Medina del Campo. Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa
de las Ferias
Nos encontramos en: "Museo
de las Ferias de Medina del Campo" |
LAZARILLO
DE TORMES
|
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DE CONTENIDO
De
gran descubrimiento es considerada por los amantes de los libros
y muy especialmente por los estudiosos de nuestro Siglo de Oro,
la 'Biblioteca de Barcarrota'. De esta forma, cuando nos
referimos al 'Lazarillo de Barcarrota' estamos personalizando
el ejemplar único existente en el mundo de la novela del
Lazarillo de Tormes, impreso por los hermanos del Canto, en la
ciudad de Medina del Campo el uno de marzo de 1554. Fue localizado
emparedado (como no podía ser de otro forma) en el pueblo
de Barcarrota y está depositado en la Biblioteca de Extremadura.
Estamos
comprobando que todo lo que rodea al 'Lazarillo de Barcarrota'
viene precedido por un aire de misterio e intriga, bien por su
autoría desconocida, su impresión única,
o su localización -emparedada en un pueblo fronterizo con
Portugal-. Asimismo, de misterioso calificamos al bibliófilo-propietario
que habitó la casa situada en el número 21 de la
Plaza de Nuestra Señora de Soterraño en Barcarrota
entre 1554-1559 que por precaución ante los poderes fácticos
imperantes en la época (Inquisición) hizo su propio
'auto de fe' emparedándolos para recuperarlos el
día que pasaran las circunstancias adversas.
Todos
los amantes de los libros y estudiosos conocían la casa
donde apareció la conocida 'Biblioteca de Barcarrota'
por lo que cada uno de ellos tenía formado un perfil distinto
del propietario. Así en 1995, Fernando Tomás Pérez
y Fernando Serrano Mangas en un artículo conjunto señalan
que el propietario era «un humanista, clérigo
perseguido, reformista, judeo-converso y alumbrado».
De «amante de los libros, humanista, persona muy culta»
lo califica el profesor Jesús Cañas, mientras que
Francisco Rico, basándose en una minuta que apareció
entre el lote de libros, afirma que era «librero irresoluto
e ignorante».
Este
bibliófilo-propietario misterioso estaba reclamando una
mano erudita que lo descubriera y para ello hacía falta
un investigador de «faquín», como denominaba
Rodríguez-Moñino a los investigadores que contrastaban
sus aseveraciones con los documentos, dejando para otros las conjeturas.
Por
suerte, en nuestra comunidad universitaria contamos con el profesor
Serrano Mangas, investigador de faquín y riguroso, -quien
conociendo de antemano la ardua y oscura labor investigadora de
los archivos documentales donde hay que perder miles de horas
en la búsqueda de una noticia o un dato que, aparentemente,
es inútil ante los ojos de los demás-, ha perseguido
por los dieciocho archivos extremeños que conforman la
Baja Extremadura y los seis grandes centros de documentación
nacionales, noticias sobre el bibliófilo-propietario de
la 'Biblioteca de Barcarrota'.
Todas
sus investigaciones las resume de una forma contundente, sencilla
y amena (dentro de un orden) en El Secreto de los Peñaranda,
sin dejar lugar a la especulación. En esta obra, el profesor
Serrano, nos ilustra no solamente sobre Francisco de Peñaranda,
-médico natural de Llerena que ejerció la medicina
con gran éxito en la villa de Villanueva de Barcarrota
durante medio siglo y a quien señala como el bibliófilo-propietario
(al que llama «encarcelador de libros»)-, sino
que realiza, además, un tratado del estado de la sanidad
y del ejercicio de la profesión médico-farmaceútica
de la familia de los Peñaranda y sus entronques en la Baja
Extremadura durante los siglos XVI y XVII, analizando cómo
compaginaban sus costumbres (eran judeo-conversos que provenían
de otra cultura.) con sus vivencias en tierras crisitianas perseguidos
por la Inquisición.
En
El Secreto de los Peñaranda hace además un estudio
minucioso de cada uno de los ejemplares que conformaban la 'Biblioteca
de Barcarrota' y analiza las causas por las que estos libros
y no otros eran los que conformaban la biblioteca oculta del médico
judeo-converso.
Todo
ello aparece reflejado en 214 páginas de apretado contenido
y 392 sustanciosas notas aclaratorias para las que Serrano Mangas
se ha documentado según la bibliografía aportada
en los trabajos realizados por otros eruditos, la mayoría
de ellos de la Universidad de Extremadura, cumpliendo así
la premisa «más sabe el loco en su casa que el
cuerdo en la ajena».
Así,
una vez roto el misterio de quién era el bibliófilo-propietario
de esta 'Biblioteca de Barcarrota' siempre nos quedará
descubrir la autoría del Lazarillo de Tormes.
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Una
profesora identifica al autor de 'Lazarillo de Tormes'
La
catedrática de Filología Hispánica de la
Universidad de Barcelona Rosa Navarro Durán ha asegurado
que el autor de el 'Lazarillo de Tormes', obra cumbre de
la picaresca española, fue el secretario de cartas latinas
de Carlos V, el erasmista
Alfonso de Valdés.
La
dos ediciones más antiguas que se conservan de la obra
son de 1554, editadas en Burgos y Medina del Campo y ambas proceden
de una anterior, que a la vez proviene del original que fue editado
fuera de España -seguramente en Italia- después
de la muerte del autor, en 1532, estas dos últimas perdidas.
Navarro,
que ha dedicado los tres últimos años a investigar
el misterio de la autoría, que hasta ahora se había
considerado anónima, inició su investigación
al darse cuenta de que faltaba una página en el prólogo
del libro, en el que el autor explicaría el argumento y
la intención de la obra y presentaría al personaje
protagonista, Lázaro, «instrumento de una aguda
crítica de origen erasmista a la corte y la iglesia».
Fiel
cortesano
El
marco temporal escogido para narrar la historia -entre la derrota
de Gelves (1510) de Fernando el Católico y la entrada de
Carlos V en Toledo en 1525- es otra evidencia que apoya la
argumentación de Navarro. Según informó ayer
la investigadora en un comunicado, «sólo un fiel
e inteligente cortesano como Valdés podría haber
escogido con tanta finura el momento que cierra la evocación
de Lázaro».
Navarro
tiene en cuenta también que las otras obras conocidas de
Alfonso de Valdés, 'Diálogo de las cosas acaecidas
en Roma', 'Diálogo de Lactancio y un Arcediano'
y 'Diálogo de Mercurio y Carón', fueron atribuidas
a su hermano Juan hasta finales del siglo XIX y principios del
XX. El mismo Juan de Valdés se tuvo que exiliar a Italia,
perseguido por la Inquisición, después de la publicación
de su 'Diálogo de doctrina cristiana' (1529).
Navarro
pronunciará este verano diversas conferencias en universidades
españolas para dar a conocer los resultados de sus investigaciones.
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Biografía
ALONSO VALDÉS
Escritor español, nacido en Cuenca hacia 1490 y muerto
en Viena el 3 de octubre de 1532. Figura fundamental del humanismo
erasmista español, representa el momento de mayor plenitud
del césar Carlos, a cuyo servicio puso su pluma y sus dotes
diplomáticas.
Vida
y obra: En el s. XVI Cuenca fue una de las ciudades más
afectadas por el protestantismo; en la provincia hubo fuertes
y persistentes núcleos no sólo de erasmistas sino
de alumbrados. Nada tiene de extraño que la familia Valdes
simpatizara con las nuevas ideas. La vida y las circunstancias
de ambos hermanos se encargaron del resto. Por conjeturas se cree
fue discípulo del humanista Pedro Mártir y que estudió
en las Universidad de Alcalá y Bolonia. Es muy probable
que al igual que otros ingenios se formara en la lectura y observación.
Debió seguir la carrera de leyes según se deduce
de posteriores hechos de su vida. A partir de 1520 le encontraremos
metido de lleno en la vida política. Partidario del Emperador
desde los primeros tiempos, éste premió sus servicios
con distintos cargos, desde redactor oficial de cartas latinas
hasta secretario y diplomático encargado de la enmarañada
política española seguida con Roma y otras repúblicas
italianas. Tuvo oportunidad de viajar a menudo por Italia y el
Imperio y es casi seguro que su amistad epistolar con Erasmo se
hiciera más íntima por estas fechas. Su correspondencia
con el humanista holandés data de 1525. Como representante
de Carlos V en la Dieta de Augsburgo, entabló relaciones
con algunos reformadores, como con Melanchton, pero la influencia
de éstos fue en él muy superficial. Su verdadero
mentor espiritual fue Erasmo ya través de la doctrina erasmiana
juzga la vida de la Iglesia católica y modela su propia
espiritualidad. No sólo por sus obras sino por su misma
vida política que le puso en gran relación con los
reformadores, hubo de enfrentarse con la Inquisición y
si salió libre de culpa fue debido a que los integrantes
más conspicuos del Tribunal estaban tocados de erasmismo.
Valdes
no llegó a conocer la violenta reacción de las órdenes
religiosas ni el sesgo inesperado de la política imperial.
En su tiempo aún se creía en un arreglo pacífico.
