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Medina del Campo. Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
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JOSÉ IGNACIO ESPESO

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09-07-06 - A todos mis compañeros del curso 1975 - 1976, pero, sobre todo, a los que ya no están entre nosotros, como Ignacio Lambás García, Rafael Testera o Francisco José Arija García, a todos los maestros que nos guiaron en nuestras primeras lecciones académicas, a los Padres Carmelitas que nos enseñaron el camino de la libertad, la tolerancia el respeto y el amor como base fundamental para asentar nuestras vidas y como no, a nuestros padres, que no sólo nos dieron la vida por y con amor, sino que, además, nos educaron para ser seres humanos de provecho en generosidad y amor.

Los chicos del 69
Los chicos del 69

Teníamos seis años cuando un día más de aquel septiembre del año 1975, nuestros padres nos condujeron a las aulas de aquel colegio carmelitano llamado "San Juan de la Cruz". Comenzaba el curso escolar 1975 - 1976.

Al colegio en cuestión se le conocía y se le conoce popularmente en el ámbito estudiantil como "la lata de sardinas" y eso era lo que parecíamos al entrar entre los muros de aquel edificio, al que se le otorgó en su momento el premio de arquitectura.

Sin embargo, aquellos muchachos de la generación de 1969 éramos diferentes, distintos, no especiales, pero sí sabíamos que terminaríamos siendo una generación a la que se conoce como "puente o bisagra", es decir, una generación que ponía fin a casi cuarenta años de dictadura y abría camino a un régimen de libertad no siempre entendida desde el respeto a la tolerancia. Una generación que recibía los últimos cachetes y castigos por no hacer los deberes y que era premiada y mimada por hacer bien esos deberes. Una generación que tiraba huevos a las chicas de las Jesuitinas a su paso para entrar al colegio, simplemente por que eran chicas, y horas más tarde, las daban rosas de los jardines de la Plaza Mayor a la salida del colegio para cortejarlas, también por que eran chicas. Una generación que sabía que había que cambiar cosas en la sociedad, y que abrió con su sola presencia una puerta que aún no se ha abierto del todo para erradicar de esta vida: la hipocresía, la falta de honradez o la palabra, el egoísmo, la envidia, ... etc.

La generación que vino de La Luna, la generación más erótica del siglo XX, capaz de ver el mundo perfecto en sus vidas y capaz de todo y de nada, ha sido que esta sociedad la generación que más cambios ha ido experimentando en todos los ámbitos de la vida, por un lado, se adaptó a los lastres del pasado, bofetada va y bofetada viene, y por otro lado, experimentó los "cambios" del presente, diálogo va y diálogo viene.

Los del 69 sabemos que somos diferentes, porque entre nosotros sabemos que todo en esta vida es mejorable y que debemos cambiar esas actitudes hipócritas de una sociedad que dice una cosa y hace la contraria.

Y de ese anhelo, de esa nostalgia, de ese sentirnos diferentes, de ese respeto por en el trato y esa rectitud en la palabra , siempre directa, nació una idea. Una idea igual, pero distinta. La idea de juntarnos, no después de veinticinco años, sino después de treinta años y recordar aquellos entrañables momentos. Una idea que seguramente tuvimos en mente muchos de nosotros, pero que cristalizó y se materializó gracias al tesón de uno de nosotros. Así pues, como toda idea lleva un nombre, porque nada hay más absurdo y ruin en esta vida, que hacer de las ideas de los demás las tuyas propias, es decir, aplaudir, agradecer y felicitar a mi compañero y amigo Jesús Ángel Calderón Cadenato, autor de tan acertada idea, que ¡olé los seres humanos como él! Porque siempre van de frente, con sinceridad y sin tapujos, porque su idea es una idea que ayuda a ser mejores personas es una idea que buscó la convivencia, la amistad y el recuerdo de aquellos años maravillosos que todos llevamos dentro para siempre, esos primeros años de colegio que marcaron nuestras vidas y que nos hicieron recordar momentos de todo tipo, sueños e ilusiones, cachetes a destiempo y a tiempo que nos llevaron a la "Siberia", lecciones aburridas y también magistrales, juegos y travesuras que nos hicieron reír y llorar y que todo en su conjunto, terminó por forjar nuestro carácter. Y es que los seres humanos, ante todo, somos memoria. Por que solo el recuerdo de la niñez y el antídoto perfecto para mejorar este mundo.

