes depositaban unas cantidades que eran anotadas y luego podían retirar, evitando tener que llevar la moneda encima.
La decadencia de Medina
A partir del siglo XVI, la feria de Medina empieza a decaer en su actividad y, por ende, en su importancia. Los motivos fueron diversos: se aplazaron varias ferias, Madrid —ya establecida como capital de los Austrias— empieza a atraer el mercado financiero el resto del año, subidas de impuestos que acaban con el estatus privilegiado de la feria...
Las bancarrotas de Felipe II aceleraron enormemente el proceso, ya que provocaban que los banqueros que acudían a Medina acabaran arruinados. Dos decretos reales (1575 y 1597) suspendieron los pagos y anunciaron la revisión de los préstamos que adeudaba la Corona. En 1602, la feria se trasladaba a Burgos por orden real. Regresaría a Medina del Campo unos años después, desdoblándose las convocatorias a cuatro eventos de 24 días de duración, pero de poco sirvió: la feria estaba herida de muerte.
Medina del Campo continuaría teniendo su feria hasta principios del s. XVIII, cuando desapareció definitivamente, aunque desde el 1600 pasó a un segundo plano tras mercados de finanzas como el de Madrid o Alcalá de Henares. Hoy en día, un monumento en la Plaza Mayor de Medina reivindica que allí fue firmada la primera letra de cambio, y recuerda que, durante muchos años, esta ciudad castellana fue la bolsa de Europa.
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