Tan es así que el mismo papa Clemente VII le absolvió
de la acusación de herejía y no tuvo problemas mayores
para la publicación en Nápoles de sus dos únicas
obras. Murió en Viena víctima de la peste y nos
consta su confesión de fe católica. En buena ley
no podemos considerar al escritor como un auténtico heterodoxo.
Fué un típico representante de un momento de confusión
espiritual que sintió como pocos el deseo de una verdadera
reforma. Su actitud doctrinal está expuesta en dos obras
dialogadas al estilo de las sátiras lucianescas, el Diálogo
de Lactancio y un arcediano o De las cosas ocurridas en Roma,
y el Diálogo de Mercurio y Carón. El primero tiene
un marcado matiz político, la defensa del Emperador ante
el asalto de sus tropas a Roma y el consiguiente saqueo de la
ciudad, y el segundo se ambienta en un campo más doctrinal,
aunque en él haga gala de abierta franco fobia.
cristiano
ejerció una influencia decisiva durante 20 años
en la formación intelectual y religiosa de múltiples
españoles de muy variada condición. Valdes fue uno
de los teóricos de dicho movimiento. Al igual que Erasmo,
deseaba con todo ardor la vigorización del espíritu
cristiano, pero en el interior de la persona, de un modo casi
íntimo que sustituyera el aparato y artificio de algunos
ambientes eclesiásticos renacentistas. Lo cierto es que
el punto de partida de toda la crítica valdesiana arranca
de una verdad incuestionable: la visible paganización de
ciertos sectores clericales, que provocaban más escándalos
y desviaciones que cualquiera otra cuestión. Erasmo procuró
con sus escritos renovar la espiritualidad ahogada por una práctica
demasiado externa del culto. Sus escritos coincidieron con la
eclosión violenta del luteranismo y hasta cierto punto
la atizaron; de ahí la prevención que las Órdenes
religiosas sintieron por todo lo erasmista. La posición
oficial, al menos hasta 1536, está definida por el pensamiento
de Valdés expuesto en sus dos obras, que si bien en su
tiempo fueron piedra de escándalo, hoy nos hacen sonreír
levemente.
El
Diálogo de Lactancio y un arcediano interesa más
como documento de época que por la valía de su estilo.
Su prosa es llana, directa, a ratos elegante, en muchos momentos
atropellada, pero siempre chispeante por el tono de fina diatriba
o de grueso humor, con toque de fina observación a lo Maquiavelo.
La parcialidad es evidente. Valdes sólo ve una cara de
la realidad. En la Roma renacentista sorprende el pecado, el vicio
y el lujo, pero no tiene un elogio para la protección del
arte por esos mismos a los que critica. Lactancio expone el pensamiento
del autor y sus argumentos son harto débiles en muchas
ocasiones, cuando no tendenciosos en otras. Tampoco se puede afirmar
que sean «vulgarísimas acusaciones de sacristía»:
hay momentos en que la razón está de parte del autor,
aunque una innata tendencia a la hipérbole negativa reste
objetividad al diálogo.
Resuelta
definitivamente la paternidad de Diálogo de Mercurio y
Carón a favor de Valdes, ésta es la obra madura
y perfecta que define la actividad espiritual de un hombre y compendia,
al mismo tiempo, toda una corriente literaria satírica
nacida en la Grecia posclásica y que, latente en forma
de Danzas a lo largo de la Edad Media, encontró su verdadera
expresión en esta época. El diálogo lucianesco
sirvió a v. para exponer sus anhelos de sed e infinito,
para desnudar su alma llena de paz interior en violento y desgarrado
contraste con una serie de figuras encarnadoras de un cristianismo
huero y retórico. El obispo y el predicador, el rey y el
duque, el hipócrita, etc., forman una galería de
almas rutinarias, sin deseo de renovación y que con su
egoísmo causan más daño que provecho a la
Iglesia. Frente a ellas están las almas buenas con su doctrina
intimista rayana en el iluminismo y paliada por el chispeante
diálogo político de Mercurio y Carón. Su
ideología está muy lejos de nuestra mentalidad,
pero no olvidemos que Valdés vivió uno de los momentos
más trascendentales de la historia y fue uno de sus intérpretes
y, más aún, uno de los hombres que con más
pasión los vivió.
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Biografía
JUAN LUIS VIVES
Como
anticipo de las tesis desarrolladas en su próximo libro,
el filólogo Francisco Calero propone un giro copernicano
en la literatura renacentista española, al atribuir a Juan
Luis Vives la autoría del Lazarillo y otras tres importantes
obras.
Voy
a intentar demostrar en este artículo la autoría
de cuatro obras clave del Renacimiento español que aparecieron
como anónimas: Diálogo de Mercurio y Carón,
Diálogo en que particularmente se tratan las cosas acaecidas
en Roma el año MDXXVII, Diálogo de la lengua y Lazarillo
de Tormes.
La
tesis mejor fundamentada hasta ahora es la de la profesora Rosa
Navarro, expuesta brillantemente en su reciente libro Alfonso
de Valdés,
autor del Lazarillo de Tormes. Estaba cerca la profesora Navarro
porque Alfonso
de Valdés
era amigo de Luis
Vives,
el verdadero autor de las cuatro obras. Para demostrarlo hay que
dar dos pasos previos: el primero es que Vives
es el autor del Diálogo de Mercurio y Carón, y el
segundo es que también es el autor del Diálogo de
la lengua. Para que tal autoría no vaya resultando extraña
quiero advertir desde el principio que Vives
desde sus años jóvenes había dado muestras
de poseer extraordinarias cualidades literarias.
Se
me podrá decir que sí, pero que él se expresaba
en latín. A la objeción respondo que también
escribía en castellano, y lo fundamento en el testimonio
del propio Vives
en una carta de 1527 a su amigo Juan de Vergara, en la que dice:
«Pues tengo la persuasión de que en la publicación
de nuestros libros con frecuencia abusamos de nuestro trabajo
y del lector, con perjuicio del fruto de la obra en la que comenzaré
a hispanizar», esto es, empezaré a escribir en
español.
¿Un
anónimo firmado?
El
primer paso es demostrar que el Diálogo de Mercurio y Carón
es de Vives.
¿Qué es lo que sabemos de cierto acerca de su autoría?
Sólo que el autor quiso ocultarla. Así se dice expresamente
en su introducción: «Algunos heran de pareçer
que devía poner aquí mi nombre. No lo quise hazer
porque no pareçiesse pretender yo desto alguna honra, no
meresçiéndola». Es evidente que además
de ésta había otras razones para hacerlo.
En
el cuerpo de la obra aparece una carta firmada por Alfonso
de Valdés,
y de inmediato surge la pregunta: ¿es lógico que
quien quiere ocultar su autoría publique una carta suya
firmada? La respuesta tiene que ser negativa, y es porque Alfonso
no era el autor de la obra. Esto parece evidente pero no es definitivo.
¿Cómo he llegado a la deducción de que el
autor es Luis
Vives?
He traducido varias obras suyas y, al releer el Diálogo
de Mercurio y Carón, me parecía estar leyendo al
mismo Vives.
Tan grandes son los parecidos en cuanto a la forma y al pensamiento
que tengo la absoluta seguridad de que tal diálogo sólo
puede haber sido escrito por él.
Examinemos en primer lugar la forma. El Diálogo de Mercurio
y Carón está estructurado según el modelo
de los Diálogos de los muertos de Luciano. En él
intervienen el dios Mercurio y el barquero Carón, quienes
dialogan con las almas que llegan al infierno o que se dirigen
al cielo. Como hilo conductor aparece la narración de hechos
históricos, principalmente referidos a la actuación
de los españoles en Italia desde los tiempos del Rey Fernando
el Católico.
Pues
bien, Vives
había publicado en 1526 un Diálogo sobre las disensiones
de Europa y la guerra contra los turcos. Tiene también
la estructura de los Diálogos de los muertos, y en él
intervienen Minos (que actuaba como juez de las almas en los infiernos)
y el adivino Tiresias. Aquí también se cuenta de
forma parecida la actividad de los españoles en Italia,
empezando desde Alfonso V el Magnánimo.
Pero los parecidos no se quedan en la estructuración de
las dos obras, sino que se dan también (y de forma más
decisiva) en los pensamientos expuestos en ambas, así como
en otras obras de Vives. Expondré sólo algunos,
reservando el recuento exhaustivo para un cercano libro. En el
Diálogo de los turcos Minos se extraña de que lleguen
muchas almas al infierno y dice: «pues aquí caen
las almas tan apretadas como el granizo arrojado por algún
fortísimo torbellino»; se trataba de tiempo de
guerra.
En
cambio, en el Diálogo de Mercurio Carón se muestra
triste porque había oído que el Emperador y el Rey
de Francia harían la paz y, por tanto, no le llegarían
almas. Se dice en el Diálogo de Mercurio: «Entré
en los templos y vilos llenos de vanderas y de escudos, lanças
y yelmos, y pregunté si eran templos dedicados a Marte,
dios de las batallas, y respondiéronme que no sino a Jesu
Christo».