Por eso se puede decir con voz alta y clara, que ninguna idea es tan magnífica como el reunir a los que un día fueron tus compañeros y hoy son personas como tú, con vidas distintas, pero siempre y ante todo seres humanos como tú , alrededor de unos recuerdos que siempre nos acompañarán a lo largo y ancho de nuestras vidas. Seguramente repetiremos y lo mejor de todo, es que haremos las "paces" con los de !B" y ya no hará falta esperar otros treinta años.

¡Ójala cunda el ejemplo entre otras generaciones, aunque no sean como la generación de los nacidos en el 69!

Porque al final, en esta vida que nos hemos montado, pocas cosas merecen la pena: la familia y la amistad por aquellos lugares por donde pasamos, desde que un día entramos en las aulas a aprender las primeras lecciones de la vida.

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16-07-06 - Antonio Sánchez del Barrio.

Académico de la historia

Desde que tengo uso de razón, aunque no siempre, -ni tan siquiera algunas veces tengo ni una pizca de razón, pues esto es algo que afortunadamente tiene varios y riquísimos puntos de vista-, me enseñaron a decir las cosas en vida, sobre todo, las cosas buenas.

¿Y qué es decir las cosas buenas en la vida?

Muy sencillo, tan sencillo como admirar y, ante todo, manifestar las virtudes ajenas, jamás las propias, el la vida del virtuoso o virtuosa. En estas palabras, ¿porque callar ante los éxitos de otras personas y no sentirnos tan satisfechos, o más, de los logros ajenos como de los propios?¿porque esperar a que las virtudes de los demás salgan a la luz cuando el susodicho o susodicha ya han fenecido? ¿porqué contar sólo las cosas malas con el único fin de hacer daño a los demás? ¿acaso no sabemos que todos tenemos virtudes que nos gustaría que nos reconocieran y defectos que transformar el virtudes?.

Ah, la envidia, deporte universal, hecho de especialidad en España, y que tanto daño hace a la convivencia en paz de los seres humanos.

y todo ello para decirles lo profundamente satisfechos y orgullosos que debemos sentirnos, no sólo los que nos dedicamos por formación y profesión al mundo de la Historia, sino todos os medinenses, al conocer la semana pasada en los medios de comunicación la noticia del nombramiento de nuestro cronista, Antonio Sánchez del Barrio como miembro de la Real Academia de la Historia a propuesta de tres ilustres historiadores y miembros de la Academia como son: Quintín Aldea Vaquero, Luis Suárez Fernández y nuestro querido paisano, el catedrático e historiador olmedano Julio Valdeón Baruque.

De Antonio Sánchez del Barrio les podría hablar desde varios puntos de vista, más por mi condición no debo de hacerlo, así que trataré de ser lo más objetivo posible que pueda para decirles en pocas palabras lo que supone tal nombramiento.

En primer lugar es indiscutible que, ante todo, es un logro personal, que como todo logro personalizado tiene unas personas detrás que le ayudaron a conseguir tal hazaña: familia, amigos y compañeros de trabajo. Pero ha sido sobre todo, y a pesar de su juventud, tan sólo cuarenta y seis años, su ya dilatada trayectoria laboral en pro y beneficio de la recuperación, conservación y difusión de nuestro pasado, lo que realmente le ha llevado al nombramiento. De entre sus méritos sobresale la puesta en funcionamiento en el año 2000 del único museo que existe en nuestra querida villa, el Museo de las Ferias, y que sin haber finalizado su proyecto de ampliación y mejora ya ha conseguido numerosos premios, el más destacado, el de la Asociación Profesional de Museólogos de España.

