Para una muestra que tiene
por objeto reflejar las relaciones comerciales en la corona de Castilla
durante el reinado de los Reyes Católicos, una obra como el
Retablo de San Juan Bautista supone una aportación difícilmente
superable. La existencia en los relieves de marcas que confirman la
realización en Amberes, la calidad alcanzada tanto en sus pinturas
como en las esculturas que lo componen, la monumentalidad del ensamblaje,
la buena conservación de la mayor parte de los componentes
originales, incluida la policromía, lo convierten en uno de
los ejemplos siempre citados a la hora de repasar los mejores conjuntos
de los Países Bajos que se encuentran en España.
Por si fuera poco, el complemento
de un banco realizado en Castilla, restaurado para esta ocasión,
incorpora tanto un grupo de pinturas, especialmente notables desde
el punto de vista iconográfico, como esculturas inspiradas
en los relieves superiores. Con esta semejanza parece justificarse
más que en otros casos para definir estilísticamente
dichas esculturas el uso del término hispano-flamenco, entendido
en el amplio sentido geográfico, que incluye Brabante y otras
regiones cercanas, con el que siempre se ha utilizado.
El retablo fue encargado
por Gonzalo González Illescas, notable jurista oidor de la
Chancillería y consejero
de los Reyes Católicos, para su capilla sepulcral en la iglesia
de El Salvador. Aparte de proporcionar una pauta cronológica
del mayor interés para datar el conjunto, la inscripción
que recorre los muros junto l arranque de las bóvedas, relaciona
los años de construcción de la capilla e instalación
del retablo con dos eventos históricos de primer interés:
"mandaron hazer este retablo en el cual se asento aquí
en comienço del año del señor de mill e quinientos
quatro quando sus altezas acavaron de ganar el rreyno de napoles e
la capilla de canteria se acabo en abril de MCCCCXCII quando la destruccion
de los moros destos rreynos fueron contados a una santa fe catholica
por yndustria e armas de sus altezas". De este modo, el donante
se involucra de modo implícito en los grandes éxitos
del reinado, proclamando su vinculación con la corona al dejar
constancia en la misma inscripción que era: "oydor
o del conseio del rey don fernando e de la Reyna doña ysabel
nuestros señores".
Es lógico que obras
de esta envergadura obedecieran a encargos previamente estipulados
en contratos, en los que el cliente contrataba la iconografía
y acordaba las características técnicas y económicas.
Como es frecuente en retablos destinados a capillas funerarias, se
eligió para la pintura exterior de las puertas del retablo
de San Juan, la Misa de San Gregorio con todos los atributos de la
Pasión, denominados las "Armas Christi", tema
de evidente vinculación eucarística y en relación
con la propia finalidad de los cultos que en ella se celebraban, encaminados
a la salvación de los propietarios. Al respecto siempre se
ha recordado la milagrosa aparición que recibió el propio
San Gregorio de un fraile por el que había mandado decir misas
durante treinta días, con las que quedó libre del purgatorio.
Presenciando la misa desde
la nave de la iglesia, se encuentra en el lugar más extremo
a la derecha del espectador el retrato de un joven arrodillado. Aunque
en la mayor parte de los estudios ha pasado desapercibido, tampoco
ha faltado la propuesta de un hipotético autorretrato del pintor,
que no considero aceptable. En mi opinión, se puede tratar
del retrato de Pedro González de Illescas, hijo del fundador
de la capilla, a quien su padre concedió un censo de 2700 maravedis
para atender los cultos de la fundación en la que quedaba como
patrono. Si así fuera, habría que relacionar el encargo
del retablo con el hijo del fundador, no descartando una posible estancia
en Amberes o bien el envío de un apunte desde España.
En cualquier caso, la presencia del retrato confirma que el retablo
no fue adquirido en el mercado público sino encargado para
un lugar concreto. Por otro lado, al permanecer cerrado la mayor parte
del año, la imagen del donante se hacía presente en
la capilla sepulcral de su familia.
Los días más
señalados, en los que se celebraron solemnes ceremonias litúrgicas,
la apertura de las puertas permitía la contemplación
del conjunto en toda su espectacularidad, con un programa iconográfico
sin duda elegido por el promotor de la obra. Mientras que en el interior
de las puertas se representa en sendas pinturas la Adoración
de los Pastores y la Adoración de los Magos, el cuerpo del
retablo se dedica a la escultura con la historia de San Juan Bautista,
bajo cuya advocación se encontraba la capilla.
Desde que C Justi descubrió
al comenzar el último cuarto del siglo XIX el valor de esta
pintura, atribuyéndolas a Quintin Metsys, los numerosos investigadores
que se han ocupado de ellas siempre han admitido su indiscutible calidad,
aunque se ha discrepado de la primera tribución. Incluso se
ha puesto en duda la unidad entre las tablas interiores y exteriores,
a mi juicio sin razón, dado que en todo caso las supuestas
diferencias podrían justificarse con la habitual participación
de los diferentes miembros del taller en un conjunto con varias tablas
de tamaño considerable. La tesis más aceptada es la
que propone como posible autor al seguidor del propio Matsys conocido
como "Maestro del Tríptico Morrison", que
recibe su nombre del antiguo propietario de la obra con la que se
definió su estilo, posteriormente adquirida por el Museo de
Toledo en Ohio (Estados Unidos). El análisis comparativo con
otras piezas, al menos permite afirmar que las pinturas del retablo
conservado en Valladolid se deben a un pintor del círculo de
Martsys, que utiliza un tipo de personajes muy similares a los que
aparecen en las atribuciones al "Maestro del Triptico Morrison".
