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Medina del Campo.
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
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FRAY LOPE DE BARRIENTOS

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BIOGRAFÍA:

Escultura del Obispo Lope de Barrientos
Escultura del Obispo Lope de Barrientos

Fray Lope de Barrientos (* Medina del Campo, 1382 - † Cuenca, 1469), llamado Obispo Barrientos, es un personaje poco conocido en la historia española. Sin embargo, en su tiempo llegó a ser uno de los clérigos más poderosos de la Corona de Castilla.

Desde sus orígenes relativamente humildes, en Medina del Campo, donde estudió gramática, se aprovechó de la costumbre secular de los monarcas castellanos de emplear nobles de segunda fila en la corte (alejando, así, del poder, a la alta nobleza) para entrar al servicio de Fernando de Antequera.

Después, usó de su inteligencia y aprovechó todos los resquicios de la difícil coyuntura política para ascender socialmente: fraile dominico, catedrático de la Universidad de Salamanca (el primero, según dicen), confesor real de Juan II de Castilla, obispo en tres ciudades sucesivas (pero, sobre todo, en Cuenca), inquisidor, hombre de confianza de Enrique IV de Castilla y Canciller Mayor de Castilla. A esto hay que añadir una serie de escritos sobre teología y los problemas religiosos de su tierra en el siglo XV.

Nació en Medina del Campo en el año 1382, hijo de un servidor de Fernando de Antequera, llamado Pedro Gutierre de Barrientos, que murió sirviéndole en batalla. Es probable, aunque no se ha podido demostrar, que procediese de una familia de judeoconversos al servicio de la corona desde antiguo. En la corte vio nacer y trató a los Infantes de Aragón, hijos de su señor don Fernando, lo que explica que estuviese de su parte —al menos, al principio— en las luchas intestinas castellanas contra Álvaro de Luna.

Estudió como fraile dominico, primero en Medina del Campo y, a partir de 1406, es enviado como profesor al Estudio General del Convento de San Esteban de Salamanca, desde donde pasó a la Universidad a enseñar teología y filosofía. Allí coincidió con otro personaje ilustre, Tomás de Torquemada. Dado que tenían muchas cosas en común: ser ambos de origen judío, pertenecer a la orden de los dominicos y venir de un pueblo de la provincia de Valladolid, entablaron amistad y, sin duda, compartieron ideas sobre el problema religioso en Castilla.

Barrientos destacó tanto en su magisterio que se convirtió en 1416 en el primer catedrático de Teología de dicha universidad, hasta que el rey Juan II le nombró confesor real en 1433 y le encargó que educase al futuro rey, el príncipe Enrique y, más tarde, a su último hijo, el infante don Alfonso (* 1453; † 1468).

Catedral de Segovia

También fue nombrado Inquisidor y, en 1438, fue elegido obispo de Segovia; el 3 de mayo de 1440 celebra un sínodo en la iglesia de San Miguel de Turégano, en el que presentó su Instrucción Synodal para la formación teológica y pastoral de sus clérigos. Casi siempre fiel a Juan II, cambió la diócesis de Segovia, en 1442, cuya demarcación se hallaba bajo la influencia del rebelde príncipe Enrique, por la de Ávila adepta al monarca, y más tarde logró en Tordesillas la reconciliación de ambos para ofrecer un frente unido ante Navarra y Aragón. En 1444 ocupó la diócesis de Cuenca y al año siguiente cooperó con sus tropas en la batalla de Olmedo; y años más tarde, 1449, defendía asimismo con las armas su diócesis contra las tropas de don Alonso de Aragón y otros nobles castellanos. Se le ofreció el arzobispado de Santiago, pero lo rechazó.

A pesar de sus importantes responsabilidades religiosas, nunca dejó su labor de hombre de estado como consejero del rey Juan II, primero, y de Enrique IV, después. Posiblemente instruyera a la futura Isabel la Católica, hermanastra del rey (muchas de sus actuaciones en política religiosa encajan con la forma de pensar de Barrientos). Desde su posición privilegiada y de confianza influyó decisivamente en la política de estos dos reyes castellanos; y, seguramente, también conspiró, especialmente contra el primero (dada su mencionada amistad con los Infantes de Aragón).

Su labor como hombre de estado fue tan discreta como fundamental. Trabajó al lado de Juan II, al principio como partidario de los Infantes de Aragón, pero después como un fiel seguidor. Acabó siendo un hombre realmente poderoso y rico a pesar del voto de pobreza de la orden a la que pertenecía. Muerto en 1454 don Álvaro de Luna, le sustituyó en el gobierno de Castilla hasta la muerte de don Juan II, apartándose más tarde de los negocios de estado por desacuerdos con el nuevo monarca (Enrique IV de Castilla). Pese a su azarosa vida política, tuvo aún tiempo para fundar diversas casas conventuales —el Hospital de San Sebastián de Cuenca y el de Nuestra Señora de la Piedad de Medina del Campo, donde, por un tiempo, reposaron sus restos— y escribir numerosos libros. Filosóficamente se alinea entre los renovadores de la Escolástica. Su muerte acaeció en Cuenca el 30 de mayo de 1469.

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Su actividad como inquisidor y sus ideas sobre los conversos.

Cuando mediaba el siglo XV, un amplio sector social mantenía una postura muy radicalizada en contra de los judíos, tal como explica el franciscano Alonso de Espina en su escrito Fortalitium Fidei: «Entraron, ¡oh Señor!, en tu rebaño los lobos rapaces. Nadie piensa en los pérfidos judíos, que blasfeman de tu nombre».

Frente a esta actitud se manifestaban los defensores de los conversos, personajes notables, algunos de ellos también conversos, como el relator Díaz de Toledo, Alonso de Cartagena, Lope Barrientos y Juan de Torquemada (tío del inquisidor). Benzion Netanyahu afirma que cuando los conversos españoles fueron perseguidos “reclutaron en su defensa a hombres de gran coraje y brillantez, como Lope de Barrientos…”. De hecho, el obispo redactó diversos escritos de defensa, en los que reconocía "posible es que aya algunos, pero puesto que ansy sea, injusta e inhumana cosa sería todo el linaje dellos manzellar nin diffamar". Gracias a su cargo de inquisidor y a sus influencias, se puso en contacto con el papa Nicolás V y consiguió su respuesta favorable en 1449: según afirma Barrientos, el pontífice "había mandado que no se hiciera ninguna discriminación entre los nuevos convertidos a la fe y los cristianos viejos en la recepción y tenencia de honores, dignidades y oficios, tanto eclesiásticos como seculares".

Lope de Barrientos, llegó a asegurar que descendía de judíos bautizados. Sin embargo, las investigaciones apuntan a que era un cristiano viejo[3], que utilizaba esa mentira para consolidar su postura ideológica: defender a los conversos, atacar a los judíos.

A pesar de su loable defensa de los conversos, Barrientos y, en general, los dominicos, eran partidarios de prohibir el judaísmo en Castilla. Su idea era que los judeoespañoles debían convertirse o emigrar, y eso defendieron hasta que Fray Torquemada convenció a Isabel la Católica en 1492.