En
su obra De concordia et discordia in humano genere dice Vives:
«Lo que en verdad no es humano sino bien salvaje [...] es
el hecho de que colguemos de Cristo y de sus mártires las
insignias de nuestra crueldad [...]. Los antiguos presentaban
a Marte, dios de las guerras, [...] signos de sus triunfos como
señal de agradecimiento». En la misma obra se afirma:
«¡Cuántos se han arrepentido de una guerra,
incluso iniciada favorablemente, y ninguno de la paz conquistada
con alguna desventaja o incluso injusticia!».
Y
en el Diálogo de Mercurio se expresa la misma idea: «Queriendo
más desigual paz que justa guerra». En el Diálogo
de los turcos se dice: «Se le ocurrió la idea
de reivindicar el patrimonio de San Pedro», y en el
Diálogo de Mercurio: «haría otro tanto
de todo el patrimonio de San Pedro». En el Diálogo
de Mercurio se critica la forma sofística de argumentar
propia de los escolásticos medievales de esta forma: «El
cabrón tiene barvas y nunca se las peina, tú tienes
barvas y nunca te las peinas, luego tú eres cabrón»,
y es bien sabido que Vives escribió
el más furibundo ataque contra tales sofistas en su obra
In Pseudodialecticos.
Maestro
de la dialogística
No
quiero multiplicar los ejemplos de algo que parece incontrovertible.
Pero permítaseme apuntar el argumento que me parece más
decisivo: tanto el Diálogo de Mercurio como el Diálogo
de las cosas tuvieron que ser escritos por una persona profundamente
interesada en la solución del problema de la pobreza y
la mendicidad, y Vives
escribió la obra más importante de todos los tiempos
sobre el pauperismo, De subventione pauperum.
Como
muestra un botón significativo: en el Diálogo de
Mercurio se dice: «Allende desto ordené un colegio
en que cien niños aprendiesen a vivir como cristianos»,
y en De subventione aparece la misma institución y ¡el
mismo número! «Recordando sólo una experiencia
entre innumerables, la de vuestra escuela de niños pobres,
que inaugurasteis hace diez años con inicios tan difíciles
que solamente eran sustentados allí dieciocho niños
y teníais el oculto recelo de que no hubiere medios suficientes
para mantener tal institución; ahora son alimentados alrededor
de cien».
Francisco
Calero
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Cultura
Francisco
Calero: «La autoría del Lazarillo a Luis Vives no
admite duda ni disputa; es incontrovertible»
Texto: Antonio Astorga; Foto: Sigefredo
En
Blanco y Negro Cultural le daba ayer un giro copernicano de 360
grados a la autoría del Lazarillo: «Fue
Luis Vives», asegura tajante tras quince años
de leerlo en latín. El debate prosigue.
-¿Por
qué cree que su tesis es incontrovertible?
-Si
los estudiosos hubieran leído en latín a Vives,
se habría dado antes con el autor del Lazarillo: Luis
Vives,
que escribió toda su obra, salvo «Diálogo
de Mercurio y Carón», «Diálogo
en que particularmente se tratan las cosas acaecidas en Roma el
año MDXXVII», «Diálogo de la
Lengua» y el Lazarillo (de las que demuestro su autoría
en el artículo de Blanco y Negro Cultural de ayer) en latín.
Al creador del Lazarillo se le ha buscado siempre entre quienes
habían escrito en español. Nadie pensó que
un escritor en latín hubiera podido crear una obra tan
genial en castellano. Próximamente publicaré mis
estudios con la autoría de las anteriores obras asignándolas
ya a Vives
(editadas, ojalá, por el Ayuntamiento de Valencia) y reflejaré
los pasajes que coinciden. Parece algo incontrovertible; lo que
yo propongo es una revolución en la interpretación
de las obras.
-¿En
qué fundamenta usted la atribución del Lazarillo
a Vives?
-Ofrezco
argumentos de dos tipos. Unos, comparativo-literarios, demuestran
los parecidos entre algunas escenas de «Diálogo
de Mercurio y Carón» y el Lazarillo, así
como de la estructuración partiendo de «La Celestina».
La profesora Rosa Navarro sostiene que el modelo del Lazarillo
es «La Celestina». Vives
sentía un gran aprecio por esta obra, de la que hace un
elogio por la moralidad: es decir, porque «La Celestina»
al final termina con el castigo de las personas que llevaban mala
vida y Vives
de ahí extrae una moralidad. La moralidad va a ser el último
fin del Lazarillo. Vives
poseía un conocimiento extraordinario de los autores clásicos
(griegos y latinos) y se refiere a la traducción de «El
asno de oro», de Apuleyo. Otros argumentos son lingüísticos:
por ejemplo, en el Lazarillo aparecen diminutivos como «concheta»
o «camareta» que se atribuyen a italianismos.
Y no, son valencianismos, como «filleta» o
«cadireta». Vives
nombra varias veces las naranjas y las limas y se refiere también
a las conservas de Valencia. En el Lazarillo aparecen varias alusiones
a los juegos de pelota y Vives
era un estusiasta de esos juegos. De hecho, la primera descripción
del juego del tenis aparece en su obra «Linguae latinae
exercitatio». Y por el Lazarillo circulan varias palabras
técnicas referidas a esos juegos. Un verbo que aparece
en el «Diálogo de Mercurio y Carón»
y en el «Lazarillo» es turar por durar. Hay
varias alusiones en el Lazarillo a la derrota de los Gelves. Se
mencionan la guerra de las comunidades, a las que se refiere Vives
en otras obras, y las Cortes celebradas por Carlos V en Toledo,
que Vives
conocía perfectamente porque recibía una paga del
Emperador. El transfondo social de mendicidad, de pauperismo en
el Lazarillo, es un reflejo de la preocupación esencial
de Vives:
la solución de los problemas de la pobreza.
-¿Cómo
empezó su investigación?
-Tras
la lectura del libro de la profesora Rosa Navarro «Alfonso
de Valdés,
autor del Lazarillo de Tormes». Pero con la particularidad
de que llevo trabajando quince años en las obras de
Vives,
he traducido muchas de ellas y las tengo en la memoria. Noté
que había unas concordancias extraordinarias entre lo expresado
en el «Diálogo de Mercurio y Carón»
y algunas obras de Luis
Vives,
quien tenía que haberlo escrito sobre todo porque su estructuración
es exactamente igual a otro diálogo que escribió
en latín: «Diálogo de los turcos».
Muchísimas ideas y pensamientos se repiten en estas dos
obras. He recogido unos 50 pasajes en donde se da una coincidencia
de pensamiento entre esos dos diálogos. Existen numerosos
parecidos entre el «Diálogo de Mercurio y Carón»
y el Lazarillo. Ese diálogo gira en torno a que varias
almas pasan al infierno llevadas por Carón y se establece
un diálogo entre dioses y almas. Y en algunas de las almas
se reflejan episodios del Lazarillo.
-¿Cómo
pudo un humanista escribir el Lazarillo?
-Para
escribir esa obra se necesitaba un genio literario fuera de lo
común. Alfonso
de Valdés
no lo tenía; Luis
Vives
sí. Y dio muestras, desde muy joven, de poseer una gran
imaginación en obras muy breves escritas a los 20 años
como «Diálogo sobre la dignidad del hombre»,
«La ovación de la Virgen María»
y «El triunfo de Jesucristo». Vives,
cima del pensamiento universal, creó obras rompedoras y
revolucionarias. Por ejemplo, «De subventione pauperum»,
la primera y más importante escrita sobre los problemas
de la mendicidad, la pobreza y sus soluciones. Y esa obra está
muy conectada con el transfondo de mendicidad, pobreza y sentido
moral de la pobreza del Lazarillo. Vives
poseía un sentido irónico y satírico de la
vida que recibió a través de Luciano y de Erasmo,
de quien era muy amigo. Todas las tesis últimas sobre la
autoría del Lazarillo han girado en torno al círculo
de Vives,
sin que se aproximaran a él.
-¿Por
qué no firmó Vives
entonces el Lazarillo?
-Porque
no podía. Vives,
que era de origen judío, salió de España
y no pudo volver. Sus padres fueron perseguidos por la Inquisición;
su madre, después de muerta, exhumada para ser quemada.
Ni pudo volver a España ni pudo firmar algo que hiciera
sospechar a la Inquisición, cuyo poder era enorme.
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Comentario
KLEMENS LÖFFLER
Sus
capacidades le dieron una pronta promoción y acompañó
a Carlos V en 1520 en el viaje desde España a la coronación
en Aachen, y en 1521 a la Dieta de Worms.
Desde
1522 fue secretario de la cancillería imperial y como secretario
escribió un importante número de papeles de estado:
en 1525, redactó el informe de la batalla de Pavía;
en 1526 el enérgico, gráfico, y a veces deliberadamente
sarcástico documento de estado dirigido al Papa Clemente
VII, en el que era estigmatizada la infidelidad del Papa, y se
realizaba una apelación a la convocatoria de un Concilio
Ecuménico.
