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Viticultores y
cerealistas se agruparon en sindicatos a principios
del siglo XX. Viñedos en el término de
Rueda, vecino de Medina del Campo
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En Medina del Campo
el primer sindicato católico se fundó en 1915, a partir
del ya existente Centro Social Católico, el cual, por su lado,
disponía de sus propios medios de expresión, el semanario
católico-social llamado Cultura Medinense. Las razones
que se aducían eran bien significativas de su pretendido talante:
aunque había dos sindicatos agrarios -Sindicado y Agremio-,
en realidad eran dos agrupaciones, decían, más políticas
que agrarias, más interesadas por las primeras cuestiones que
por las segundas y, por tanto, completamente estériles. Su
necesidad, pues -añadan-, era manifiesta; y, por ello mismo,
sus objetivos eran también claros y concretos: "Prescindir
de la política y ocuparse tan solo de los provechos del labrador."
Para ello el sindicato nuevo se comprometió a proporcionar
"mayores facilidades de coger buenas y abundantes cosechas",
adquiriendo "más fácil y económicamente
buenas semillas, abonos, etc." Aunque el programa no era my explícito,
era evidente su carácter meramente técnico y instrumental
para lograr, por cía cooperativa, un abaratamiento de los medios
de producción del labrador.
Ahora bien, su pretendido
carácter apolítico, ¿era tal? Curiosamente el
periódico católico, que lanzó la idea del nuevo
sindicato, tuvo que salir al paso de una creencia general existente
en el pueblo que atribuía especial carácter político
del mismo. De todos modos, más allá de la militancia
política antisocialista del periódico del Centro Social
Católico y de que una pretendida postura apolítica apostaba
en realidad por el mantenimiento de la situación vigente, eran
obvias las excelentes relaciones que mantenía un ilustre harinero
y también gran propietario rentista, Eusebio Giraldo, con las
instituciones sociales católicas de Medina: concretamente su
periódico lo presentaba como un gran filántropo. Pero
justamente este patrono había provocado en el verano de 1912
una huelga de los obreros del campo, en solidaridad con los de la
fábrica de harinas, porque ante las reclamaciones de estos
últimos, reaccionó diciéndoles "que no quería
tratar ni hablar con socialistas y que desde luego estaba dispuesto
a aumentarles el real diario del jornal siempre que dejaran de formar
parte de las sociedades obreras". Por todo ello no resultaron
extrañas las suspicacias populares y cobraron sentido frases
como ésta, aparecida en el citado periódico católico:
"El Sindicato Católico Agrícola [...] solo entiende
de lo que ayuda a favorecer al labrador y a su labranza, y más
al pequeño que al grande propietario".