Detalle de una tabla de Pedro Berruguete sobre la vida de Santo Domingo de GuzmánOtra de sus actuaciones más destacadas a las órdenes del rey fue el pleito contra don Enrique de Villena, al que condenó a prisión acusado de brujería y nigromancia. Algo sabía sobre estas materias, como testimonian los manuscritos inéditos de algunas obras suyas que hay en Salamanca: Tratado de caso e fortuna, Ms. Salamanca, Universidad, n. 2096, fol. i-12v. Tratado de dormir o despertar e del soñar de las adevinanças e agüeros e profecias, Ms. Salamanca, Universidad, n. 2096, fol. 12-55 y Tratado de la adevinança e sus especies, Ms. El Escorial, Biblioteca, h. III, 13. En realidad, tanto Juan II como él desconfiaban de las ideas innovadoras de las que era una de las personas más cultivadas y sabias de la época. Enrique de Villena escribía sobre muchos temas, era literato, traductor, cirujano y es posible que coleccionase libros en hebreo y en árabe, lo que le convertía automáticamente en sospechoso de herejía. Villena murió en la cárcel, en 1434, y el rey Juan II le encargó a Barrientos el estudio de su biblioteca. Barrientos mandó quemar la mayoría de los códices, pero conservó unos pocos: "Fray Lope los miró e hizo quemar algunos, e los otros quedaron en su poder”. El poeta Juan de Mena se quejó de tal barbaridad en una de sus poesías:

Perdió los tus libros sin ser conosçidos,
e cómo en esequia te fueron ya luego
unos metidos al ávido fuego,
otros sin orden non bien repartidos;

Hay quien acusó a Barrientos de ser un salvaje y de apoderarse de los libros más valiosos para plagiarlos; otros, en cambio, le justificaron ya que, por lo visto, el rey quería quemarlos todos y sólo la intervención del cura permitió salvar algunos. El mismo Lope de Barrientos se defiende de esta manera:

«...que después de la muerte de D. Enrique de Villena, tú, como Rey cristianísimo, mandaste a mí tu siervo que lo quemasse a vueltas de otros muchos. Lo cual yo pusse en ejecución en presencia de algunos tus servidores. En lo cual, ansí como en otras cossas muchas, paresció e paresce la gran devoción que su señoria siempre ovo en la religión christiana. E puesto que aquesto fue y es de loar, pero por otro respecto, en alguna manera es bien guardar los dichos libros, tanto que estuviessen en guarda e poder de buenas personas fiables, tales que no usassen de ellos, salvo que los guardassen, a fin que algún tiempo podría aprovechar a los sabios leer en los tales libros por defensión de la fe e de la religión christiana e para confusión de los tales idólatras y nigrománticos» —(Tractado de la Divinança)

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Testamento original del Obispo Fray Lópe de Barrientos

17 de noviembre de 1454
Manuscrito sobre pergamino / 17 ff., 27 x 19 cm.
Fundación Simón Ruiz

Portada Testamento del Obispo Fray Lope de Barrientos
Portada Testamento del Obispo Fray Lope de Barrientos

Fray Lope, destacado dominico que ocupó sucesivamente las sillas episcopales de Segovia, Ávila y Cuenca, muriendo electo de la de Santiago, fue un notable personaje de los reinados de Juan II y Enrique IV, llegando a ser Consejero y Canciller Mayor del primero y Preceptor del segundo (también lo fue, junto con Gonzalo de Illescas, de la reina Isabel la Católica). Nacido en Medina del Campo en 1382 y muerto en Cuenca en 1469, dictó su testamento en 1454 -hace ahora 550 años- ante el notario apostólico Velasco Sánchez y en él determinó el destino de su ingente patrimonio personal.

La profesora Paloma Cuenca, en su estudio El legado testamentario de Lope de Barrientos (1996), establece tres partes principales en el documento, a saber: la dedicada a los aspectos legales sobre los bienes propios que puede legar (ff.1rº-7vº), en la que se incluye una licencia de 1446 otorgada por el Papa Eugenio IV y una "espeçial facultad" de Nicolás V, fechada en 1447; una segunda parte en la que se especifican las mandas testamentarias con los nombres de las instituciones y personas allegadas, destinatarias de sus bienes (ff.8rº-13vº), y, por último, la dedicada a la validación del documento con los nombramientos de testigos y albaceas, concluyendo con la firma, rúbrica y signo de veracidad del notario apostólico Velasco Sánchez.

Testamento del Obispo Fray Lope de Barrientos
Testamento del Obispo Fray Lope de Barrientos

Sin duda, la parte más interesante desde el punto de vista histórico es la segunda, en la cual aparecen citados los bienes patrimoniales de fray Lope; entre ellos, numerosos cálices, "vestimentas chapadas", portapaces, reliquias, incensarios, jarras, y demás enseres litúrgicos,... diferentes cantidades de maravedís para instituciones eclesiásticas, parientes, criados, escuderos, etc. Gracias a esta relación conocemos de primera mano los pormenores del cuantioso volumen de su fortuna personal, así como los nombres de su familiares más allegados, especialmente sus dos sobrinos Pedro y Diego, a quienes encomienda los detalles más personales cuando llegue el momento de su muerte.

Por último, hagamos mención de varias piezas artísticas conservadas actualmente en el Museo de las Ferias que son aludidas expresamente en el testamento: un cáliz con sus armas, un bastón en forma de thau, con su funda -el llamado "bastón de San Antón"-, un pectoral relicario y una sobrecopa gótica, todas ellas piezas procedentes del citado hospital medinense de San Antón, en cuya iglesia quiso ser enterrado. Con ellas, la extraordinaria escultura funeraria orante en alabastro -la más antigua de su tipología en el arte español- que se halla expuesta tras este documento. La cita textual es como sigue y confirma su ejecución antes de 1454:

"mandamos nuestro cuerpo miserable a la tierra de que fue formado, que lo entierren e sepulten en la nuestra capilla mayor del nuestro ospital de la villa de medina del campo, logar que para ello tenemos deputado e lo pongan debaxo del bulto de alabastro segund e por la via que lo nos tenemos fecho y ordenado en medio de la dicha nuestra capilla del dicho nuestro ospital...".

Su posición respecto al condestable Álvaro de Luna

Es complejo determinar si el Obispo Barrientos era o no partidario del Condestable Álvaro de Luna, pues, en palabras del historiador salmantino José Luis Martín: “…entre 1435 y 1440 el sistema de alianzas cambia continuamente. No es posible en una obra de esta naturaleza referirnos a todas ellas ni mencionar los nombres de quienes apoyan a unos u otro en cada momento.”. Idea rubricada por Paulino Iradiel: "Las luchas civiles se desarrollan de manera contradictoria e intermitente hasta el final del reinado (de Juan II), con alianzas, tácticas circunstanciales y cambios de bando que hacen difícil su explicación.”

Sin embargo, es factible conjeturar que al principio Fray Lope de Barrientos era favorable a los Infantes de Aragón. Pero era un hábil político que sabía maniobrar a tiempo y salvarse siempre del descalabro.

Cuando Juan II de Aragón rompió las Treguas de Majano (1430) e invadió Castilla, el rey Juan II tuvo que refugiarse en Medina del Campo con sus leales (entre ellos, el Obispo Barrientos). Medina no era una ciudad fácil de defender, pues su cerca no era propiamente castrense, sino, más bien para cobrar peajes (tan sólo la Mota estaba bien protegida). El Obispo Barrientos se ofreció como mediador y consiguió un trato aparentemente beneficioso para ambos bandos. Sin embargo, todo parecía indicar que el clérigo había traicionado al rey castellano, pues cuando Juan II estaba celebrando, confiado en la plaza de Medina del Campo, las tropas de el reino de Navarra irrumpieron en la villa y le retuvieron. Aunque luego le dejaran ir, habían conseguido minar el prestigio de la corona y burlarse del rey. Posiblemente, entonces, Barrientos fue uno de los instigadores del destierro de Álvaro de Luna en 1439, preparando el camino para el triunfo de los Infantes de Aragón.

Cinco años después, las tornas habían cambiado totalmente. La muerte de Blanca de Navarra, la esposa de Juan II de Aragón, obligó a éste a volver rápidamente a su reino, abandonado la campaña castellana, pues su propia corona peligraba frente a las pretensiones de Carlos de Viana. El poder de los Infantes de Aragón se resquebrajaba, y Barrientos tenía que reaccionar rápidamente.

Además, Álvaro de Luna había vuelto y había reorganizado el bando realista con los recursos casi ilimitados de la mitra de Toledo, desde donde le apoyaba su medio hermano Juan de Cerezuela. Irónicamente, el mismísimo Lope de Barrientos, a la sazón obispo de Ávila, se unió a él. Entre los preparativos para el enfrentamiento (que tendría lugar en Olmedo), Barrientos fue a Madrigal de las Altas Torres para convencer al heredero, el príncipe Enrique, de no volverse contra su propio padre.

La derrota de los Infantes de Aragón en la batalla de Olmedo de 1445 fue aplastante. Las Coplas de de la Panadera, que relatan los momentos previos al citado enfrentamiento, describen el ardor guerrero del obispo de la siguiente manera[7]:

En Wikisource hay una copia de las «Coplas de la panadera» de Juan de Mena; con una estrofa sobre Lope de Barrientos.

