TEMA: V Centenario
RELIGIOSIDAD DE ISABEL LA CATÓLICA

 

 

La reina Isabel la Católica mantiene en la historiografía su cotización de soberana emblemática en la España Moderna. En este aprecio cuenta su estilo personal, su fundación de gobernadora de los reinos hispanos y sus iniciativas políticas que no se circunscriben a su reinado sino que tiene una continuación inevitable a lo largo del siglo XVI. En todos estos aspectos la vida y la obra de Isabel la Católica tiene una referencia necesaria a la iglesia católica en la que militó fervorosamente.

Fue introducida en el campo religioso por religiosos que conjugaban armónicamente la cultura literaria, la destreza administrativa y la ascesis de los grupos reformados. En su gusto estuvo un aprecio por los ascetas de sus días, al estilo de Fray Juan de la Puebla o Fray Francisco Jiménez de Cisneros; un crédito rendido hacia personajes religiosos de gran densidad religiosa y de gran pericia administrativa. Como Fray Hernando de Talavera; una preferencia por predicadores pedagogos, poetas y narradores que sabían dar un fuerte acento religioso e incluso devocional a la tarea de gobierno. Para satisfacer estos anhelos se escribieron sermones como los de Diego de Muros III, diálogos como los de Diego Ramírez de Villaescusa, versiones romances y creaciones poéticas como las de Fray Ambrosio Montesino, tratados de ascética femenina como el Jardín de nobles doncellas de Fray Martín de Córdoba. Ninguno de estos escritos de vena reformista tuvo sobre su ánimo la incidencia de la correspondencia mantenida por Fray Hernando de Talavera.

En la sensibilidad religiosa de Isabel destacan los rasgos espirituales y devotos típicos de sus Días: los santos de la monarquía como el Apóstol Santiago; los grandes fundadores de las familias religiosas como San Francisco y Santo Domingo a los que solo conocía por referencias de sus confesores; el entusiasmo por el culto eucarístico en la dignidad de las celebraciones, en la preciosidad de los objetos litúrgicos y en el patrocinio a templos, cofradías y fundaciones pías de signo eucarístico, una expresión religiosa que en sus Días comenzaba a prevalecer en las poblaciones españolas con manifestaciones externas y galas artísticas; la devoción mariana en sus advocaciones tradicionales como nuestra Señora de la O, la Asunción y muy particularmente la Inmaculada Concepción que comenzaba a tener manifestaciones callejeras y populares típicas del Barroco; el acento cristológico de las vivencias religiosas que tienen sus manifestaciones vehementes en la Semana Santa y entra con fuerza en la imaginería española; la promoción de las instituciones caritativas en la limosna y la hospitalidad, dimensiones de la vida social en las que su reinado introduce cambios sustanciales.

 

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