Este
pintoresco paraje, ya alabado en 1783 por el académico viajero
Antonio Ponz en su "Viaje de España", debió
de formarse como espacio de recreo hacia los años centrales del
siglo XVIII, según se desprende de sus propios comentarios, precisamente
los últimos que dedica a nuestra villa. Dice Ponz concretamente:
"A la salida del pueblo, camino de Madrid, hay un soto que lo
llaman "El Chopal" el cual unos treinta años ha que
lo destinaron para paseo, formando calles de chopos, de álamos
blancos y olmos
[
] Hoy está destinado a semillero;
quiera Dios que prevalezca y que se trasplanten los árboles con
inteligencia para que no se pierdan allí y en donde los lleven".
La
"Sociedad Económica de amigos del País"
impulsó, entre otros proyectos, el cuidado de estas arboledas,
que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros en su integridad.
Paraje con ciertos halos de misterio, fue el lugar propicio para la
creación de las leyendas como la de "El Bastardo del
Chopal", que ahora reproducimos tal como lo recoge Rufino Sáez
en el semanario Sarabris: "Con el nombre de "el bastardo"
algunas veces y otras con el de "el bicho del Chopal"
lo nombró durante gran número de años a aquella
terrible fiera que tenía catorce metros de longitud por tres
de circunferencia, y cuando el hambre le acosaba salía de entre
el follaje del Chopal para abalanzarse sobre cuantas personas osaran
caminar por la carretera de San Roque. Y era de ver como aquel monstruo
insaciable cuando se trataba de tragar carne humana, tornábase
en inofensivo cual inocente corderillo si el menos valiente de los mortales
le buscaba dentro o fuera de la guarida y le ofrecía con fineza
medio cuartillo de leche aunque sólo fuera. "¿Qué
milagro obraría la lecha en aquel sanguinario animal, que le
la bebía mansamente, y hasta dicen que movía su monstruosa
cabeza en señal de agradecimiento?".
Con
el tiempo se transformó la leyenda circulando el rumor de que
se escondía dormido en un profundo y misterioso subterráneo
próximo al Castillo
de la Mota, esperando su despertar. Más cercamente, la bestia
del Chopal pasó a llamarse "El bastardo de Gallinas",
dado que donde aparecía era en las inmediaciones de la laguna
de las Claras, junto a la carretera de Olmedo. Quienes dijeron que lo
vieron lo describían como un ser de "varios metros de
envergadura, el cuello largo, la cabeza chica y una cola muy larga [
]
y parecía solamente los días de bruma y niebla, y en las
horas más tenebrosas".
Reportaje
fotográfico