En cátedra de madera
vi al obispo Barrientos
Con un dardo sin armientos,
que a predicarles saliera
e por conclusión pusiera
quel que allí fuese a morir,
Él le faría subir
al cielo sin escalera
Di panadera!

Enrique IV de CastillaInmediatamente, Álvaro de Luna inició sus contactos con el príncipe de Viana, enemigo de Juan II de Aragón, y éste tuvo que contraatacar de nuevo invadiendo Castilla. Como consecuencia, en 1449 los navarros intentaron tomar Cuenca con la ayuda del alcaide de la fortaleza, Diego de Mendoza. El Obispo Barrientos, que en esta época ya era plenamente fiel a Juan II de Castilla, organizó personalmente la defensa de la ciudad (por entonces, su diócesis). Con la ayuda de sus habitantes, aguantó el sitio hasta que llegó la ayuda del Condestable don Álvaro de Luna.

Pero la ciudad de Toledo se reveló contra Álvaro de Luna, por la exigencia de impuestos destinados a sufragar la ayuda para la defensa de la ciudad de Cuenca, ejecutando a varios conversos, que eran los encargados de la fiscalización de las alcabalas. Cuando Álvaro de Luna liberó Cuenca e hizo huir a los navarros, las esperanzas de los sublevados de Toledo se disiparon y no les quedó otro recurso que entregar la ciudad al Condestable. Por propia convicción y por devolver el favor que le había hecho Álvaro de Luna al liberar Cuenca del sitio navarro, actuó contra el alcaide toledano, Pedro Sarmiento, para que fuese detenido y juzgado por sus asesinatos y rapiñas.

La influencia de hombre de estado de Lope de Barrientos siguió creciendo sordamente, de modo que con la muerte de don Álvaro de Luna en 1453, Barrientos se convirtió en la primera figura política de su tiempo y fue nombrado Canciller Mayor de Castilla. Además, en 1554, consiguió que el rey Enrique IV convirtiese a su familia en el séptimo linaje medinense. Durante los siglos XV y XVI, Medina del Campo era una ciudad de vital importancia para la economía castellana gracias a sus Ferias; pertenecer a uno de los siete linajes implicaba participar en el gobierno de la villa, tanto desde el punto de vista civil como religioso.

Pero Barrientos fracasó frente a la falta de carácter de Enrique IV, por más que le conminó, le escarneció, le presionó para que castigase a quienes esparcían el rumor de la infidelidad de la reina con uno de sus hombres de confianza, Beltrán de la Cueva. Enrique IV no reaccionó. Esto colmó la paciencia del Obispo Barrientos, que decidió abandonar la política y centrarse en la gestión de su diócesis de Cuenca hasta el día de su muerte.

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Sus obras

Lope de Barrientos no es muy conocido por sus estudios, salvo en círculos de especialistas, debido a que sus obras son de carácter teológico y van dirigidas a un público formado en estas cuestiones. En general, su orientación apunta a la modernización ideológica de la Iglesia hispana. Tiene tratados (todos ellos, en latín) sobre los Sacramentos, un compendio de Teología moral y un Libro de Decretales con el que contribuyó al enriquecimiento del derecho canónico.

Clavis Sapientiae: Es la obra más antigua de Lope de Barrientos: una enciclopedia del saber filosófico-teológico de la época. El original no se conserva; hay una copia manuscrita de esta obra en la Biblioteca nacional de Madrid.

Opusculum super intellectu quorumdam verborum cuiusdam decreti contenti in volumine decretorum, ubi Gratianus, tractans de materia sacrilegii, XVII, q. III, ait: sacrilegii quoque reatum incurrit, qui iudaeis publica officia committit: Muestra el grave problema social, religioso, racial y doctrinal que, según Lope de Barrientos, provocaban los judíos. Para él, la solución más adecuada era la segregación (el equivalente del apartheid del siglo XV); aunque, si era posible, lo mejor sería la expulsión que se operaría pocos años más tarde. Se conserva algún manuscrito de esta obra, bien de propiedad privada bien en los archivos de alguna catedral.

Index latinus ad sancti Antonini, Archiepiscopi Florentini, Summam Theologicam: Manuscrito conservado en el archivo de la Catedral de Segovia.

Por otra parte tiene varios manuscritos en castellano dirigidos a un público culto, pero menos especializado:

Crónica del halconero (1454). Es un resumen de la Crónica de Juan II, compuesta, entre otros, por Álvar García de Santamaría.

Contra algunos zizañadores de la nación de los convertidos del pueblo de Israel (1445-1451). Es una defensa de los judeoconversos españoles. Hay un manuscrito en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca y otra copia del siglo XVII en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Tractado del caso y fortuna: Escribió este libro a petición del rey Juan II, cuando Barrientos era obispo de Cuenca, es puramente escolástico y discursivo, con excesiva sujeción a la doctrina de Aristóteles y no bastante respeto al libre albedrío. Se editó en 1927 en Salamanca, pero hay antiguas copias manuscritas: la de la Biblioteca Nacional de Madrid data del año 1549; la del Museo Británico de Londres es del siglo XV; hay, por último, otra copia en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca.

Tractado del dormir et despertar et del soñar et de las adevinanças et agüeros et profeçía: Son seis tratados encargados por el rey Juan II, satisfecho por el Tractado del caso y fortuna. Va por el mismo camino excesivamente ortodoxo; distingue en la interpretación de los sueños, con el recuerdo de los de José y otros casos de las Sagradas Escrituras, lo que puede tenerse por inspiración divina y lo que es palabrería; expone la teoría cristiana del profetismo y condena ásperamente las adivinanzas y agüeros. Se conservan manuscritos en el Museo Británico de Londres. Hay una copia manuscrita de 1559 en la Biblioteca Nacional de Madrid. En las bibliotecas de El Escorial y de la Universidad de Salamanca hay sendas copias del siglo XV.

Tractado de la divinança[10] (realmente es un resumen manipulado de un libro de la biblioteca de Enrique de Villena). Se considera que es la más importante obra de Barrientos. Aparentemente es moralizante y didáctica, con pretensiones filosóficas ya que expone las teorías de sabios que niegan la posibilidad de adivinar el futuro oponiéndolas a las de teólogos que creen tanto en la inspiración divina, como en la del diablo. Para demostrar que los espíritus malignos pueden manifestarse a los hombres recurre al caso de Eva y la serpiente, llegando a la conclusión de que las «Artes Mágicas» nacieron con el hijo maligno de Adán, quien lo recogió en un supuesto manuscrito llamado «Libro Raziel», y que por eso los magos son descendientes de Caín. Aunque en general Barrientos cree que «son casi siempre frívolas y de ninguna eficacia». A pesar de lo cual, determina que es necesario erradicarlas.

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Fundaciones

Estando al servicio de Juan II de Castilla, consiguió los señoríos de Pascualcobo y Serranos de la Torre, que fue ampliando con heredades en diversos pueblos, todos de Ávila. En 1415 mandó construir el castillo de Serranos de la Torre (provincia de Ávila), conocido actualmente como Torrejón de los Serranos . Como cualquier clérigo de importancia que se preciase, se dedicó a todo tipo de obras de caridad, becas de estudios y otro tipo de buenas acciones. Algunos historiadores consideran a Lope de Barrientos fundador del Hospital universitario de Salamanca, pero es una opinión con escaso fundamento; entre sus fundaciones seguras se destacan:

Su obra más importante, el Hospital de la Piedad de Medina del Campo, donde había una capilla funeraria. El Obispo dejó fondos para mantener el hospital durante mucho tiempo, cuidando a los más pobres y menesterosos, además de mantener varios médicos y clérigos que daban consejos sobre teología. También en Medina del Campo construyó tres humilladeros y agrandó el convento dominico de San Andrés, donde se crió.

Fuera de su patria chica, destaca la construcción del Hospital de San Sebastián, en Cuenca, y una ermita consagrada, también, a San Sebastián en el convento de la Peña de Francia (Salamanca). Sin embargo, en la actualidad ninguna de sus obras se conserva.