Después
de la captura y saqueo de Roma en 1527, Valdés
escribió el diálogo "Lactantius"
en el que atacaba violentamente al Papa como perturbador de la
paz pública, instigador de la guerra, y embaucador pérfido,
anunciaba el juicio de Dios como destino de Roma, y calificaba
a los Estados de la Iglesia como el dominio peor gobernado del
mundo. El diálogo fue impreso en 1529 y fue ampliamente
difundido.
El
nuncio papal en Madrid, Baldassare Castiglione, presentó
una acusación ante la Inquisición, pero las pruebas
no sirvieron de nada porque Carlos V tomó a su siervo bajo
su protección, mientras que el gran inquisidor a su vez
declaraba que no era herético hablar contra la moral del
Papa y de los sacerdotes. En consecuencia decidió que el
diálogo no era calumnioso.
Valdés
fue un pleno entusiasta de las ideas de Erasmo de Rotterdam y
busco ganar dinero para ellas en España. En 1529 acompañó
al emperador por Italia, Alemania, y Holanda. En la Dieta de Augsburgo,
en 1530, fue un negociador influyente con Melanchthon y los Protestantes,
y se reunió con ellos en un clima pacífico y conciliador;
a pesar de que no pueda decirse que compartiera sus puntos de
vista o mostrara comprensión por los motivos de Lutero;
sus puntos de vista eran únicamente los de un hombre de
Estado.
En
Octubre de 1531, escribió desde Bruselas la carta de felicitación
a los Católicos de Suiza después de la victoria
sobre Zwinglio.
Era
hermano de Juan Valdés, del movimiento herético
de Nápoles, muchos de cuyos seguidores terminaron apostatando.
KLEMENS
LÖFFLER
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Noticias
relacionadas - Página digital
Una
investigadora de la Universidad de Barcelona atribuye la autoría
del 'Lazarillo de Tormes' a Alfonso de Valdés. -16/08/03
(España)
Una
investigadora de la Universidad de Barcelona atribuye la autoría
del 'Lazarillo de Tormes' a Alfonso
de Valdés
La
catedrática de Filología Hispánica de la
Universidad de Barcelona Rosa Navarro ha asegurado que el autor
de 'El Lazarillo de Tormes', obra cumbre de la picaresca
española, fue el secretario de cartas latinas de Carlos
V, el erasmista Alfonso
de Valdés.
El
estudio, que ha durado tres años, se inició cuando
la profesora Navarro se dio cuenta de que faltaba una página
del prólogo
La
dos ediciones más antiguas que se conservan de 'El Lazarillo'
son de 1554, editadas en Burgos y Medina del Campo y ambas proceden
de una anterior, que a la vez proviene del original que fue editado
fuera de España -seguramente en Italia- después
de la muerte del autor, en 1532, estas dos últimas perdidas.
Navarro,
que ha dedicado los tres últimos años a investigar
el misterio de la autoría, que hasta ahora se había
considerado anónima, inició su investigación
al darse cuenta de que faltaba una página en el prólogo
de la obra, en la que el autor explicaría el argumento
y la intención de la obra y presentaría al personaje
protagonista, Lázaro, "instrumento de una aguda
crítica de origen erasmista a la corte y la iglesia".
El
marco temporal escogido para narrar la historia -entre la derrota
de Gelves (1510) de Fernando el Católico y la entrada de
Carlos V en Toledo en 1525- es otra evidencia que apoya la argumentación
de Navarro. Según informó ayer la investigadora
en un comunicado, "sólo un fiel e inteligente cortesano
como Valdés
podría haber escogido con tanta finura el momento que cierra
la evocación de Lázaro".
Navarro
tiene en cuenta también que las otras obras conocidas de
Alfonso
de Valdés,
'Diálogo de las cosas acaecidas en Roma', 'Diálogo
de Lactancio y un Arcediano' y 'Diálogo de Mercurio
y Carón', fueron atribuidas a su hermano Juan hasta
finales del siglo XIX y principios del XX.
El
mismo Juan de Valdés se tuvo que exiliar a Italia, perseguido
por la Inquisición, después de la publicación
de su 'Diálogo de doctrina cristiana' (1529). "Por
tanto, -afirma Navarro- no es extraño que el 'El
Lazarillo' viviera oculto tantos años. Sólo la mutilación
de su texto oscureció algo su sentido y permitió
que saliera a la luz en España a principios de los años
cincuenta del siglo XVI, pero la Inquisición acabó
prohibiéndolo en 1559".
La
profesora Navarro realizará durante este verano diversas
conferencias en universidades españolas para dar a conocer
los resultados de sus investigaciones. Asimismo, los alumnos de
su asignatura han creado la página ( www.elazarillo.net
) para difundir el descubrimiento y crear un espacio de debate
que recoja opiniones y publicaciones relacionadas; informó
La Estrella.
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02-01-04
- Lazarillo secreto
La
Junta de Extremadura en 1995, con gran acierto, adquirió
-dada su procedencia- y para el patrimonio bibliográfico
extremeño, un pequeño lote de libros (10 impresos
y uno manuscrito) del siglo XVI, que aparecieron emparedados en
las obras de rehabilitación de un inmueble en Barcarrota.
Éste hecho no pasaría de anécdota libresca
de no ser porque entre los libros que conformaba la hoy conocida
como 'Biblioteca de Barcarrota' figura un ejemplar único
de una edición ignorada del Lazarillo de Tormes impresa
en Medina del Campo (1554). Esta novela, la más emblemática
de la literatura picaresca española, viene rodeada de una
aureola mítica extraliteraria, porque cuatrocientos cincuenta
años después de su publicación es aún
un misterio quién fue su autor, cuándo se escribió
y cómo se publicó por primera vez (edición
princeps). Por todo ello, reúne todos los ingredientes
necesarios para ser 'objeto de culto' de los amantes de los libros.
Expondremos
brevemente los antecedentes bibliográficos del Lazarillo
de Tormes hasta hoy conocidos.
Tenemos
como cierto que las cuatro ediciones más antiguas son las
de Alcalá de Henares (1554), «nuevamente impresa,
corregida y de nuevo añadida en segunda impresión»
reza la portada del único ejemplar conocido y propiedad
del Museo Británico.
La
edición de Burgos (1554), el único ejemplar conocido,
fue subastado públicamente en Londres en 1958, perteneciente
al fondo Stanley. El representante español Xavier de Salas,
sólo pudo disponer de un crédito de 10.000 dólares
por lo que el ejemplar fue adjudicado al bibliófilo americano
Mr. John Fleming por el doble de esta cantidad. España
siempre lamentó tan sensible pérdida.
De
la edición de Amberes (1554), al editarse fuera de España,
se conservan seis ejemplares: Biblioteca Nacional (2 ejemplares),
Biblioteca Nacional de Viena (1 ejemplar), Hispany Society de
N.Y. (1 ejemplar), Fondo Tictnot de Boston (1 ejemplar) y British
Museum (1 ejemplar).
La
edición del Lazarillo de Tormes, impresa en Medina del
Campo (1554), es el único ejemplar de una edición
descubierta e ignorada hasta la fecha. Depositada hoy en la Biblioteca
de Extremadura, es conocida entre los ambientes académicos
como 'Lazarillo de Barcarrota'. Nótese la importancia que
adquiere el lugar de la procedencia o localización como
signo de distinción de las ediciones existentes del mismo
año.
Libro
exitoso
Estos
poquísimos ejemplares existentes hoy en día, impresos
el mismo año y en cuatro ciudades distintas, dan testimonio
del éxito editorial de la novela en su tiempo y de la persecución
implacable por la Inquisición cuando fue incluída
en el Catálogo de Libros Prohibidos (Valladolid, 1559).
El
binomio «autor desconocido y libro prohibido»,
garantizaron un éxito editorial, convirtiéndose
así la obra en objeto del deseo de todos los reformistas
y contrarreformistas, atribuyendo la autoría a uno u otro
según conveniencias (o rumores) del momento.
Es
sabido por todos los amantes de las buenas letras que el Lazarillo
de Tormes es obra anónima porque el autor, -finísimo
escritor y erasmista-, ocultó su identidad a la censura
inquisitorial. El autor utiliza a Lázaro muy inteligentemente
para hacer una aguda crítica tanto a la Iglesia como a
la Corte de Carlos V, ambientes que le eran familiares.
Pasados
los años, los estudiosos atribuyeron la paternidad de la
obra a Juan de Ortega, colaborador personal de Carlos V, ya que
tras su fallecimiento apareció en su celda una copia manuscrita
del Lazarillo.
Es
principio aceptado entre todos los conocedores del mundo del libro
antiguo que el manuscrito entregado a la imprenta estaba irremisiblemente
perdido y deteriorado por el uso y abuso de los operarios de las
artes gráficas. Diego Hurtado de Mendoza, poeta de carácter
burlesco, ha sido citado durante siglos como el autor más
probable.
El
descubrimiento de nuestro 'Lazarillo de Barcarrota' removió
las tranquilas aguas que riegan el conocimiento bibliográfico
sobre la obra. Desde ese momento, catedráticos de literatura,
filólogos e investigadores han atribuido la misma a distintos
escritores coetáneos. José Luis Madrigal señala
la autoría de la obra a Francisco Cervantes Salazar y Rosa
Navarro a Alfonso
Valdés.
