El
Concilio de Constanza
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Castillo de Peñiscola,
residencia de Benedicto XIII entre 1415 y 1422
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La
muerte de Clemente VII en 1394, lejos de sofisticar la solución
a la vicefalia de la iglesia de Occidente, supuso la elección
como nuevo papa de Aviñón del aragonés Pedro
de Luna, que tomó el nombre de Benedicto XIII; su fuerte
personalidad y las excelentes relaciones que mantenía entra
las monarquías castellana y aragonesa le permitieron no solo
evitar la renuncia de ambos papas propuesta como solución
por la Universidad de París, para luego elegir a un tercero,
sin que se constituyó un árbitro de la política
de los reinos hispanos contando con los apoyos de Martín
el Humano de Aragón y del infante Fernando de Castilla.
Tras varios fracasos
de solución diplomática, como la sustracción
de la obediencia de los papas promovida por los monarcas Enrique
II de Inglaterra, Carlos VI de Francia y Enrique II de Castilla
(1398) o la proyectada entrevista entre ambos papas en la localidad
de Savona, en la Rivera italiana en 1407, se produjo la ruptura
entre Benedicto XIII y su colegio cardenalicio, que le amenazó
con la convocatoria de un concilio en Pisa del que salió
elegido un nuevo papa con el nombre de Alejandro V (1409), a quien
pronto sucedió Juan XXIII. Benedicto XIII no tuvo más
remedio que refugiarse en los dominios del rey de Aragón.
Esta situación
de tricefalia y el peligro que suponía la creación
de una iglesia propia de la nación hispana, una de
los cinco en que se dividía la cristiandad, con un papa refugiado
en la Península y que contaba con el apoyo de sectores poderosos,
precipitó la intervención del emperador Segismundo,
quien promovió la convocatoria de un concilio en la ciudad
de Constanza (1414) Juan XXIII, que había firmado la bula
de convocatoria dando legalidad a la asamblea, fue preso y obligado
a renunciar, en lo que fue secundado poco después por el
papa romano Gregorio XII. Benedicto XIII, por su parte, se negó
a abdicar y presentó una serie de peticiones irrenunciables
difíciles de asumir por los promotores del concilio. En 1416,
la Corona de Aragón retiró la obediencia a Benedicto
XIII, quien siguió hasta su muerte ejerciendo como un papa
sin obediencia encastillado en su refugio de Peñiscola. El
concilio de Constanza había finalmente zanjado el Cisma
de Occidente con la elección de Martín
V, en 1417. No se atendieron, en cambio, plenamente los anhelos
de reformas de la iglesia formulados por muchos, y la crisis de
la cristiandad europea resurgió cien años después,
con la revuelta protestante.