Los libros gozaron siempre
de la estima de la reina Isabel y también los impresores
y libreros, quienes desde 1477 fueron eximidos de impuestos.
En las Cortes de Toledo de 1480 se ratificará esta
exención para los libros impresos <<...muchos
y buenos que de algunos tiempos a esta parte, mercaderes nuestros
naturales y extranjeros han traído e cada día
traen...>>.
La imprenta floreció
en España en aquellos tiempos con ingente número
de obras impresas, muchas de ellas dedicadas a la culta Reina
de Castilla, como mecenas. No podemos extendernos en el análisis
de los numerosos volúmenes que componían su
biblioteca, pero ya lo hicieron Clemencín, el Profesor
de la Torre y del Cerro, Sánchez Cantón etc.
En cuanto al hecho de la preocupación
de Isabel por llevar a la mujer por el campo de la ciencia
y de la cultura en general, fue una feliz iniciativa en Castilla
-(Medina del Campo)- y único en el mundo de entonces.
Un historiador extranjero escribe acertada y documentadamente,
para demostrar que: <<Castilla experimentó su
propia revolución educativa y lo que es más
importante, que ésta tuvo lugar en Castilla, varias
décadas antes que en el norte de Europa, a excepción
tal vez, de algunos estados italianos y con una intensidad
que no llegó a alcanzar ni en Inglaterra, ni en Francia
y no digamos en los estados alemanes...>> <<En
materia educativa, la España o mejor dicho, la Castilla
de los siglos XVI y XVII deberá ser la norma para medir
y comparar las realizaciones de los demás países...>>.
Los fundamentos de esta eclosión
de cultura que prepararía toda una generación
de hombres de gobierno para el <<siglo de oro>>
español los puso la Reina Católica con su Academia
Palatina en la que Pedro Mártir de Anglería
cuidaba de la instrucción de los jóvenes de
la Corte, extendida luego a otros ámbitos. La obra
de Cristina de Pisa titulada: De las tres virtudes para enseñamiento
de las mujeres, era muy apreciada y muy utilizada por la Reina
Isabel. Beatriz Galindo, Juana de Contreras, la Condesa de
Monteagudo y Doña María Pacheco, Ysabel de Vergara,
Magdalena de Bobadilla, Lucía Madrano y otras, fueron
mujeres que florecieron en todos los campos del saber, gracias
al empuje y al ejemplo de la propia reina. Así podrá
decir la historiadora Gómez Molleda en su ya citado
articulo que: <<...a la preocupación y celo de
doña Isabel por la cultura femenina se debe el florecimiento
intelectual de estas mujeres ilustres de su corte y de su
época, cortejo y estela verdaderos de la reina humanista>>.
En cuanto a los varones nos
dice el viajero Münzer: <<Había en Madrid
cierto doctísimo y laureado poeta, Pedro Mártir,
de Milán, autor de una insigne obra en verso heróico
en alabanza del rey, el cual educa a los jóvenes de
la nobleza y me invitó a oír explicaciones.
Allí vi al duque de Villahermosa, al duque de Cardona,
al hijo del Conde de Cifuentes, don Juan de Carrillo, hijo
de la hermana del Conde de Tendilla, a don Pedro, Conde de
Mendoza, y a otros muchos agraciados jóvenes que me
recitaron largos trozos de Juvenal, de Heracio, etc. los que
pretenden entrar en la corte real, llegan a cuatrocientos
y tienen muchos preceptores. Se despiertan las Humanidades
en toda España. Son muy esclarecidos estos adolescentes.
Pasan sus horas en el estudio y otros servicios del rey y
en la caza, para no perder ni un hora en la ociosidad>>.
De igual modo ocurría
con las doncellas y damas nobles a quienes la Reina reunió
en su palacio para ocuparse de su formación e instrucción
y del cultivo de sus virtudes, con el celo más exquisito
y sin omitir ningún esfuerzo para este noble fin.
<<En su palacio tenía
damas de los mayores caballeros de su reino, lo cual no se
halla en crónicas de Reina, que tantas tuviese. Hacía
poner mucha diligencia en la guarda de ellas. Así que
todo el palacio era un monasterio muy encerrado y muy guardado:
tratábalas como a hijas>>.
Así se expresa Fray
Francisco de Eximénez en su tratado: El Carro de las
Domas.
Lucio Marineo Sículo
aporta testimonios muy semejantes y añade algunas noticias
singulares en su ya conocida obra de Rebus memorabilibus Hispaniae:
<<En España, dice, el Rey Don Fernando y la Reina
Doña Isabel fueron causa con su liberalidad, de que
los buenos ingenios se excitasen en las Letras y especialmente
la Reina... la cual... proveyó de preceptores y maestros
a todos los de su palacio, así doncellas como pajes,
porque todos aprendiesen>>.
Gracias a este colosal movimiento
de culturación cristiana, los vástagos de la
nobleza española fueron adoctrinados por iniciativa
y arranque decidido de la Reina Católica en todo lo
que había de hacer explosionar la esplendidez del siglo
XVI español que asombró al mundo. Pero la impronta
cristiana y apostólica, al servicio de la iglesia,
se obtuvo y se aprendió en aquella escuela palatina
con Pedro Mártir de Anglería como moderador;
Lucio Marineo Sículo, los hermanos Garandini, la misma
Beatriz Galindo y otros personajes destacados en el campo
de la cultura más genuina fueron maestros y formadores
de aquel gran estudio. Con ello la reforma y la culturación
de la sociedad española se fue haciendo desde arriba
utilizando la influencia de las clases superiores que dirigían
el futuro de la nación. Era una organización
que podríamos hoy calificar de <<apostolado seglar>>
lo que constituye un hecho nuevo y original que redunda en
loor de una Reina que en el mundo entero no tubo parangón.