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Iglesia de San Nicolás de Bari,  Gomeznarro. Fotografía cedida por Pedro Bragado
Iglesia de San Nicolás de Bari. Gomeznarro. Fotografía cedida por Pedro Bragado

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21-01-16 - El espantoso accidente en la estación de Gomeznarro

ENRIQUE BERZAL | VALLADOLID

Portada del Hospital de la Purísima Concepción y San Diego de Alcalá o de Simón Ruiz de Medina del Campo
Portada del Hospital de la Purísima Concepción y San Diego de Alcalá o de Simón Ruiz de Medina del Campo

El 16 de enero de 1916 una espesa niebla dominaba toda la comarca de Medina del Campo, tan impenetrable que los maquinistas de dos trenes no se vieron y acabaron chocando en la pequeña estación de la localidad.

«El cuadro que se presentó a nuestra vista era sencillamente horroroso. Las cabezas de los trenes 1 y 2 formaban un solo grupo, (…) eran un inmenso montón de hierro y madera». Nicolás Pedrosa, redactor de El Norte de Castilla aquel aciago 16 de enero de 1916, escribía sobrecogido ante el espectáculo que asolaba la estación de Gomeznarro, a pocos kilómetros de Medina del Campo. Su pavor estaba sobradamente justificado: aquel día de hace 100 años la tragedia se cebó sobre la pequeña localidad perteneciente al partido medinense, que apenas llegaba a los 500 habitantes.

La catástrofe fue de tal calibre, que los principales periódicos nacionales la llevaron en portada durante varios días; El Norte de Castilla, prácticamente una semana. Ocurrió en torno a las tres y media de la madrugada del 16 de enero de 1916, momento en el que los dos trenes que circulaban en dirección ascendente y descendente entre Madrid e Irún chocaron estrepitosamente en la estación de Gomeznarro. El desastre fue descomunal: la estación repleta de despojos de hierro y madera, destrozos valorados en medio millón de pesetas y, lo más importante, un maquinista muerto y once heridos, la mitad de ellos con pronóstico grave. Una cifra que podría haber sido más abultada de no haber mediado la serenidad de uno de los dos maquinistas, que tuvo reflejos suficientes para frenar en seco el expreso y atenuar así el choque.

Las razones del accidente no pudo esclarecerlas el decano de la prensa hasta el día 18. Según pudo saber Nicolás Pedrosa, la espesa niebla de aquella noche dificultaba con creces la circulación, más aún en el momento de la llegada de los dos trenes. El número 1, en dirección descendente, paraba en la estación durante un minuto, mientras que el ascendente –número 2- lo hacía el triple de tiempo. Como no estaba permitido que ambos entraran a la vez, el jefe de estación de Gomeznarro dio paso al número 2 y se la cerró al primero, para lo cual empleó las correspondientes señales de los discos y de las agujas.

Fue en ese momento cuando la niebla le jugó una mala pasada al maquinista del primer tren, Baldomero Rodríguez, quien, incapaz de distinguir las señales, entró en la estación sin reparar en que llegaba la otra máquina. Lo peor es que debido al enclavamiento de la aguja, transitó no por la vía que le correspondía, sino por la que se encontraba dispuesta a recibir al tren número 2. Baldomero, experimentado maquinista que años atrás había evitado el accidente del tren en el que viajaba ni más ni menos que Segismundo Moret, tardó en percatarse de su error; cuando frenó, ya era demasiado tarde.

Estación de ferrocarril de Medina del Campo
Estación de ferrocarril de Medina del Campo

El choque, devastador, podría haber sido aún peor si Juan López, su colega de la segunda máquina, no hubiese frenado en seco con admirable serenidad. Pese a todo, el espectáculo resultó desgarrador: «Al formidable choque, una máquina se levantó como un caballo que se encabrita y saltó sobre la otra. El golpetazo fue espantoso, tremebundo, tan violento, que el ténder de cada locomotora penetró en el furgón de cabeza del tren respectivo, aplastándole como un acordeón que se cierra», informaba Nicolás Pedrosa.

En efecto, «la máquina 1 estaba materialmente montada sobre la del 2, los respectivos tenders se habían incrustado en los furgones de cabeza de los respectivos convoyes; todo el trayecto ocupado por los dos trenes estaba cubierto de multitud de hierros retorcidos y maderas rotas», describía El Norte.

El ruido fue tan atronador, que la inmensa mayoría de los vecinos de Gomeznarro, cuyas casas se encontraban a 400 metros de la estación, saltaron de sus camas sobresaltados. Les faltó tiempo para acudir a contemplar la terrible escena y dirigirse, solidarios, al andén a asistir a los heridos.