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Referencias

? Netanyahu, Benzion (2001), The Origins of the Inquisition in Fifteenth-Century Spain, New York Review of Books. ISBN 0940322390 - Página 568
? Moraleja Pinilla, Gerardo (1942), Historia de Medina del Campo, Editado por Manuel Mateo Fernández. Depósito Legal: VA-671-1971

? Netanyahu, Benzion (2001), The Origins of the Inquisition in Fifteenth-Century Spain, New York Review of Books. ISBN 0940322390 - Página 612
? García de Santamaría, Álvar (hacia 1450), Crónica de Juan II, Madrid: Biblioteca Nacional. Capítulo 8, 9445, p. 420ss

? Martin Martín, José Luis (1984), La Península en la Edad Media, Editorial Teide (Barcelona). ISBN 8430773460 - Página 722

? Iradiel Murugarren, Paulino: "La crisis medieval", en Historia de España Planeta, dirigida por Antonio Domínguez Ortiz.- De la crisis medieval al Renacimiento (siglos XIV-XV) (Volumen 4): 1988.- ISBN 8432083747 - Página 242

? Onrubia de Mendoza, José (1975), Poetas cortesanos del siglo XV, Libro Clásico Bruguera (Barcelona). ISBN 8402040535 - página 123

? Menéndez y Pelayo, Marcelino (2003), Historia de los heterodoxos españoles, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Edición digital basada en la de Madrid, La Editorial Católica, 1978. ISBN 8479144823

? Carriazo Arroquia, Juan de M (1946), Refundición de la Crónica del Halconero por el obispo don Lope Barrientos, Espasa-Calpe, Madrid

? Cuenca Muñoz, Paloma (1994), Tratado de la divinança de Lope de Barrientos, 1ª edición. Ayuntamiento de Cuenca, Cuenca. ISBN 8486788285
? Gómez Izquierdo, Agustín (2000), Introducción a la historia de Zapardiel de la Cañada, Inédito. Páginas 80-81

? Hernández Martín, Ramón (2004), Tomismo medieval en España, 2ª parte, en Anargmenia, Ciencia, cultura y educación. Nota 4

Vida y obras de Fr. Lope de Barrientos", en Colección “Anales Salmantinos".- (Universidad de Salamanca): 1927.-

Mariana, padre (1592), Historia de rebus Hispaniae, Toledo

Martínez Casado, Ángel (1994), Lope de Barrientos.Un intelectual en la corte de Juan II, Editorial San Esteban, Salamanca. ISBN 8487557856

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Véase también

Crisis de la Edad Media en España
Inquisición española
Orden de Predicadores

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Enlaces externos

Benito Ruano, Eloy (2001), Los orígenes del problema converso, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Edición digital basada en la de Madrid, Real Academia de la Historia, 2001.

Hernández Martín, Ramón (2004), Tomismo medieval en España, 2ª parte, Anargmenia, Ciencia, cultura y educación

Menéndez y Pelayo, Marcelino (2003), Historia de los heterodoxos españoles, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Edición digital basada en la de Madrid, La Editorial Católica, 1978. ISBN 8479144823

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Lope_de_Barrientos"

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06-06-15 - La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado.

Uno de los principales objetivos que tiene encomendados la Fundación Museo de las Ferias es la conservación y promoción del patrimonio histórico artístico que aun se conserva en Medina del Campo y, para ello, a lo largo de sus quince años de vida ha suscrito un buen número de acuerdos y convenios con instituciones públicas y privadas, gracias a los cuales muchas obras de arte excepcionales que ahora se exponen en el museo han pasado de estar condenadas al olvido más deshonroso, a poder ser contempladas y valoradas como se merecen en importantes instituciones españolas y europeas.

La obra que ahora nos ocupa, la escultura orante del obispo Lope de Barrientos, se encontraba hace quince años prácticamente en el olvido en un lamentable estado de conservación . En 1999 es restaurada en el de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Castilla y León, con sede en Simancas, y posteriormente se traslada al Museo de las Ferias donde se convierte en una de las principales obras de su colección permanente, gracias al generoso préstamo efectuado por la Fundación Simón Ruiz, institución propietaria de la obra.

Requerida varias veces para formar parte de grandes exposiciones, nunca se había accedido a su préstamo por la fragilidad de la unión de las piezas de alabastro que la integran. Sin embargo, la petición del Museo de Prado era una ocasión excepcional que se debía considerar favorablemente ya que llevaba consigo la revisión científica de la obra por parte de los más reconocidos especialistas del arte flamenco y una difusión absolutamente irrepetible. Así las cosas, esta magnífica obra de arte, conocida fuera de los círculos académicos hasta su exposición permanente en el Museo de las Ferias, ha tenido el privilegio de formar parte de la exposición dedicada a Rogier van der Weyden, celebrada en el Museo Nacional del Prado la pasada primavera, con la consiguiente repercusión internacional de sus valores artísticos.

En nombre de las Fundaciones del Museo de las Feria y Simón Ruiz quiero agradecer a las personas e instituciones que han hecho posible el éxito de esta actuación su trabajo y su esfuerzo, que culminan ahora con la publicación de esta manografía conmemorativa en la que se reúnen los textos mas actualizados, tanto de la escultura del obispo Lope de Barrientos, como del patrimonio, -breve pero de una extraordinaria calidad- que ha llegado hasta la actualidad procedente del que en su día legara el prelado a diversas instituciones asistenciales y religiosas de Medina del Campo.

Teresa López Martín
Presidenta de las Fundaciones
Museo de las Ferias y Simón Ruiz.

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La presentación de la estatua orante de Fray Lope de Barrientos del Museo de las Ferias de Medina del Campo en la exposición Rogier van der Weyden (h. 1399-1464) del Museo del Prado celebrada entre marzo y junio de 2015, supuso un punto de inflexión en el reconocimiento internacional que la pieza merecía, a la vez que la confirmación de una autoría tantas veces considerada y solo entonces reconocida definitivamente en las manos de Egas Cueman, pintor de origen bruselense y uno de los importadores de la estética de Rogier a España.

Pese a la relevancia histórica de la figura de Fray Lope en la Castilla del siglo XV, y la exquisitez de la estatua que encargó para su enterramiento, la sorpresa que a pieza ha producido entre muchos de los visitantes a la exposición, tanto amataurs como algún profesional que desconocía su existencia, ha sido enorme. Algo especialmente llamativo entre varios ilustres visitantes foráneos, escépticos al asombro en los territorios peninsulares en cuanto a la calidad artística de sus tesoros se refiere. No había sido éste el caso del comisario de la muestra, el profesor Lorne Campbell, quien en su intención de ilustrar la fuerte presencia de lo rogeresco en la Península Ibérica, exhortó continuamente a presentar tan eminente obra que él bien conocía, por confluir en ella los ecos de la estética flamenca en el gusto por los detalles con el incipiente naturalismo de la escultura del momento. Su tesón y estudio profundo de todas las implicaciones de lo regoresgo en nuestro país le impulsó a insistir en la presencia de la obra en la exposición. Una circunstancia por la que todos los amantes del arte nos congratulamos ahora. Y que solo fue posible gracias a la sensibilidad del Patronato de la fundación titula de la obra y de la dirección del museo de Medina del Campo.

Tampoco fue una sorpresa la obra para el profesor David Chao de la Universidad de Santiago, gran estudioso de la escultura funeraria castellana, quien en su intervención en el symposium celebrado en el Museo del Prado bajo el tema Rogier en España y que completó la exposición, ya advirtió de la relevancia de la escultura funeraria de don Lope en la misma, al ser el elemento que mejor materializaba los anhelos piadoso del prelado dominico. Efectivamente la elección del retrato en posición orante como remate del respectivo sepulcro o tumba, orientado hacia el altar, y en la capilla funeraria de su fundación, convertía al difunto, a través de su retrato, en suplicante directo ante Cristo mismo por su propia alma. Siendo éste uno de los aspectos más relevantes en la interpretación cultural de la pieza, que se convierte así en una de las mejores muestras de las nuevas prácticas que se imponían desde los postulados de la devotio moderna.

José Juan Pérez Preciado
Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte
Museo Nacional del Prado.

