Sin embardo, a partir del
año 1471, cambió l situación de los príncipes
por la conjunción de una serie de circunstancias favorables:
la muerte del papa Julio II, que apoyaba a Enrique
IV y el ascenso al solio pontificio de Sixto
IV, del que fue vicecanciller Rodrigo de Borja. Éste
desempeñó -por su amistad con el rey de Aragón,
del que era súbdito natural- un papel extraordinario
para conseguir la legalización del matrimonio de Isabel
y Fernando (bula de diciembre de 1471, resolviendo el problema
de la dispensa) y, sobre todo para lograr el acercamiento
de la poderosa familia de los Mendoza a los intereses y derechos
de los príncipes, al conseguir el capelo cardenalicio
para Pedro González de Mendoza, obispo de Sigüenza
y mentor político de este importante linaje. Fue importante
también el alejamiento del partido de Enrique IV de
las Provincias Vascongadas, que comenzó después
del matrimonio del duque francés con Juana de Castilla;
lo mismo que el paso al bando de los príncipes de la
villa de Sepúlveda, que no aceptaba la dependencia
de la jurisdicción señorial del marqués
de Villena, o el pronunciamiento de Segovia a favor de Isabel,
reconociéndola como heredera de Castilla; y la muerte
de Juan Pacheco, marqués de Villena y maestre de Santiago,
en octubre de 1474... Y sobre todo, el final de la guerra
civil catalana, con la victoria de Juan II de Aragón,
padre del príncipe Fernando.
A finales del año 1474,
Enrique IV regresaba gravemente enfermo de Extremadura a Madrid.
Después de sus cacerías en los bosques del Pardo,
se fue a descansar al alcázar de Madrid, en el que
falleció en la noche del 11 al 12 de diciembre.
Casi solo se quedó
frente al cadáver el cardenal Pedro González
de Mendoza, oficiando la misa de difuntos. No había
querido pronunciarse el rey sobre su sucesión, por
lo que deja al reino sumido en una guerra que duró
cinco años (1474 - 1479). Guerra civil en Castilla
y guerra internacional con la participación de Francia
y Portugal y los enfrentamientos con el Papado.
El 13 de diciembre, Isabel
fue proclamada reina en Segovia y envió cartas por
medio de mensajeros a los concejos de las ciudades con representación
en Cortes, fechada el 16 de diciembre (a Ávila, García
de Aguilar; a Murcia, Gómez Ortiz; a Zamora, Fernando
de Medina, etcétera), con el mismo mensaje: "que
alçedes pendones por mí, reconosçiendome
por vuestra reyna e señora natural e al muy alto e
muy poderoso prínçipe, el rey don Fernando,
mi señor, conmo mi legítimo marido, con las
solebnidades en tal caso acostumbradas. E otrosy, dentro en
el término que las dichas leyes de mis regnos disponen,
enbiedes a mí vuestros procuradores con vuestro poder
bastante para que en nombre de esa dicha çibdad e por
ella e por la justiçia e regidores, cavalleros, escuderos
della e de su tierra juren e fagan pleito omenaje ante mí
de me aver e reçibir, e me ayan e resçiban por
vuestra reyna e señora natural, e a los alcaydes que
tienen las fortalezas de esa çibdad e su tierra vengan
o enbíen a me facer la seguridad e omenaje por ellas".