Hace unos días el latinista, Francisco Calero, señalaba
que todas las obras de autoría anónima, que tradicionalmente
eran atribuidas a Alfonso
Valdés
como El Lazarillo, pertenecen al valenciano
Juan Luis Vives.
Sobre
esta materia nos seguiremos moviendo en el mundo de las conjeturas
que cada profesor presenta con argumentaciones certeras, hasta
que aparezca la prueba definitiva que demuestre de una forma irrefutable
la autoría del famoso anónimo. Según Carlos
Claveria, lo ideal para ello sería localizar la edición
princeps del Lazarillo de Tormes fechada en Lovaina, 1528 (fecha
y lugar donde vivía Juan
Luis Vives).
JOAQUÍN
GONZÁLEZ MANZANARES (UBEX)
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El
enigma del Lazarillo
El
profesor Francisco Calero ha atribuido la autoría del Lazarillo
a Luis Vives, como recogieron Blanco y Negro Cultural y ABC. Es
la tercera asignación en un año, tras la de José
Luis Madrigal (a Francisco
Cervantes de Salazar)
y Rosa Navarro (a Alfonso de Valdés). Madrigal y Navarro
desmontan la tesis de Calero; éste la de los anteriores
y él la de ella y ella la de él. Lázaro,
vive
Veamos
qué opinan de la tesis del profesor
Francisco Calero
(que atribuye el «Lazarillo» a Juan
Luis Vives)
dos apasionados por el Lazarillo como J. L. Madrigal y Rosa Navarro.
-José
Luis Madrigal: Es una tesis que no tiene ningún fundamento
lógico o empírico y carente del mínimo rigor
filológico.
-Rosa
Navarro:
Calero parte de premisas falsas y de la ignorancia de datos: existen
pruebas de que Alfonso
de Valdés
es el autor del «Diálogo de Mercurio y Carón»,
y él las ignora. El Dr. Vélez, censor inquisitorial,
en marzo de 1531, dice del manuscrito de «Mercurio y
Carón» que le había cogido al canónigo
Diego de Valdés: «Compuso este libro su hermano
Alonso de Valdés, secretario de su Majestad para las cosas
de latín», como puso de manifiesto Marcel Bataillon
en 1925. Lo que más me duele es que el profesor Calero,
que aplaude en general mi argumentación, la utilice para
quitarle no ya el Lazarillo, sino su segundo «Diálogo»
a Alfonso
de Valdés.
-Dice
Calero que para escribir el Lazarillo había que poseer
«un genio literario fuera de lo común»
y añade que «Alfonso
de Valdés
no lo tenía». ¿Poseía ese genio
Vives?
-J.
L. M.: Por supuesto que lo tenía. Pero también lo
tenían Garcilaso o Fernando de Rojas y ninguno de los dos
lo escribió. Eso no es un argumento serio. Además,
hay que tener presente que el «genio literario»
de Vives
se manifiesta sólo en latín y nunca en obras de
ficción.
-R.
N.: El profesor Calero tiene razón en decir que sólo
un escritor genial pudo escribir el «Lazarillo».
Alfonso
de Valdés
es indiscutiblemente el mejor prosista de la primera mitad del
siglo XVI, es un humanista que se cartea con Erasmo y otros grandes
humanistas europeos, que participó en la dieta de Augsburgo
intentando evitar el cisma luterano (no hay más que leer
las espléndidas cartas que escribe al cardenal Accolti
para ver su espíritu conciliador, su comprensión
de la delicadísima situación y su prosa expresiva,
con giros semejantes a los del «Lazarillo» y sumamente
elegante). El autor del «Lazarillo» sólo
podía ser, además, un erasmista convencido: Lázaro
no habla tanto de sí mismo como de sus amos; ese es el
objetivo del relato. Cervantes de Salazar, amigo del censor del
«Lazarillo», es sólo un mediocre escritor,
que tuvo en sus manos una edición del «Lazarillo»
y que tomó de ellas algunas expresiones. El «Lazarillo»
está fechado por la entrada del Emperador en Toledo, el
27 de abril de 1525; sólo pudo escribirse poco después
(hacia 1530). Cervantes de Salazar parece que nació hacia
1514 (en 1530 tendría unos 15 ó 16 años),
y era toledano. Vives es un espléndido escritor en latín,
no en vulgar. Y no pudo escribir de ninguna manera una obra como
el «Lazarillo». Argumentarlo me sería
muy fácil; de todas formas, como el profesor Calero se
apoya sobre todo en mis datos, no hay más que negarle tal
apoyo, porque yo demostraba cómo todos ellos eran lecturas
de Alfonso
de Valdés,
como atestiguan sus otras dos obras (que también ofrecen
huellas de tales lecturas).
-Considera
Calero que la tesis mejor fundamentada era la de la profesora
Navarro «argumentada brillantemente en su reciente libro
«Alfonso
de Valdés, autor
del «Lazarillo de Tormes»». Y arguye que
«estaba cerca, porque Alfonso
de Valdés era
amigo de
Luis Vives».
¿Qué juicio les merece?
-J.
L. M.: Es un planteamiento absurdo. Calero debe estar bromeando.
Con ese tipo de argumentación podríamos demostrar
que el Lazarillo lo escribió Juana la Loca en sus momentos
de lucidez.
-R.
N.: Le agradezco mucho el adverbio de modo. Pero no sólo
estoy devolviendo el «Lazarillo» a su autor,
Alfonso
de Valdés;
estoy además fechando la obra hacia 1530 (veinte años
antes de lo que se decía), estoy indicando cómo
el último párrafo del prólogo es ya el comienzo
del relato de Lázaro, el principio de la obra, mal fundido
con ese prólogo del autor a los lectores, porque en él
ya habla Lázaro a Vuestra Merced; añado también
que ese interlocutor es una dama, que se confiesa con el arcipreste
de San Salvador, y que está por ello muy preocupada por
«el caso», que, como ya dijo el profesor Francisco
Rico -sagacísimo- en 1969, es el auténtico
objetivo del relato, de la declaración de Lázaro.
Estoy, por tanto, cambiando el sentido de la obra con mi investigación
(da cuenta de ella la página web: www.ellazarillo.net.
De
Cervantes de Salazar se dice que también conoció
a
Luis Vives
en Flandes y que escribió su biografía. ¿Es
así?
-J.
L. M.: Cervantes de Salazar conoce a Vives
en la primavera de 1539, pero debió ser una relación
breve, tal como se desprende de la semblanza biográfica
que sobre él escribió Cervantes años después.
Vives en 1539 es un hombre ya mayor, achacoso (muere un año
después) y lo último que puedo imaginarme es que
se decidiera a escribir el Lazarillo en colaboración con
un jovencito toledano.
-R.
N.: Yo no hago filología-ficción ni puedo opinar
sobre ella.
-La
autoría del Lazarillo, ¿es un enigma o un acertijo
que provoca pasiones entre los filólogos?
-J.
L. M.: La autoría del Lazarillo es un problema. Ante ello,
caben dos opciones: declarar que es un problema insoluble o intentar
buscar una solución. Quienes optan por la segunda opción
deben, sin embargo, ser muy rigurosos. Peor que un Lazarillo anónimo
es un Lazarillo con autor fraudulento.
-R.N.:
Sí, y es lógico. Es, junto con el «Quijote»,
la obra capital de nuestra literatura. Lo curioso es que me he
encontrado con una gran oposición a quitar el rótulo
de «Anónimo»; ¡Cómo si un libro
pudiera ser hijo de la piedra!
-El
académico Francisco Rico declaró en ABC (8 de diciembre
de 2002) que el Lazarillo es una obra que está firmada
y bien firmada por Lázaro de Tormes. ¿Lo ven así
ustedes?
-J.
L. M.: Francisco Rico tiene razón si nos atenemos a la
literalidad del texto. La carta está, en rigor, «escrita»
por Lázaro de Tormes. Pero si seguimos por ese camino,
deberíamos concluir que el Quijote lo escribió Cide
Hamete y no Cervantes. La novela moderna y la literatura apócrifa
vienen las dos cogiditas de la mano. Eso Rico lo ve muy bien.
Y mucho antes, por supuesto, Miguel de Cervantes.
-R.
N.: Evidentemente no puedo estar de acuerdo con mi admirado maestro.
Lázaro de Tormes no habla a los lectores al comienzo de
la obra; lo hace el escritor, Alfonso
de Valdés.
Esta es una de las consecuencias de mi demostración de
que en el prólogo están fundidos dos discursos distintos
(el del escritor y el del personaje) porque el impresor
español no vio que se había arrancado un folio y
unió dos partes distintas. Lázaro además
no sabe escribir y no escribe: habla, como ya dijo en 1987 otro
gran Maestro, Claudio Guillén.