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La visita hecha de incógnito por el profesor Lorne Campbell al Museo de las Ferias en septiembre de 2013, para contemplar con detenimiento la escultura orante del obispo Lope de Barrientos, es el primer eslabón de una de las más interesantes actuaciones que ha conocido nuestra institución en los últimos años. La alta valoración de la obra y su ferviente deseo de que fuera incluida en una gran exposición que por entonces estaba preparando sobre Rogier van der Weyden para el Museo del Prado, se puso de manifiesto pocos días después cuando se recibió en nuestro museo la carta de solicitud de préstamo firmada por el director de la primera pinacoteca española, Miguel Zugaza. Las razones de esta petición se basaban en la calidad excepcional de la pieza, su relación con la más destacada producción artística contemporánea del gran maestro flamenco y la atribución de la obra a Egas Cueman quien, junto con su hermano Hanequin de Bruselas, trabajaba en Castilla en las décadas centrales del siglo XV.

Tras el paso de la escultura por el Museo Nacional del Prado, donde ha podido ser contemplada junto a obras maestra del arte universal, hemos querido que su regreso al Museo de las Ferias venga acompañado de una edición conmemorativa en la que se recogen dos estudios muy cuidadosamente ilustrados: el primero, el dedicado a la obra en el catálogo de la exposición, firmado por los profesores Campbell y Pérez Preciado -generosamente cedido, al igual que las fotografías de sala que incluimos, por el Museo del Prado- y, el segundo, el redactado por Manuel Arias y José Ignacio Hernández, que recoge las características de las principales piezas artísticas que ha llegado hasta nosotros del legado patrimonial de Lope de Barrientos: un espléndido cáliz de plata sobredorada y esmaltes, una cruz relicario del lignum crucis, una sobrecopa y el singular "bastón de Dan Antón" con su funda, todas ellas donadas originariamente por el prelado a su Hospital de la Piedad y San Antonio Abad, y desde la refundación de éste en el Hospital General en 1864, pertenecientes al patrimonio histórico artístico de la Fundación Simón Ruiz.

La presente edición ha sido financiada por la "Asociación Amigos del Museo de las Ferias y del Patrimonio de Medina del Campo" y la Diputación de Valladolid -institución que también patrocina nuestro ciclo expositivo "La Pieza del Mes"-; a ellas se han unido en estrecha colaboración el Museo Nacional del Prado, la Fundación Simón Ruiz y el Ayuntamiento de Medina del Campo. Reunidos todos estos esfuerzos, junto con los de nuestra Fundación Museo de las Ferias en calidad de coordinadora del proyecto, se ha decidido destinar los beneficios que se obtengan con la venta de esta edición a la rehabilitación de la iglesia del Hospital General de Simón Ruiz, monumental edificio que actualmente sufre su preocupante estado de deterioro que hay que detener cuanto antes.

Antonio Sánchez del Barrio
Director de la Fundación del Museo de las Ferias.

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Fray Lope de Barrientos

LERNE CAMPELL Y JOSÉ JUAN PEREZ PRECIADO

Portada Catálogo Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Portada Catálogo Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

La estatua, realizada en vida del obispo, se menciona en su testamento, fechado el 17 de noviembre de 1454. Era voluntad que se colocara en su sepulcro, en el centro de la capilla el Hospital de la Piedad que había fundado en Medina del Campo. Allí estuvo hasta 1860 aproximadamente, hasta que se traslado a un nicho en la pared. El féretro situado bajo la estatua se hallaba vacío. Es posible que el cuerpo de Barrientos se trasladara antes de esa fecha o incluso que nunca llegara desde Cuenca, donde murió el obispo. El hospital se cerró en 1864 para convertirse en una residencia de ancianos y después en una fábrica textil, antes de su demolición definitiva en 1932. Mientras tanto, en 1902 la estatua se había vendido ilegalmente y había llegado a manos del marchante Settiner, de París. Se recuperó después, y al volver a Medina del Campo se colocó en un nicho de la capilla del hospital de Simón Ruiz. Allí estuvo hasta 1999, año en el que se trasladó para su restauración. Una vez terminada ésta, se depositó en el Museo de las Ferias, inaugurado en el año 2000 [1-0].

Portada Catálogo Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Portada Catálogo Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

La estatua del obispo y su policromía se conservan en un magnífico estado [2-0]. Dejando aparte el hecho de que no era fácil obtener bloques grandes de alabastro, la estructura de esta obra es especialmente complicada. Su figura y la del perro están construidas nada menos que con 28 piezas distintas de alabastro, algunas muy pequeñas. Muchas de esas piezas mínimas son probablemente sobrantes reciclados. Es posible que el fuera de escasa calidad y estuviera afeado por vetas muy marcadas. Tanto el perro como la mitra constan de cuarto piezas; de doce la cabeza y el tronco de Barrientos, mientras que las rodillas y el almohadón son bloques únicos. El cuello se prolonga en una especie de vástago que se inserta en el bloque principal del torso. Las piezas están unidas mediante armaduras de hierro , espigas de madera o de alabastro y diversos adhesivos. Hay pérdidas de la parte superior de la mitra y en la posterior de la cabeza y la mitra donde falta una sección rectangular. Muchos de los dedos están dañados. El almohadón ha perdido una de las borlas de la parte delantera; al perro le faltan las patas delanteras y algo de policromía, aunque se han aprovechado los diversos tonos del alabastro para indicar el pelaje. Un orificio rectangular en la base de la columna vertical del animal, hay rellenado, contenía quizás un soporte, posiblemente para un dosel. No se ha podido determinar si el alabastro de la cabeza, el cuerpo y el perro proceden en su totalidad de la misma cantera, ni siquiera identificar la cantera o canteras de origen.

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

El obispo está arrodillado, en oración y con la vista baja, y tiene la boca cerrada. Lleva un alba bajo una dalmática que tiene adornos de hilo de oro y perlas y piedras preciosas aplicadas. Los bordes se rematan en flecos, así como los extremos de la estola. El precioso cuello puede formar parte de la dalmática o de un amito. En el medallón del pecho, un escudo sostenido por dos ángeles seguramente contuvo las armas de Barrientos. Conocemos su escudo por el que figura en un cáliz de plata dorada "con nuestras arma" que donó Barrientos n convento de Santa María de las Dueñas, en Medina del Campo, y que consiste en un campo de oro con jefe de azur y bordura de plata con una rama de hiedra verde [3-0]. En la estatua, en cambio, el escudo del medallón carece de bordura, y está coronado por un capelo. Los cordones deberían tener seis borlas a cada lado dispuestas escalonadamente, las correspondientes a la dignidad del obispo, pero es imposible distinguirlas todas. Tras la copa del capelo sobresale una cruz sencilla. La policromía de la casulla permite pensar que esta es de terciopelo e hilo de oro, con forro de seda verde. En el brazo izquierdo lleva un manipulo. Los guantes semejan probablemente un cuero muy fino; sobre ellos se ven varios anillos entre los que destaca por su tamaño, en la mano derecha, el anillo episcopal con una piedra roja central rodeada por perlas. La mitra es alta y está forrada con tele roja, y bajo ella lleva un gorro; las ínsulas, rotas, son muy largas y están cargadas de pedrería. En el eslabón de la casulla están bordados sobre fondo de oro unos ángeles que portan los instrumentos de la Pasión; el situado detrás de las manos tiene el flagelo y la columna; el que está debajo, la lanza y los tres clavos, y el inferior las tenazas; en la espalda del obispo, el ángel superior lleva el martillo y la escalera; el siguiente, la cruz, y el inferior la corona de espinas y lo que parece ser la caña. La mitra y muchas de las prendas se enriquecen con aplicaciones de perlas de diversos tamaños. El alabastro está finalmente labrado e inciso para sugerir los motivos, ondas y texturas de las telas de oro. El dorado se combina con detalles lineales para indicar el efecto de la luz sobre los tejidos. En algunas zonas, como los puños, el escultor aprovecha las características del material en una magnífica exhibición de virtuosismo.

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

La cabeza de Barrientos es un poco mayor del natural, más ancha a la altura de os ojos y más estrecha a la de la boca y la barbilla. Los ojos están tratados con gran detalle, con los iris y las pupilas perfectamente definidos e incluso con pestañas y brillos, consiguiendo mediante marcas raspadas en los globos oculares. Las circunferencias de los iris son tangentes a los párpados superiores, lo cual produce la impresión de una intensa concentración. El labio superior sobresale y aloja una sombra sobre el inferior, lo que hace que parezca que la boca está levemente abierta, como si el obispo estuviera hablando. Las arrugas entre los párpados y las cejas, y por encima de éstas, son objeto de una esmerada descripción, al igual que los pliegues que hay entre la nariz y las mejillas y los de las comisuras de la boca. esas arrugas contrastan con la piel tersa y brillante de la parte superior y prominente de la frente, de los pómulos igualmente marcados, de la nariz, muy recta, y de la barbilla. El aspecto del rostro varía según incida la luz en él, por ejemplo cuando el observador se mueve en torno a la estatua y cuando ésta se estudia desde arriba y desde abajo. De hecho, la figura en su conjunto invita a contemplarla despacio y desde todos los puntos de vista, con lo que se aprecia su gran calidad.