Los primeros en sufrir los estragos del accidente fueron el citado Baldomero Rodríguez, el fogonero Victoriano Fernández y el soldado de Ingenieros en prácticas Manuel Ferreiro, todos ellos del tren 1: el frenazo despidió al primero a varios metros de distancia y derribó violentamente a sus compañeros. También Juan López y Vicente González, maquinista y fogonero del segundo tren respectivamente, resultaron heridos.

Fotografía antigua de Gomeznarro, con la iglesia de San Nicolás al fondo.
Fotografía antigua de Gomeznarro, con la iglesia de San Nicolás al fondo.

Nada más conocer la noticia salieron de Valladolid dos trenes de socorro, uno con personal y material sanitario y brigadas de obreros, y otro en el que viajaban el periodista de El Norte de Castilla, el gobernador civil, José García Guerrero, su secretario Gerardo Gavilanes, y los jefes de sección y depósito de la Compañía del Norte.

Cuando llegaron a Medina del Campo, en torno a las 5,30 de la madrugada, el alcalde Félix Martín les informó de las medidas adoptadas. Los primeros supervivientes trasladados desde Gomeznarro les confirmaron que el siniestro se había cobrado la vida del conductor del tren 1, Ramón Fernández, a quien el encontronazo había desplazado hasta la parte trasera del furgón de cabeza del segundo tren. Su cuerpo fue hallado horriblemente mutilado, con la cabeza destrozada, «casi separada del tronco», y un brazo roto.

Heridos graves

Cuatro de los once heridos revestían mayor gravedad: el mozo de tren Rogelio Vega, a quien tuvieron que poner inyecciones de cafeína para reanimarle y que terminaría perdiendo un brazo, el conductor Francisco Cerezo, y los citados Juan López, Victoriano Fernández y Baldomero Rodríguez, que dos días después sufriría la amputación de la pierna derecha.

Menos grave era el estado del interventor Cerezo, de Félix Sabas, de Francisco Teuillet, conductor de la Compañía Internacional, del soldado Manuel de Ferreiro, que acabó con las piernas abrasadas, y del súbdito alemán Georg Steimberg, que viajaba en el coche-cama y hubo de ser evacuado por la ventana.

Hospital de la Purísima Concepción y San Diego de Alcalá o de Simón Ruiz de Medina del Campo
Hospital de la Purísima Concepción y San Diego de Alcalá o de Simón Ruiz de Medina del Campo

Una buena parte de los heridos ingresó en el Hospital Simón Ruiz, en Medina del Campo. Todos fueron asistidos por el médico de la sección de la Compañía del Norte, Luis Perrín, a quien auxiliaron Luis Sangrador y el profesor auxiliar de Medicina Juan Morales Salomón, que viajaba en uno de los trenes siniestrados.

El Norte de Castilla destacó también la colaboración de los vecinos de Gomeznarro, liderados por su alcalde, Valentín Sanz Gay, de los voluntarios de la Cruz Roja, a quienes el Ayuntamiento de Medina del Campo gratificaría con 5 pesetas por los servicios prestados, del viajero Ramón Gasset, del fondista de la estación medinense y estudiante de Medicina Alfredo Marcos, del mozo suplementario Emilio San José, y del hijo del jefe de estación de Medina, Manuel Álvarez. Todo ello sin olvidar las fructíferas labores del juez municipal, Mariano Pinilla, del jefe de Estación, José Vázquez, y del secretario del Gobierno Civil, Gerardo Gavilanes, quien rápidamente puso en marcha un tren para conducir a Madrid a parte de los viajeros del número 1 que deseaban continuar el trayecto.

Entre los 200 pasajeros de ambas máquinas no faltaban miembros de familias distinguidas, como el ex senador y presidente de la Cámara de Comercio de Valladolid Gregorio García Garrote, su hijo Andrés y su yerno, Artemio Mazariegos; Enrique Guillén, Calixto Loras, Ramiro Marnau, Teobaldo Estébanez, un hijo del marqués de Morellán, el señor Quiñones de León y el duque de Zaragoza. Todos ellos resultaron ilesos.

Mientras los heridos se iban recuperando en los hospitales de Medina y Valladolid, obreros del depósito de máquinas de la ciudad del Pisuerga, auxiliados por agentes del servicio de recorrido de Madrid, se afanaban en los trabajos de limpieza y encarrilamiento en la estación de Gomeznarro; hasta el día 23 no los terminaron.

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10-08-16 - PROGRAMA Fiestas Gomeznarro

- PROGRAMA_Gomeznarro.(documento.pdf)

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03-08-17 - FIESTAS DE GOMEZNARRO

FIESTAENGOMEZNARRO
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