-En
esa entrevista con ABC, Francisco Rico añadía que
le teoría sobre Cervantes de Salazar «está
equivocada, pero no es ninguna tontería. Cervantes de Salazar
-decía Rico- sin duda comparte algunos rasgos con
los que hubo de tener el autor del Lazarillo. Pero ahí
se acaba todo. También una estudiosa muy inteligente y
muy fina, Rosa Navarro, acaba de publicar un libro en el que,
junto a perspicaces observaciones, atribuye la novela a Alfonso
de Valdés.
Pero los contactos propios de escritores, de fechas, mentalidades
o temáticas cercanas no pueden confundirse con pruebas,
ni siquiera indicios de autoría». ¿Qué
opinan? ¿Cómo defenderían sus atribuciones?
-J.
L. M.: Rico no había leído mi estudio cuando dijo
eso. Y no digo que esté ahora de acuerdo con mi teoría
(que no lo está), pero mi atribución se basa
en algo más que en meros contactos entre escritores coetáneos,
mentalidades o temáticas. Todo eso, como dice Rico, no
serían más que indicios. El peso de mi atribución
reside, sobre todo, en los datos internos, es decir, en las coincidencias
verbales que encuentro entre el idiolecto de Cervantes de Salazar
y el Lazarillo.
-R.
N.: Cuando hizo esas declaraciones sólo había publicado
yo dos artículos; el maestro Rico tuvo la generosidad de
citarme y así contribuyó a divulgar el objetivo
de mi investigación, cosa que le agradecí mucho.
Desde entonces he publicado tres libros, está a punto de
salir una edición mía del «Lazarillo»
y tengo ya en el telar dos nuevos artículos con muchos
más datos. Al estar en el camino adecuado y saber muy bien
qué es lo que busco, se me acumulan los hallazgos. Invito
a los lectores a que lean mi último ensayo, publicado por
la Excma. Diputación de Cuenca: «Lazarillo de
Tormes y las lecturas de Alfonso
de Valdés».
-La
forma autobiográfica (el uso de la primera persona que
relata su propia vida), ¿concede verosimilitud al Lazarillo
o es pura ficción?
-J.
L. M.: Todo animal literario (incluido un crítico)
entremezcla continuamente realidad y ficción en su vida
y en su obra. Es inevitable. El Lazarillo es una autobiografía
imaginada, pero la aceña donde nace Lázaro en la
ribera del río Tormes existía en la época.
Ese dato es histórico. No es una invención. Y por
ahí es como podemos empezar a acercarnos al autor del Lazarillo.
-R.
N.: Lo que no era verosímil era que el pregonero de Toledo
citara a Plinio, a Horacio, se preocupara de sus lectores, quisiera
conseguir fama con su libro. Y no lo era porque Lázaro
no había ido a la escuela. El comienzo de la obra indicaba
la voz y la escritura de un autor culto. Cuando empieza a hablar
Lázaro («Suplico a Vuestra Merced...»),
sí es verosímil la narración porque es oral,
incluso tiene anacolutos. Oímos «realmente»
a Lázaro; pero evidentemente es un personaje creado por
el escritor del prólogo; es el personaje de su libro.
-¿Cree
usted que el autor del Lazarillo prefirió permanecer en
el anonimato por la crítica que hacía al clero?
¿Ocultó su nombre por insatisfacción artística
(el escaso desarrollo de los últimos capítulos),
por el temor a consecuencia de la sátira social que alberga
la obra o por pavor hacia la Inquisición?
-J.
L. M.: En la primera mitad del siglo XVI hay muchas obras de ficción
de carácter burlesco que se publican anónimas. El
«Lazarillo» no es una excepción, sino
casi, casi la regla. Además, por supuesto, hay un trasfondo
de crítica social y religiosa indudable, lo que provocará
pocos años después que el libro se prohíba.
Todo ello explica, pues, que el autor ocultara su nombre, aunque,
en mi opinión, camuflado debajo de un anagrama: «Lázaro-Salazarus».
R.
N.: Alfonso
de Valdés
no puso su nombre en sus dos «Diálogos»;
ni tampoco los vio impresos. El contenido de sus tres obras -una
sátira contra una iglesia corrupta- no hacía
posible que figurara su nombre ni que se imprimieran. No hay que
olvidar además que a su tío materno, Fernando de
la Barrera, capellán de la iglesia de San Salvador de Cuenca,
lo mandó quemar la Inquisición en 1491, acusado
de ser judío relapso. Poner su nombre en la obra era un
riesgo que Alfonso
de Valdés,
de origen converso (a quien Castiglione, el nuncio del Papa,
denunció e intentó que lo procesaran), no podía
correr; tampoco lo había puesto, como digo, en sus otras
dos obras.
-¿Qué
opina José Luis Madrigal de la tesis de Rosa Navarro (Alfonso
de Valdés)
y Navarro de la tesis de Madrigal (Cervantes de Salazar)?
-J.
L. M.: Remito al interesado a la revista «Ínsula»,
que publicó en noviembre (número 683) un magnífico
resumen de Aldo Ruffinato sobre anteriores y recientes atribuciones.
-R.
N.: Si el lector ha leído lo que he ido diciendo, sabe
muy bien qué opino sobre la tesis de José Luis Madrigal.
No tiene razón alguna, pero es una persona muy amable y
encantadora.
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09-07-04
- LITERATURA
Barcarrota incluye un ejemplar del Lazarillo
MÉRIDA.
El autor del 'Lazarillo de Barcarrota' fue el secretario
de cartas latinas de Carlos V, Alfonso de Valdés, según
la filóloga Rosa Navarro. Entre los libros hallados en
Barcarrota en 1992 figura un ejemplar único de una edición
ignorada de 'Lazarillo de Tormes', impresa en Medina del
Campo en 1554.
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La
Editora Regional de Extremadura edita un facsímil de una
edición de 1554 de 'El Lazarillo de Tormes'
MERIDA,
30 Ene. 2005 (EUROPA PRESS) -
La
Editora Regional de Extremadura presenta entre sus últimas
novedades un ejemplar facsímil de una edición de
'El Lazarillo de Tormes' fechada en 1554, que fue encontrada
en 1995 en la localidad pacense de Barcarrota, y que hasta entonces
era desconocida.
'La
vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades'
es una obra de 128 páginas que sale al mercado a un
precio de 71,50 euros y que está acompañada por
un estudio introductorio de Jesús Cañas Murillo.
Este
tomo es el resultado de un volumen encontrado en 1995, junto a
un conjunto de libros del siglo XVI, en la localidad extremeña
de Barcarrota, en la provincia de Badajoz. De todos ellos, uno
revestía una importancia especial, puesto que constituía
una nueva edición, hasta entonces desconocida, del Lazarillo
de Tormes, fechada en Medina del Campo, en el año 1554.
Se
conocían otras tres ediciones, realizadas en Burgos, Alcalá
de Henares y Amberes, de las que existen muy pocos, o ejemplares
únicos igualmente. La edición de Medina del Campo
resulta ser una de las más hermosas y cuidadas por su texto
y por los elementos que la exornan en portada e ilustraciones.
Asimismo,
la Editora Regional de Extremadura ha elaborado, con motivo del
décimo aniversario de su descubrimiento, una edición
"arqueológica" como la que ya realizó
con anterioridad, dentro de su colección La Biblioteca
de Barcarrota.
Por
otro lado, la Editora Regional de Extremadura ha reeditado "Una
buena temporada", de Javier Cercas, una obra fundamental
para comprender los intereses estéticos de este autor extremeño,
nacido en Ibahernando (Cáceres), y autor también
de "Soldados de Salamina".
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02-08-07
- El Lazarillo de Tormes fue escrito por un filoprotestante español
Una investigadora de la Universidad
de Barcelona (UB) asegura que su autor es Alfonso de Valdés,
el secretario de cartas latinas del emperador Carlos
V. El erasmista y filoprotestante Alfonso
de Valdés es, según las
investigaciones de la catedrática de Filología Hispánica
de la Universidad de Barcelona (UB) Rosa
Navarro, el autor del “Lazarillo
de Tormes”, obra hasta ahora considerada de autor anónima.
La profesora Rosa
Navarro, que ha investigado durante tres años
la autoría del “Lazarillo”,
inició sus trabajos al darse cuenta de que faltaba una
página en el prólogo de la obra.
En esa página, el autor
explicaría el argumento y la intención de la obra
y presentaría al personaje protagonista, Lázaro,
instrumento de una crítica de origen erasmista en la corte
y la Iglesia católica.
Las dos ediciones más
antiguas del “Lazarillo”
están fechadas en 1554, editadas en Burgos
y Medina
del Campo; pero ambas se han perdido. Proceden de una
anterior, que al mismo tiempo procede del original, editada fuera
de España -quizá en Italia- tras morir
el autor en 1532.