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Se afirma que Lope Barrientos nació en 1382 y murió en mayo de 1469, por tanto a los 87 años de edad. Era Medina del Campo, donde profesó como dominico en el convento de San Andrés. Durante el otoño de 1429, cuando contaba 47 años, salió de la oscuridad al ser nombrado tutor de Enrique, hijo de Juan II de Castilla y de María de Aragón, que entonces tenía 4 años. Barrientos fue instructor de Enrique hasta 1440. En ese tiempo se ganó la confianza de Juan II, quien le nombró confesor suyo en 1434 y le recompensó generosamente por su entrega y lealtad. Fue nombrado obispo de Segovia en 1438, de Ávila en 1441 y de Cuenca en 1445[4-0]. En 1438 obtuvo una licencia papal vitalicia para residir fuera de su diócesis[5-0].

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Aunque dejó la corte en 1440, se le reclamó casi inmediatamente y durante el resto del de Juan II fue para éste una constante ayuda en el gobierno de Castilla. En 1446 solicitó al papa que le absolviera de los delitos cometidos por él o en su nombre, incluidos asesinatos, mutilaciones, incendios y otras iniquidades[6-0]. Parece que tuvo una vida en general tranquila: asesorando a Juan II, administrando sus diócesis, amasando una gran fortuna y planificando y dotando sus fundaciones de caridad. Promovió a su bastardo Pedro del Águila, quien, tras su muerte, fue reconocido como hijo suyo, tomó el apellido de Barrientos y contrajo matrimonio con una dama muy bien relacionada, María de Mendoza, que era descendiente de Enrique II de Castilla[7-0].

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Además de estas tareas, Barrientos también escribió, tanto en latín como en castellano. Entre 1445 y 1454 terminó varios tratados que dedicó a Juan II: "El tratado del caso y Fortuna[8-0], el Tratado del dormer[9-0] o el Tratado de la divinança[10-0]. Cuando era instructor del príncipe Enrique y después, ya como consejero real, solía hablar de esas cuestiones con el monarca. Éste, siempre pendiente de otros asuntos, por lo general no podía recordar las respuestas de Barrientos a sus preguntas, y le pidió que las pusiera por escrito. Escribió también, en español, una defensa de los judíos convertidos al cristianismo (obra también dedicada a Juan II[11-0], y, en latín, la Clavis sapientiae, un diccionario enciclopédico de términos filosóficos y teológicos[12-0].

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

El 17 de noviembre de 1454, catorce años antes de su muerte, Barrientos hizo un largo y detallado testamento[13-0]. En él expresaba su deseo de ser enterrado en el hospital que había fundado en Medina del Campo, el Hospital de la Piedad. Debía ser enterrado en el centro de la capilla, bajo la efigie de alabastro que ya se había realizado. Aunque no menciona el nombre del autor de la imagen, en otro pasaje posterior del mismo documento se cita al "maestro Hanequín", residente en Toledo. Se trata de Hanequín de Bruselas, el hermano de Egas Cueman[14-0]. Por el testamento sabemos que una dama le había encomendado a Barrientos que encargara varias efigies para la ciudad de Ávila; el obispo transfirió la suma de dinero necesaria a un canónigo de Ávila, quien debía pagarle a Hanequín por terminar las efigies e instalarlas en la ciudad, según un contrato que obraba en poder del canónigo.

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Se establece así una conexión entre Barrientos y Hanequín de Bruselas, quien al parecer estaba especializado en arquitectura pero que trabajaba en colaboración con su hermano Egas Cueman, más dedicado a la escultura. Como la estatua de Barrientos se asemejo mucho a la que Egas realizó de Gonzalo de Illesca, encargada en 1458 es plausible atribuirle a Egas la del obispo. Ya estaba terminada en noviembre de 1454, cuando Barrientos hizo testamento. Como parece que estaba destinada a su nievo hospital, es poco probable que se encargara antes del 18 de abril de 1447, fecha en la que Barrientos consiguió una licencia papal que le autorizaba a fundar "un solemne y suntuoso hospital para los pobres, con un oratorio y un cementerio y otras cosas necesarias"[15-0]. Aunque en 1451 y 1453 Barrientos obtuvo indulgencias plenarias para todos los pobres y enfermos que murieran en el hospital[16-0], es posible que la construcción se avanzara muy deprisa. En 1455 Barrientos residía en Medina del Campo, pero no en el hospital. La "casa de nuestra residencia" estaba en el convento de San Andrés[17-0].

Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Durante los siglos XIV y XV, los escultores franceses y españoles cultivaron tanto el tipo de estatua arrodillada como el de yacente. Al encargar una efigie exenta y arrodillada, es posible que Barrientos se acordara de las figuras de bronce dorado de Álvaro de Luna y su esposa que estuvieron en su día en la catedral de Toledo y se destruyeron después, durante los disturbios de 1440. Eran, al parecer, figuras yacentes que mediante un mecanismo podían incorporarse, arrodillarse y rezar[18-0]. Entre 1467 y 1476 Egas realizaría las efigies arrodilladas de Alfonso de Velasco y su esposa. Lamentablemente sabemos poco del aspecto que tendría el monumento de Barrientos, salvo que la estatua se iba a colocar, como hemos dicho, encima del sepulcro, contenido en un nicho en el centro de la capilla de su hospital. Ésta tenía techumbre de madera al estilo mudéjar, que en una inscripción que conmemoraba la figura del obispo[19-0]. Es posible que éste interviniera en el encargo del Tríptico de Miraflores o en la planificación de su iconografía[20-0]. La pieza que aquí se expone, realizada casi con seguridad por Egas Cueman, es de tal calidad que debe situarse entre lo mejor de la producción de los escultores contemporáneos de Van der Weyden.

Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

1- Moyano, Antero, "Vivía en Medina Sebastian Pascual...". El Sarabiense, 2 de marzo de 1865 (reeditado en El Medinense, nºs101 - 1010, 11 de agosto - 13 octubre de 1889); Martí y Monsó, José, Estudios Históricos-artísticos relativos principalmente a Valladolid, basado en la investigación de diversos archivos, Valladolid y Madrid, Leonardo Miñón, 1898-1901, p. 305; Ara Gil, Clementina Julia, Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1977, pp.213-217; Martínez Ruiz, Mª. José, La enajenación del patrimonio en Castilla y León (1900-1936), 2 vols. (Estudios de Arte, 17), Valladolid, Junta de Castilla y León, 2018, vol. 1, pp. 285-89.

2 -Sobre su situación antes de la restauración, véase Martínez Casado, Ángel, Lope de Barrientos. Un intelectual de la corte de Juan II (Monumenta Histórica Iberiamericana de la Orden de Predicadores, 7). Salamanca, Ed. San Esteban, 1994, lám.frente a p. 161. Queremos hacer constar aquí que para la redacción de esta ficha hemos tenido oportunidad de consultar los informes de restauración de la pieza a cargo de Miryam Hernández Valverde y sus colegas del Centro de Conservación y Restaruación de Bienes Culturales de Castilla y León, a quienes estamos muy afradecidos. También a Kim Woods, cuyo asesoramiento nos ha sido de gran ayuda.

3 - Martínez Casado. Ob. Cit. 1994, lám. frente a p. 144; el pasaje del testamento que aquí interesa se encuentra en p. 164.

4 - GETINO, Luis G. Alonso. Vida y obra de Fr. Lope Barrientos (Anales Salmantinos, 1). Salamanca, Est. tip. FDe Calatraba, 1927, pp. XVII-XCVI; MARTÍNES CASADO, Ob. Cit. 1994, pp. 17-32; CUENCA MUÑOZ, Paloma. " El Tractado de la Divinança" de Lope de Barrientos. La magia medieval de la visión de un obispo de Cuenca (Col. Almenara, 2), Cuenca. Ayuntamiento de Cuenca, Instituto de Juan Valdés, 1994, p. 11; MORALES MUÑOZ, Dolores Carmen, "Barrientos: Lope de", en Ciccionario Bioráfico Español, vol. 7, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010, p. 165.