Sin embargo, el nombramiento como académico de la Historia, cuyo requisito imprescindible es ser Doctor en la materia y poseer una experiencia investigadora de solvencia, no sólo se puede circunscribir al éxito personal o laboral, sino que tiene su máxima extensión hacia Medina del Campo, pues de este modo, queda representada nuestra villa en una Academia que vale por la investigación, la conservación y la difusión correcta del pasado y en el caso de Medina con mayor razón si cabe, porque posee, sin ningún género de dudas, uno de los patrimonios histórico-artístico más ricos, variados y grandes de España y que, desde mi punto de vista, aún no se ha explotado en beneficio del progreso de nuestra querida villa, como uno de los lugares de visita obligada por el extenso panorama nacional.

y por último, no me gustaría dejarme en el tintero que el nombramiento de Antonio como académico de la Historia debe ser visto desde quien ocupe el poder, no sólo como algo prestigioso en el ámbito personal o para Medina del Campo, sino también para su obligada consulta ante temas tan traídos y llevados como la planificación urbana de la villa en lo que se refiere lógicamente a su centro y a su patrimonio artístico, pues no existe mayor aberración que tener un académico de la Historia y no aprovechar su sabiduría para la mejora, conservación y difusión de nuestro rico patrimonio.

Sepamos pues valorar lo que tenemos, porque a su postre los únicos beneficiados somos todos los medinenses, así como somos todos los medinenses los que de verdad sabemos lo que Medina del Campo puede ofrecer por encima de otro tipo de ideas, que lejos de ser mejores o peores, ciertamente en muchos casos, no son las adecuadas. Y hete aquí que, precisamente, su verdadera riqueza, como ya he manifestado en otras ocasiones, reside en su patrimonio histórico artístico.

De esa valoración positiva y, sobre todo, de su conocimiento, al que tanto debemos las generaciones más jóvenes a Antonio Sánchez del Barrio, vendrá por añadidura su saber explotarlo en beneficio de todos.

¡Enhorabuena pues, a Antonio y por ende a todos los medinenses!

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09-07-06 - La verdadera riqueza de Medina: su Historia

Alcanzada ya la festividad de Santiago Apóstol, el próximo martes 25 de julio, nos encontramos en la Historia de nuestra querida villa con una leyenda creada a través de la tradición escrita, es decir, una obra literaria, que a su vez está basada en un hecho histórico: La conquista de la cuidad granadina de Alhama durante la guerra contra los musulmanes para reconquistar el reino de Granada (1482 - 1492)

La leyenda creada con el fin de relatar la consigna de los Reyes Católicos, de pedir el sueldo de cien infantes a la villa de Medina del Campo, para la empresa de presidiar la plaza de Alhama, fue el arranque para la creación de esta obra literaria, donde su autor, Tomás de Jesús Salcedo nos va narrando las aventuras y desventuras e dos jóvenes medinenses, Luis del Valle y Juan de Barco, por la disputa de una dama, Blanca de Ulloa, y de cómo la intervención de la Reina Isabel la Católica hace posible un final feliz para ambos.

En la obra literaria, bajo el título de "Lámpara de Santiago", queda recogida una tradición por la que se pensó que una lámpara procedente de la mezquita de Alhama, fue un trofeo arrebatado a los moros tras la conquista de Alhama por las tropas medinenses, y que resplandeció sobre la nave del presbiterio, pendiente de la bóveda en la antigua iglesia de Santiago el Real. Iglesia que según la tradición visitaban los reyes en sus estancias en Medina.

La famosa lámpara fue un trofeo que obtiene en la obra literaria de Salcedo, Luis del Valle, matando a un moro que hirió a su contrincante, Juan de Barco cuando éste se disponía a coger la lámpara. Este hecho y otros que se relatan en la leyenda terminaron por hacer amigos a los dos contrincantes.