HIPÓTESIS CONTRASTADA
Otros detalles que apoyan la argumentación de la investigadora
son el marco temporal escogido para narrar la historia de Lazarillo,
entre la derrota de Gelves (1510) de Fernando el Católico
y la entrada del emperador Carlos V a Toledo en 1525, para celebrar
las cortes. Según Navarro,
“sólo un fiel e inteligente cortesano como Valdés
podía haber escogido con tanta finura el momento que cierra
la evocación de Lázaro. La Inquisición acabó
prohibiéndolo en 1559?, ha explicado Navarro
EL EJE DE LA OBRA ES
LA CRÍTICA A LOS CLÉRIGOS
El miedo a la Inquisición pudo llevar a Alfonso de Valdés
-erasmista, y filoprotestante, de origen judío y secretario
personal del emperador Carlos V- a ocultar su autoría
del Lazarillo
de Tormes. Así lo afirmó la catedrática
de Filología Hispánica de la Universitat de Barcelona,
Rosa Navarro,
en un curso de Arte y lenguaje organizado por la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo. Navarro
publicó en julio un libro que acaba con el anonimato de
la autoría del Lazarillo
de Tormes y adjudica esta obra a Alfonso
de Valdés.
Navarro
defiende que, lejos de ser una novela picaresca centrada en “un
pobre niño que pasa hambre y es digno de conmiseración”,
el eje de la obra es la crítica a los amos que tuvo el
Lazarillo, todos ellos clérigos. El temor a represalias
por sus críticas a la Iglesia católica -que
llevó a la hoguera al tío paterno de Alfonso de
Valdés y provocó el exilio de su hermano Juan, este
sí un conocido y “confeso” protestante- provocó
que el escritor no firmara un sólo texto, algunos claramente
anticatólicos, como “Diálogo de las cosas”
escritas en Roma, con duras críticas al Papa.
La filóloga aseveró
que, en el caso de que prosperen sus tesis, la autoría
de
De Valdés implicará la
revisión de las más de 150 ediciones que existen
actualmente de la obra, la de los libros de texto y fichas bibliotecarias,
que deberán asignar a Alfonso
de Valdés la autoría del
libro. También habrá que modificar el 1550 como
fecha de publicación y situarla 20 años antes, ya
que el autor murió en el 1532 a causa de la peste.
Fuente: REUTERS.
Redacción: ACPress.net
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05-03-10
- El Lazarillo no es anónimo
La paleógrafa Mercedes Agulló documenta que su autor
es Diego Hurtado de Mendoza. Fuente: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26742/El_Lazarillo_no_es_anonimo
La noticia es trascendental para
la historia de nuestra literatura. El Lazarillo, considerada como
la primera novela moderna, embrión del Quijote, no es anónimo,
como hasta ahora se ha venido considerando. La paleógrafa
más prestigiosa y reconocida en el mundo académico,
Mercedes Agulló, documenta en un libro que aparecerá
dentro de unos días en la editorial Calambur con el modesto
título de A vueltas con el autor del Lazarillo, que Diego
Hurtado de Mendoza -personaje fascinante del siglo XVI- es, con
toda probabilidad, su autor. Los papeles encontrados por Mercedes
Agulló en la testamentaría del cronista López
de Velasco, su albacea, así lo acreditan.
Primera documentación
sobre el autor del Lazarillo, por Pablo Jauralde
A la gran paleógrafa Mercedes
Agulló (Madrid, 1925) le debemos el hallazgo. Lleva Mercedes
décadas -toda su vida de investigadora, en realidad- revisando
inventarios de libros, buscando en fuentes documentales de todo
tipo, así que A vueltas con el autor del Lazarillo no
es el resultado de un hallazgo casual, sino de la tenaz persecución
de un hilo durante todo este tiempo.
La considerada como primera novela
moderna -embrión del Quijote- ha sido motivo de estudio
de los mejores especialistas. Durante los dos últimos siglos
se le han adjudicado autorías distintas y procedencias
estéticas e ideológicas muy diversas, pero nunca
se había encontrado un testimonio directo que lo relacionara
con un autor, y que permitiera un estudio documentado. El Lazarillo
se publicó en 1554 y, al poco tiempo, en 1559, sus supuestas
obscenidades e irreverencias lo llevaron al Catálogo de
Libros Prohibidos.
Quiere Mercedes Agulló
que quede claro que la casualidad no ha intervenido en su investigación.
Y para ello quiere empezar por el principio, por su Tesis doctoral,
que versó sobre La imprenta y el comercio de libros en
Madrid. Siglos XVI-XVIII.
- Para redactarla me fue necesario
consultar la documentación de Archivos parroquiales, Archivo
Histórico de Protocolos y el Histórico Nacional,
esencialmente. Entre esos documentos figuran muchos Inventarios
de libros, tanto de impresores y libreros, como de personajes.
Acabada la Tesis, no terminé yo mi tarea sino que la continué
con idea de hacer unas Adiciones, que en este momento
ya tengo preparadas para su publicación, una vez que la
Tesis está en Internet, para que al menos sea útil
y no esté sometida a saqueos. En estas Adiciones,
he prestado especial atención a los Inventarios y tasaciones
y, en mi búsqueda, di con el de los libros pertenecientes
a un abogado Juan de Valdés, dueño nada menos que
de casi 300 obras (todas inventariadas con su lugar de impresión
y año, lo que no es muy habitual). Más importante
todavía es que, junto al Inventario de ese Valdés,
su hermana y testamentaria realizó el de los bienes y libros
de Juan López de Velasco, de quien el abogado había
sido testamentario.
Papeles de López de
Velasco
|
En el centro de este manuscrito
podemos leer:"Vn legajo de correçiones
hechas para la ynpressión de Lazarillo y Propaladia".
Arriba, uno de los pocos retratos de Diego Hurtado
de Mendoza, autor de 'El Lazarillo'.
|
|
¡Ese Inventario sí
que es una auténtica joya y un centón de noticias!,
subraya Mercedes, que está preparando ya un trabajo sobre
ambas librerías (como se llamaban entonces
las bibliotecas). Nos recuerda la autora la importancia de este
personaje de la corte de Felipe II, cosmógrafo, gramático,
historiador, que poseía una biblioteca impresionante de
libros sobre América. Pero, lo más importante, López
de Velasco fue encargado (¿por el Rey?) oficialmente de
castigar el Lazarillo en 1573, es decir, de podarlo
y censurarlo para poder sacarlo del Catálogo de los libros
prohibidos.
Puede suponer -cuenta Mercedes-
con qué atención y minuciosidad leí ese Inventario.
Junto a un importantísimo bloque documental de papeles
americanos y una gran parte de las obras de San Isidoro (recogidas
en la Cartuja sevillana de Las Cuevas, en León, en Alcalá?
porque López de Velasco estaba trabajando en el tema),
se encontraba en una serie de serones y cajones el impresionante
lote de documentos acumulados por don Diego Hurtado de Mendoza
durante su larga vida -75 años- ya que al Cosmógrafo
Real se le había encargado la administración de
su hacienda. Ahí encontramos, al lado de Una copia
de Las guerras de Granada y otros papeles de la hacienda de Carmona,
dos líneas que dicen: UN LEGAJO DE CORRECCIONES HECHAS
PARA LA IMPRESIÓN DE LAZARILLO Y PROPALADIA.
Creo que estuve leyendo
y releyendo esas dos líneas no sé el tiempo?
añade.
Todo esto lo cuenta Mercedes Agulló con un garbo y una
memoria envidiables, impropios de sus 84 años desde su
casa de El Puerto de Santa María, donde vive con su perro,
su gato y millares de copias de legajos valiosos, que esconderán
sin duda secretos de nuestra literatura y nuestra historia. Ahora
trabaja sobre tapiceros y bordadores de los siglos XVI al XIX,
pero de lo que sí presumo -dice entre risas- es de
ser una buena paleógrafa.
La afirmación no es baladí
porque la lectura de documentos de los siglos XVI y XVII es una
tarea complicadísima, casi imposible, para el común
de los mortales. A partir de aquel hallazgo, la investigadora
confiesa haber invertido en el Lazarillo sus buenos cinco años,
¡ no siempre escribiendo, claro!, sino esperando libros
pedidos que tardaban meses en llegar y cuya petición tramitaba
Pilar Alcina, sin cuya ayuda no habría sido posible contar
con ellos. Cinco años de comprobaciones, lecturas,
porque un buen investigador debe siempre conocer, antes
de escribir una sola línea, lo que ya se ha dicho y escrito,
y en el caso del Lazarillo la bibliografía casi alcanza
la del Quijote?
Museos de Madrid
Mercedes fue directora durante
once años de los Museos Municipales de Madrid , que es
la actividad profesional de la que se siente más satisfecha.
De mí dependieron -cuenta con orgullo - el viejo
Museo (25 años cerrado hasta mi llegada) de la calle de
Fuencarral, el Arqueo- lógico, por algún tiempo
el Conde Duque y hasta la Ermita de San Antonio de la Florida.
Hicimos algunas de las Exposiciones más importantes sobre
Madrid; no le doy títulos porque fueron más de cincuenta,
y sus catálogos, hoy en su mayoría agotados, son
imprescindibles para el estudio de la Villa.
Cauta y rigurosa, aunque entusiasmada,
Mercedes Agulló insiste en que desde luego, nada
puede darse como absolutamente definitivo, pero el hecho de que
el legajo con correcciones hechas para la impresión de
Lazarillo se hallara entre los papeles de don Diego Hurtado de
Mendoza, me ha permitido desarrollar en mi libro una hipótesis
seria sobre la autoría del Lazarillo, que fortalecida por
otros hechos y circunstancias apunta sólidamente en la
dirección de don Diego.