5 - BELTRÁN DE HEREDIA, Vicente, Bulario de la Universidad de Salamanca (1219-1549), 3 vols. (Acta Salmanticensia, Historia de la Universidad) Salamanca, Universidad de Salamanca, 1966-1867, vol. II, pp. 433-434.

6 - VILLARROEL GONZÁLEZ, Óscar, El rey y la iglesia castellana. Relaciones de poder con Juan II(1406-1454). Madrid, Fundación Ramón Areces, 2011, pp. 286, 573.

7 - ORTEGA CERVIGÓN, José Ignacio. La acción política y la proyección de la nobleza terrotorial en el obispado de Cuenca durante la Baja Edad Media (tesis doctoral). Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2006, pp. 206-209.

8 - GETINO. Ob. Cit. 1927, pp.205-45; GODINAS, Laurette, "Fray Lope de Barrientos, "Tratado de Caso y Fortuna", Revista de Literatura Medieval, 18, 2006, pp. 9-69.

9 - GETINO, Ob. Cit. 1927, pp. 1-85; GARCÓA MONGE CARRETERO, Isabel. Eatudio y edicción crítica del "Tratado del dormir y despertar" de Lope de Barrientos (tesis doctoral). Universidad Complutense de Madrid, Madrid 2001.

10 - GETINO, Ob. 1927 pp. 87-180; CUENCA MUÑOZ, Paloma, "El legado testamentario de Lope de Barrientos", Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Historia Medieval 9, 1994, pp. 203-325...

11- GETINO, Ob. Cit. 1927, pp. 182-206.

12- 0 Inédito, pero véase MARTÍNEZ CASADO, Ob. Cit. 1994, pp. 149-66.

13 - MARTÍNEZ CASADO, Ob. Cit., 1994 pp. 254-71; Cuenca Muñoz, Art. Cit. , 1966.

14 - Se estudian con más detalle las conexiones entre Barrientos y los dos hermanos en: CAMPBELL, Lorne, "Rogier van de Weyden y los reinos ibéricos", Rogier van de Weyden (Catálogo de la exposición) Madrid, Museo Nacional del Prado, 2015, p. 41.

15 - BELTRÁN DE HEREDIA, Ob. Cit., 1966-1967. vol. III, pp. 9-10.

16 - Ibidem. pp. 54,65.

17 - MARTÍNEZ CASADO, Ob. Cit. 1994, p. 63.

18 - MARTÍNES GAMERO, Antonio, Historia de la ciudad de Toledo, sus claros varones y monumentos, Toledo, Imp. Severino López Fando, 1862, p. 763.

19 - MARTÍ Y MANSÓ, Ob. Cit., 1898.1901, pp. 105-06; CAÑAS REILLÓ, José Manuel, Corpus epigráfico conquense, 1ª revisión 2010, www.epigraficonquense.com.

20 - CAMPELLO, Art. cit., Ob. cit, 2015, p. 36.

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Piezas para el recuerdo de un gran prelado.

Manuel Árias y José Ignacio Hernández.

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

El dominico Lope de Barrientos (hacia 1382-1469) formó parte de un grupo de obispos que en la Castilla del final de la Edad Media terminaron desempeñando, junto con su dignidad eclesiástica, un relevante papen en los asuntos de estado. El éxito personal y económico los convertía a su vez en promotores artísticos de primer orden, para los que su capilla funeraria suponía al mismo tiempo la salvación de sus almas, al garantizar la celebración de cultos por su eterno descanso, y perpetuar el recuerdo de su existencia a través del monumento funerario.

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

En algunas ocasiones se optaba por una fundación personal que individualizaba su memoria por encima de la tradicional capilla de la catedral de la sede en la que culminaba su carrera religiosa. Éste fue el caso de Lope de Barrientos, quien siendo obispo de Cuenca quiso mantener la fidelidad a su lugar de nacimiento y erigir Medina del Campo un hospital bajo la advocación de Santa María la Piedad y San Antonio Abad. Con ello contribuiría a la finalidad antes comentada con la práctica peremne de la caridad, más aún de obtener del pontífice la concesión de indulgencia plenaria para los encrgados y los que allí fallecieran[1-1].

Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Sala Exposición: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Junto al poyecto del propio seculcro, que en el caso de Lope de Barrientos nos ha legado con su retrato orante una de las obras culminantes de la escultura medieval realizada en España, fue también habitual que aquellos prelados quisieran dejar en su capilla los objetos personales que utilizaton para el culto divino. Se trata de auténticos tesoros sagrados, más que numerosos de piezas muy escogidas, con frecuencia completamente desaparecidos. Por ello en el ejemplo que nos ocupa adquiere un valor singular que haya llegado a nuestros días unas pocas pero ecelentes muestras de su ajuar: el cáliz, una cruz relicario y el llamado báculo de San Antón con su funda.

Antiguo Hispital de la Piedad: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Antiguo Hispital de la Piedad: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

La transcripción del testamento redactado en 1454, casi quince años antes de su fallecimiento, muestra al menos la intención de lo que tenía pensado donar al hospital: Primeramente mandamos que el caliçe e anpollas con que ns çeleramos de pontifical e asymesmo las chapadas, conviene a saber: casulla, capa, túnica, tunicela e alva con todos sus aparejos; e asymesmoel portapaz rrico en que está vn pedaço de nácar guarnido de piedras, el qual es todo de oro, e asymesmoen nuestro pectoral rrico guarnido de piedras, e asymesmo el misal de pontifical, e asymesmo el nuestro brevario mayor, sea todo e quede para el dicho nuestro hospital con que çelebren las fuestas generales.

El Cáliz del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 El Cáliz del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

A parte e las tres piezas consevadas se citan también entre las mandas al hospital la casulla rrica de clemesyn rrico..., las nuestras fuentes de plata sobredoradas de pontifical de bostiones..., e más los tres picheles de plata dorada de picos labrados..., el báculo de plata sobredorado que nos tenemos con sus cañones de plata e las mitras menores que nos tenemos, sacando la motra rrica la qual queremos e mandamos que sea para la iglesia mayor de Segovia[2-1].

Cruz Relicario del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Cruz Relicario del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Con todo, las donaciones, tanto en matálico como en piezas para el culto, no terminaban con lo destinado al hospital. Para hacernos una idea basta con mencionar que solamente en Medina del Campo diferentes iglesias y conventos deberían recibir cinco cálices de plata. En ellos quedaría el recuerdo de sus armas, que serían aún más públicas en las verjas de madera de las cuatro cruces de piedra, con sus correspondientes Cricifijos labrados, que mandó colocar en las puertas de la misma villa.

Cruz Relicario del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
 Cruz Relicario del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

El cáliz de plata sobredorada y esmaltes, fechado en la primera mitad del siglo XV, es una excepción pieza de orfebrería[3-1]. El pié mixtilíneo con alternancia de lóbulos y puntas, se eleva en seis secciónes con hojas de acanto que caen por las ristas, con el escudo de Barrientos y un medallón conteniendo una ruz patada, símbolo de su devoción a San Antonio Abad. El borde aparece recorrido por una trecería de medallones con cuadrílóbulos inscritos en su interior, inscripciones eucarísticas y marianas en esmaltes translúcido se disponen en tres secciones del vástago hexagonal que forma el astil, con un nudo en forma de manzana con seis chapones circulars salientes, también esmaltados con cabezas de apóstoles, de la Virgen y de nuevo de una cruz patada. La copa de forma acampanada tiene trabajada la parte de la subcopa con roleos vegetales, dejando lisa el resto de la superficie.