También pudieron
tener influencia decisiva los deseos del comitente en el encargo de
las esculturas, dado que el tamaño de la imagen es inusual
en los numerosos retablos de Amberes que han llegado a nuestros días.
En las calles laterales se desarrollan en tres alturas, con lectura
de arriba abajo, los principales episodios de la vida de San Juan
Bautista, con la secuencia cronológica de las escenas del nacimiento,
la predicación y el prendimiento. En la calle derecha se suceden,
en el mismo orden, la decapitación, la presentación
a Herodes de la cabeza del santo y la que siempre se ha identificado
con el entierro. En esta última creo que es más apropiado
proponer la exhumación de su cuerpo ante los sucesos milagrosos
que acontecían en la tumba, lo que explica la inclusión
de una mujer con el brazo en cabestrillo y otra con un recién
nacido.
Cobija la figura de San
Juan, con su habitual atributo del cordero sobre el libro y vestido
con la piel
de un camello, un gran arco baldaquino enmarcado en origen por pequeñas
escenas dedicadas también al santo. De ellas solamente se han
conservado las dos de la parte superior, identificadas por J. Ara
con el anuncio del ángel a Zacarías de su próxima
paternidad y la quema de los huesos del santo, ordenado por Juliano
el Apóstata para evitar los milagros de sus reliquias. El bautismo
de Cristo, escena crucial de la historia de San Juan, remata en lo
alto el retablo dentro de un encasamiento independiente que ha perdido
sus puertas pintadas, pero que conserva en ambos lados las pequeñas
esculturas que representan a Santa Catalina y Santa Bárbara.
Mucho menos conocidas las
identidades de los escultores que la de los pintores, hasta el momento
san solo se ha señalado la pertenencia a un taller de Amberes,
indiscutible al aparecer las marcas de la mano que garantizaban en
dicha ciudad la calidad de la madera. Pos mi parte, tan solo puedo
señalar soluciones similares en las arquitecturas del retablo
conservado en Dortmund (Alemania) y bastante cercanía con las
figuras femeninas que componen el retablo de las "Vírgenes
Prudentes y las Vírgenes Necias", que procedente de
Amberes se encuentra en Vaksala (Suecia).
Como se dijo al principio,
el banco fue realizado en Castilla, en mi opinión poco después
de la llegada del retablo o al menos no estaba previsto cuando se
produce el encargo. Así parece indicarlo la altura que alcanza
la escena superior, ocultando parte de la inscripción de la
capilla. El motivo principal se su realización pudo ser la
inclusión de los retratos de todos los miembros de la familia
del fundador, separados hombres de mujeres, en dos de las tablas que
componen en interior de las puertas.
Apoyado en el alféizar
d una ventana, en el que se encuentran un rosario y un libro de horas,
preside el grupo de los varones el fundador de la capilla Gonzalo
González de Illescas, investido con el bonete y la toga de
oidor de la Chancillería. Detrás se encuentran sus hijos
comenzando con el sucesos Pedro González de Illescas, también
retratado en la puerta superior con las diferencias lógicas
de las distintas calidades de las pinturas, al que sigue Francisco
de Estrada, Hernando de Illescas, que fue contino del rey, Juan de
Estrada y otros dos personajes con tonsuras que se identifican con
Diego de Estrada, canónigo y protonotario de la iglesia de
Osma, y Gaspar de Illescas, canónigo de Burgos.
En la correspondiente a las mujeres aparecen la esposa del fundador
María de Estrada con sus hijas Marina y Leonor, probablemente
acompañadas por las esposas de sus hijos.
El resto de las pinturas,
al igual que las anteriores del banco solamente relacionadas hasta
el momento con un desconocido seguidor de Pedro Berruguete, representan
en el exterior a los santos Domingo, Lucas, Marcos y Francisco, y
en el interior S. Jerónimo y S. Agustín. Tampoco se
conoce al autor de las esculturas del banco, vinculadas a talleres
burgaleses tanto por razones estilísticas como por la importante
presencia que tiene dicha escuela en Valladolid a comienzos del siglo
XVI. Junto con dos esculturas en los extremos de jóvenes tenantes
de escudos con las armas de los fundadores, de los que solamente se
ha conservado una, componen el conjunto tres relieve cuya referencia
obedece al deseo de armonizar las proporciones con las de las esculturas
superiores. De este modo, no cabe duda que la Piedad, de mayor tamaño,
fue pensada para el encasamiento central mientras que los laterales,
en los que se imita incluso el embaldosado de las escenas de interior
realizadas en Amberes, quedarían los relieves con más
personajes y de menor tamaño.
Desde el punto de vista
iconográfico, dichas esculturas introducen n el retablo los
episodios del Lavatorio, La Piedad de San Juan y la Magdalena y la
Última Cena, relacionados entre ellos por tener un importante
papel San Juan Evangelista. Sin descartar otras explicaciones, es
posible que se pretendiera emular a los Reyes Católicos al
incluir a sus dos santos protectores.
En una capilla en la que
no tenemos constancia que hubiera bultos sepulcrales, es digno de
mención que los enterramientos se realizarán en una
sencilla cripta. La propia inscripción que citamos al comienzo
deja patente que los esfuerzos se centraron en el retablo: "dotaron
esta capilla de misas e hornamentos lo mejor que pudieron e mandaron
hazer este retablo el qual se asento aqui en comienço del año
del señor de mill e quinientos quatro". Cuando se
contempla la calidad del conjunto, se concluye que lograron lo que
se habían propuesto.