-Su investigación da al
traste con dos siglos de estudios por parte de prestigiosos especialistas
y eruditos como Martín de Riquer, Blecua, Rico, Rosa Navarro...
-Hasta ahora, todas las atribuciones
del precioso librillo no han tenido base documental en que apoyarse.Trabajos
excepcionales han considerado diferentes aspectos de la obra,
la formación y lecturas de su autor, su conocimiento de
la sociedad de su tiempo, tan maravillosamente reflejada en la
obra, pero no había referencia a un texto que relacionase
autor y obra. Para mí todas las opiniones son aceptables
y todas tienen su justificación y son resultado de importantes
averiguaciones. Yo he analizado el tema desde el punto de vista
de un historiador?
A vueltas con el autor del Lazarillo
(Calambur) verá la luz dentro de unos días y conoceremos
entonces cuál es la reacción de los especialistas.
Probablemente haya que cambiar muchas cosas de los libros de literatura.
Mientras tanto, la investigadora me transmite esta petición:
Habrá que pedir al alcalde de Madrid que ponga una
placa de don Diego Hurtado de Mendoza en la calle de Toledo y
en la casa, que yo he localizado, donde murió.
Blanca BERASATEGUI
¿Quién era Diego
Hurtado de Mendoza?
Don Diego Hurtado de Mendoza
era un hombre fascinante. Fue el gran personaje público
del siglo XVI. Nació en la Alhambra en torno al 1500. Su
padre, Íñigo López de Mendoza, Capitán
General del Reino de Granada ejercía de gobernador, y el
joven Diego recibió una educación exquisita, contando
con los mejores preceptores de la época, como Pedro Mártir
de Anglería. Conocía el latín, el griego,
el hebreo y el árabe, entre otras lenguas. Fue delegado
del emperador Carlos V en el Concilio de Trento y embajador en
la corte de Inglaterra, en Roma y en Venecia, donde se convirtió
en una personalidad respetadísima, protector de Vasari
y Tiziano, entre otros.
Escribe Mercedes Agulló
en su libro A vueltas con el autor del Lazarillo que don
Diego Hurtado de Mendoza era un hombre de una pieza, que no tenía
miedo a nada, y que dirigió importantes acciones militares.
Representa como pocos el ideal renacentista de unión de
las armas y las letras. Hombre extrovertido y generoso,
adoraba a su hermana María Pacheco, mujer del comunero
Francisco Maldonado, para quien pidió el perdón
real. Mecenas de pintores y escritores, lector infatigable de
manuscritos, era nieto del Marqués de Santillana, amigo
de Gracián y santa Teresa de Jesús, y recibió
elogios literarios de Lope de Vega: ¿Qué cosa
aventaja a una redondilla de don Diego Hurtado de Mendoza?.
Su vida pública, en cambio, fue todo menos apacible: por
ejemplo, siendo gobernador de Siena fue acusado por sus enemigos
de irregularidades finacieras y el proceso que exigió para
demostrar su inocencia se falló treinta años después
con su absolución (1578).
Gozó del favor y del afecto
del Emperador Carlos V, pero Felipe II, sin embargo, lo detestaba
y fue ruin con él. La investigadora cree que el verdadero
motivo de su desafecto era el deseo del rey de hacerse con
la biblioteca de don Diego, una de las más destacadas en
la época, tanto en impresos como en su valiosísima
colección de manuscritos. Le regaló al rey seis
o siete baúles llenos de manuscritos árabes.
Tras un accidente se le gangrenó
la pierta, que tuvieron que cortársela. A los cuatro días,
el 14 de agosto de 1575, murió y fue enterrado en el Monasterio
de la Latina. La pierna amputada la habían enterrado antes,
en la sacristía de la iglesia de los Santos Justo y Pastor.
¡Ah, cuando le cortaron la pierna gangrenada, no usó
más anestesia que el rezo del Credo! ¡Échale
temple!, apostilla Mercedes Agulló
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07-03-10
- El padre del Lazarillo
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En el centro de este manuscrito
podemos leer:"Vn legajo de correçiones
hechas para la ynpressión de Lazarillo y Propaladia".
Arriba, uno de los pocos retratos de Diego Hurtado
de Mendoza, autor de 'El Lazarillo'.
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Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575).
Nacido en La Alhambra, era el hijo menor de Íñigo
López de Mendoza (Capitán General del Reino de Granada)
y de Francisca Pacheco y nieto del Marqués de Santillana.
Tuvo una educación esmerada, contando con los mejores preceptores
de la época, incluso su padre hizo venir desde Italia a
Granada a Pedro Mártir de Anglería.
Representa como pocos el ideal
renacentista de unión de las armas y las letras. Fue escritor,
historiador, diplomático, soldado y muy culto. Hablaba
latín, griego, el hebreo y el árabe, entre otras
lenguas. Hombre de hercúleas fuerzas, se cuenta la anécdota
de que paró a un toro en La Alhambra sujetándole
con sus manos de los cuernos.
No se casó aunque fue
Marfira, como llama D. Diego a Doña Marina de Aragón
(1523-1543), la amada con la que parece recorrer todo un ciclo
amoroso. Escribió un sentido poema In memoriam tras su
muerte prematura.
Embajador en la corte de Enrique
VIII, rey de Inglaterra en 1537 y Delegado del Emperador Carlos
V en el Concilio de Trento (1545), tuvo desavencias con el Papa
Paulo III, llegó a amenazar con tirar al río al
Cardenal de Santa Croce si continuaba sugiriendo la clausura de
dicho Concilio. Más tarde volvería a ser embajador
en Venecia y Roma.
Gozó del favor y del afecto
del Emperador Carlos V, pero Felipe II, sin embargo, lo detestaba
y fue ruin con él. Llegó a encarcelársele
en Medina del Campo acusándole de irregularidades financieras,
el proceso que solicitó para demostrar su inocencia se
falló treinta años después con su absolución
(1578).
En 1568, fue desterrado en Granada
por una discusión con Diego de Leyva junto al lecho donde
moría D. Carlos, el hijo mayor de Felipe II. Su ponente
le amenazó con una daga y él, con su fuerza, le
desarmó y le tiró por la ventana al patio. Ya en
Granada, su sobrino el marqués de Mondéjar le puso
al frente del ejército que tuvo que combatir la sublevación
de los moriscos.
La "leyenda negra"
dice que era por una antigua rivalidad amorosa con Felipe II,
al pretender los dos a Isabel de Velasco. Aunque parece más
cierto que el verdadero motivo de su desafecto era el deseo del
rey de hacerse con la excelente biblioteca de don Diego, una de
las más destacadas en la época, tanto en impresos
como en su valiosísima colección de manuscritos
ya que el Monarca la quería para su nuevo palacio de El
Escorial. Don Diego, de forma sinuosa e irónica, le nombró
único heredero de sus bienes. En 1574, para lograr el perdón
real, le regaló seis o siete baúles llenos de manuscritos
árabes. Se le permitió el acceso a la Corte, si
bien no a Palacio.
De su muerte cuenta Gregorio
Marañón: "le cortaron una pierna que se le
gangrenó después de una temporada de terribles dolores,
aunque no tantos como los de la amputación, que soportó
rezando el Credo en voz alta como único anestésico".
Con una amplia obra poética,
fue un gran prosista. Es el autor del Diálogo entre Caronte
y el Alma de Pedro Farnesio y la Crónica de las Guerras
de Granada, ejemplo de prosa clásica castellana, así
como su Epístola a Boscán y el poema mitológico
Fábula de Hipómenes y Atalanta.
Lope de vega dijo de él:
¿Qué cosa iguala
a una redondilla de Garci Sanchez ó D. DIEGO DE MENDOZA?
Ya varios autores del siglo XVII atribuían a este escritor
la autoría del Lazarillo de Tormes, teoría que alcanzó
cierta fama sobre todo en el siglo XIX. Sin embargo es gracias
a la labor de la prestigiosa paleógrafa Mercedes Agulló
y Cobo en un estudio de inminente publicación, la que documenta
con unos papeles encontrados en la testamentaría del cronista
López de Velasco y concluye que Hurtado de Mendoza es el
autor de esta obra.
López de Velasco, cosmógrafo,
gramático e historiador, poseía una biblioteca impresionante
de libros sobre América. Se le encargó (¿por
el Rey?) oficialmente castigar el Lazarillo en 1573,
es decir, de podarlo y censurarlo para poder sacarlo del Catálogo
de los libros prohibidos. Fue también el encargado de publicar
el Lazarillo expurgado.
Los documentos señalan
claramente: López de Velasco, que era el testamentario
de Diego Hurtado de Mendoza, en el inventario de sus bienes relaciona,
primero, los papeles propios y, luego, los que eran de don Diego
y él custodiaba. Uno de estos cajones contiene inequívocamente
las correcciones del Lazarillo.
La primera novela moderna española,
embrión del Quijote, ya tiene padre.
Etiquetas: Hechos, Historia, Libros, Literatura
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