Báculo de San Antonio del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Báculo de San Antonio del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

El modelo se distancia considerablemente de las tipologías que se realizan en Castilla en obras de similar cronología. El uso de los esmaltes, la disposición de la ornamentación del pie, especialmente de los acantos en las aristas y la forma del nudo, con sus guarniciones salientes también entre los acantos, conducen a tipos frecuentes en el sur de Francia y Aragón, con resultado de la influencia ejercida en la zona por el arte de la Toscana a finales del siglo XIV y comienzos del XV. La relevancia política de Barrientos includos sus contactos con Europa y la constancia de las marcas de Aviñón en otra pieza que perteneció al obspo, el llamado báculo de San Antón, animan a proponer como opción más probable la procedencia francesa, aunque el cáliz carece de punzones. En cualquier caso, otros modelos fechados en la primera mitad del siblo XV sirven para establecer paralelismos, como sucede con el cáliz del cardenal Juan de Torquemada, dominico vallisoletana coetáneo del obispo medinense, que hoy se conserva en el Museo Dormund y que fue realizado en Toscana en 1440. Sus similitudes con esta obra en el tratamiento de la ornamentación, permite situar ambos dentro de una misma corriente estética.

Báculo de San Antonio del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Báculo de San Antonio del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Entre las mandas que deja señaladas al Hospital, figura un relicario de la cruz de Cristo[4-1], que habría que tener en cuenta cierta estima para señalarlo con ciudado en el testamento entre sus legados: Iten mandamos al dicho nuestro ospital la cruceta de oro que nos tenemos en que esta lignun domini con las piedras que en ella están, pero que sea puesta e esté en lograr deçente con las otras rreliquias del dicho hospital. Aunque en alguna ocasión se ha confundido con el pectoral rrico guarnido de piedras que también se cita entre lo que se donaba al hospital, la obra a la que se refiere no puede ser otra que la que hoy se conserva rematando la sobrecopa de un cáliz, fuera de su ubicación original aunque datada al menos con una cronología relativa anterior a la fecha del testamento.

Testamento redactado en 1454 del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Testamento redactado en 1454 del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

La cruz de seccion plana y con pequeñas bolas en los cantos, presenta en el anverso un Crucifijo de fundición, con cuatro cabujones en los extremos, que han de ser de piedras a las que se refiere la manda. El reverso ha perdido la reliquia de la cruz, dispuesta en la parte central y rodeada por la inscripción alusiva, en parte también fragmentada con toda probabilidad al extraer la reliquia, PER / CR / VCIS II(NI)MICI, que Molina de la Torre interpreta como alusión a la invocación Por la señal de la cruz huyan los enemigos[5-1]. Perdido el superior, el resto de los remates adoptan la forma de una venera coronada con cardina.

Testamento redactado en 1454 del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado
Testamento redactado en 1454 del Obispo Lope de Barrientos: "La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado". Fotografías cortesía del Museo Nacional del Prado

Debemos imaginar que el relicario se complementa con un pié que permitiera su exposición en ciertas solemnidades, dada la trascendencia simbólica fe la reliquia. En Cataluña, los desaparecidos relicarios de la cruz procedentes de la Catedral de Tortosa y de San Cugat del Vallés, realizados entre 1410 y 1420 con mayor riqueza decorativ, permiten pensar en una estructura similar para la pieza donada por Barrientos. La abudancia de esta tipología en la corona de Aragón es un argumento para proponer que quizás sea ésta la procedencia última de la cruz.

Contraportada catálogo exposición "La Escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado"
Contraportada catálogo exposición "La Escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado"

La sobrecopa, posterior en el tiempo, presenta una crestería doble compuesta de arcillos con remate flordelidado, que servía de unión con un cáliz para convertirlo ocasionalmente en copón. La parte superior presenta unos gallones superpuestos, calados en su interior y con el borde dentado, que se utilizan habitualmente en la ornamentación de la paltería del gótico tardío en ambas Castillas. Este motivo es utilizado en obras realizadas en Medina, como sucede en el cáliz que se conserva en la Catedral de Salamanca, del platero Lopede Rosales.

Su hubiera que buscar la más singular de las donaciones recogidas en el testamento, es probable que a mayor parte de las opiniones se inclinaran por el báculo de San Antón que nos tenemos guarnido de plata sobredorado, para que sea puesto e esté en el logar más conveniente que se fallere en el dicho nuestro hospital. Se trata de una curiosa obra de orfebrería realizada en madera de ébalo, con empuñadura y anillos o abrazadoras de plata sobredorada, sobre las que se insciben varios excudos de tipo francés y nombres cincelados de los papas Gregorio XI, Benedicto XIII y Clemente VII, reinantes durante el Cisma de Occidente (1378-1417)[6-1]. Con dichas marcas, cabe suponer que fuera realizado en Avignon, al menos las partes en plata que las contienen.

Se desconocen las corcunstancias por las que llega a manos de Barrientos, quien tras tenerlo depositado en el convento de San Andrés de Medina, lo termina enviando las hospital que funda bajo las advocaciones de la Virgen y del propio San Antón. En todo caso, con lo dicho anteriormente hay que pensar en un regalo de la más alta jerarquía de la iglesia que no hace sino confirmar la relevancia del destinatario.

Aunque habitualmente se ha fechado en la primera mitad del siglo XV, teniendo en cuenta que los papas Gregorio XI y Clemente VII fallecen en 1378 y 1394[7-1], parece también lógico deducir que el bastón ya existían antes de la más antigua de dichas fechas. Lo que no debe llamar la atención es la forma de thau de la empuñadura, pues se trata de una reliquia y no del báculo episcopal del obispo Barrientos, que por otro lado también se cita en el testamento entre las mandas al hospital. Esa forma es la que corresponde en la inmensa mayoría de las representaciones artisticas con el bastón de San Antón.

El propio carácter de la pieza, no solo singular sino también sagrada, sería el principal motivo para guardarla cuando nose encontraba expuesta en una excelente funda de cuero repujado, afortunadamente conservada, que pudo ser encargada ya en Castilla por el propio Barrientos a poco después de su muerte. Decorada con hojas de acanto y otros temas vegelates, contiene la inscripción DE DYOS VYEN EL BYEN E DELLAS AVEIRAS LA MYEL E DE LA MA (LA SAL), frase de resonancia bíblica, que terminaría incluída en el refranero, cuyo significado último en una pieza de estas características puede referirse a la omnipresencia de Dios a través de la creación.

Con posterioridad al fallecimiento del obispo, el hospital seguirá encargando otras obras para el culto. Entre ellas, cabe destacar la escultura en madera policromada que representa La Piedad, atribuida con certeza al anónimo escultor conocido como el Maestro de San Pablo de la Moraleja y fechada hacia 1500[8-1]. Es tambien probable que dicha tabla supliera como imágen titular de la iglesia del hospital a otra anterior de la que no tenemos noticias.

Todas estas piezas suponen un complemento perfecto a la excepcional escultura funeraria del obispo Barrientos y han contribuido, incluyendo La Piedad en madera aunque sea más tardía, a que se mantenga vivo el recuerdo de aquel gran prelado, máas de seiscientos años después de su nacimiento en Medina del Campo.

Contraportada catálogo exposición "La Escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado"
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1 - Las deversas faceta desde las que puede tratarse la trayectoria del obispo Barrientos han sido estudiadas con detenimiento por MARTÍNEZ CASADO, A., Lope de Barrientos un intelectual en la corte de Juan II, Salamanca. 1994. En el apéndice documental se incluye la transcripción del testamento al que nos referimos en diversas ocasiones (pp. 154-271).

2 - Idem, pp. 262-263.

3 - ARIAS MARTÍNEZ, M., "Caliz del obispo Barrientos Catálogo de la exposición, Mercadetes y Cambistas, Medina del Campo, 1998, pp. 64-65.

4 - Idem, "Sobrecopa con Cruz relicario", pp. 62-63.

5 - MOLINS DE LA TORRE, fF.J., Epigrafía medieval y moderna en la provincia de Valladolid (987-156), Cita on line: uavadoc.uva.es, Tesis doctoral de la Universidad de Valladolid, 2013, p. 455.

6 - ÁNCHEZ DEL BARRIO, A., "Funda y bastón llamado de San Antón o del Obispo Barrientos", La Pieza del Mes, 2000-2010, Valladolid, 2011, pp.54-55.

7 - MOLINA DE LA TORRE, F. J., Ob. Cit., pp. 447-451.

8 - HERNÁNDEZ REDONDO, J. I., "Piedad de Barrientos", La Pieza del Mes, 2000-2010, Valladolid, 2011, pp. 96-97.

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