El supuesto interclasismo de la base social de la CONGA, y la determinación de sus principales beneficiarios en el terreno económico, ha sido uno de los principales temas de controversia de los historiadores.
|
Paisaje rural. Óleo de Darío Regoyos (1857-1913). Casón del Buen Retiro, Madrid |
|
Por un lado, y principalmente, la CONGA, reflejaba una cierta convergencia de intereses de pequeños y grandes propietarios, arrendatarios y renteros, así como también de obreros en un frente común proteccionista y antisocialista (defensa de la propiedad), antiindustrial y antiurbano, de respuesta a la crisis agraria de fin de siglo. Se trataba de una alternativa de "modernización" de las explotaciones, sin tocar la estructura de la propiedad de la tierra, que trataba de dar respuesta reformista a situaciones más o menos prerrevolucionarias: ¿como evitar la despoblación mediante la colonización? La solución debía ser la capitalización del campo, su mecanización, la rentabilidad de las explotaciones, incluso a costa de la auto-sobreexplotación de los propios trabajadores, propietarios o no.
Por otro lado, ese frente convergente, en apariencia armónico, encubría un real antagonismo de intereses entre los grandes propietarios agrarios, que tenían siempre una presencia cualificada en la dirección de los sindicatos agrícolas y las federaciones, y eran los beneficiarios principales y a gran escala de las políticas proteccionistas, y los renteros y trabajadores del Campo.
Las limitaciones reales de esa base interclasista d la CONGA se reflejaban en su implantación territorial, y especialmente en el fracaso de la implantación en el sur latifundista.