Pero queda claro que la Lámpara de Santiago va unida a esta tradición y que no existe. En las notas de la obra literaria se nos comenta con precisión el origen de la Lámpara de Santiago, que se encuentra en la actual iglesia parroquial de Santiago el Real y que fue restaurada en el año 2002, gracias a la financiación de la Asociación medinense "Mujeres para la Democracia"siendo presentada como pieza de los meses de julio y agosto del año citado en el Museo de las Ferias. En esas notas de la obra literaria de Salcedo se nos comenta el origen de la legendaria lámpara. Dicen así:

- "El en siglo último se ignoraba su paradero, por lo cual un medinense, amante de los gloriosos recuerdos de su patria D. Francisco Gutiérrez de Vega, que vivió mucho tiempo y murió en 1752 en Nueva España (Mégico) legó su testamento a la iglesia de Santiago el Real de Medina del Campo una preciosísima lámpara de plata, en memoria de la primitiva mencionada. Es toda de dicho metal, pesa sesenta y ocho marcos (34 libras) y cinco onzas y únicamente luce en la iglesia en las festividades que revisten cierta solemnidad. Para evitar contingencias, que ya en alguna ocasión ha estado espuesta, se la guarda con toda precaución y cuidado fuera del templo".

Dos siglos después de este acontecimiento histórico y que dio asunto a la creación de la mencionada obra literaria, escrita por Salcedo en 1888, la tradición de la Lámpara de Santiago fue recogida en un libro impreso titulado "Historia y milagros del Santo Cristo de San Bartolomé de Medina del Campo, escrito por Fray Alonso Gutiérrez y del que se conservan poquísimos ejemplares, según nos comenta en las notas de su obra literaria, el propio Salcedo.

Y es que como viene siendo habitual en nuestra dilatada historia de cada día, de cada fecha, valga la redundancia, se puede sacar cualquier efeméride, recordándonos con insistencia la importancia de mantener viva la mayor y mejor riqueza de nuestra querida villa: su Historia, nuestra Historia

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14-10-06 - De puente a puente, a ver si seguimos la corriente.

José Ignacio Espeso

Al hilo de lo acaecido en Navas del Marqués, en la provincia de Ávila, sobre la tala de más de 1.000 pinos diarios, -se necesita ser bruto para concebir algo así-, y poder ubicar lo que últimamente está de moda en España, campos de golf y urbanizaciones de lujo (más de 300 campos de golf existen ya en nuestro país y hay en proyecto otros 200 más, uno o un par de ellos en nuestra querida Medina)- Cada campo de golf necesita el agua que gasta una ciudad como Madrid para su mantenimiento.¿Alguien puede ser más ignorante y egoísta a la vez? ¡Qué país este!

Pero retomando el título del presente artículo vuelvo a insistir en la necesidad que tiene Medina de despegarse de aquellas ideas obsoletas, partidistas y personalistas, o de intentar parecerse a la ciudad de Valladolid. No estaría de más empezar a creernos lo que verdaderamente tenemos. Es decir, su historia y su riqueza artística, símbolo de un pasado esplendoroso, que debe ser concebido como una fuente inagotable del desarrollo de todos. Para ello es imprescindible conocerlo y asesorarse por las personas formadas para tal fin, dejando de lado proyectos de embellecimiento no acordes a la realidad de Medina del Campo.

Por ejemplo, no pueden concebirse, como he escrito en tantas ocasiones, calles semipeatonales en el Centro Histórico o fuentes que rozan el ridículo, salpicando nuestras calles, ni se pueden olvidar a personajes relevantes de nuestro pasado. Y, obviamente, aún menos, dejar caer edificios históricos o edificar, como a cada cual le venga en gana, en pleno Centro Histórico.

Si a todo ello unimos proyectos, como la futura pasarela del Castillo de la Mota, sin consultar a los verdaderos profesionales en la materia, y sin tener en cuenta el conjunto de la ciudadanía, nos podremos llevar "chascos" de la misma envergadura que todo lo que se proyectó con motivo del V. Centenario de la muerte de Isabel la Católica o las sucesivas remodelaciones de la Plaza Mayor.

Por tanto, debemos empezar a tomar conciencia de que Medina del Campo es ante todo una población histórica y perderemos nuestro principal esencia, y, como consecuencia, la más importante riqueza que tenemos y que puede hacer de Medina, si se trabaja en el sentido adecuado y todos unidos, una ciudad patrimonio de la Humanidad.

Otras ciudades con menos importancia histórica han logrado conservar su encanto y ahora no sólo pueden presumir de ellos, sino enriquecerse con una de las fuentes con mayor ingreso en la actualidad: el turismo cultural. Esperemos no llegar demasiado tarde, como siempre.

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