Vista Medina
Titulo
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

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II - LOS MOROS EN MEDINA Y PARTICIPACIÓN DE LOS MEDINENSES EN LA RECONQUISTA

6. - Testimonios de la presencia de los moros. 7. - Conquistan a Medina. 8. - Los pelayos medinenses. 9. - Otorgación de los fueros. 10. - Voto de San Boal. 11. - Nuevas invasiones y nuevos Linajes. 12. - ¿Vivió en Medina el Cid? 13. - Los medinenses en Alarcos y en Ronda. 14. - En las Navas, en Alcalá de Guadaira y en Alcalá la Real. 15. - Padrón de Alhama. NOTA.

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6. - Testimonio de la presencia de los moros

No ha de ser prolijo nuestro relato en todo lo concerniente a hechos poco definidos, deficientemente documentados, y diversamente transmitidos los los historiadores locales. De este carácter son los hechos atribuidos a los moros en esta villa, y muchos de los que se dicen realizados por los medinenses en la lucha, ocho veces secular, de la Reconquista. Pero, evitando la prolijidad, no estaría justificado omitir los hechos en cuya relación han estado más contestes los cronistas. Tal va a ser nuestro intento.

Rápida y avasalladora fue la invasión agarena en toda la Península. Victoriosos los moros en la batalla llamada del Guadalete, el año 711, no encontraron serios obstáculos en sus correrías. Los godos que no obstante su conversión a la verdadera fe, no habrían logrado fusionarse con la población indígena ni constituir verdadera unidad nacional, se mostraron impotentes para contener al enemigo avasallador que, por el año 718, ya había alcanzado la cordillera Cantábrica. Debemos, pues, suponer que poco antes pasarían por esta población, en la que no quedaron otro vestigio que el nombre. En las crónicas árabes no han encontrado los investigadores alusión alguna a nuestra villa, y en las crónicas cristianas tampoco se encuentran referencias hasta muy entrada la Reconquista. Y sin embargo, los hechos que suponen acaecidos en ella los historiadores locales tienen sólido fundamento en una tradición no interrumpida y en unos testimonios que pudiéramos llamar vivientes, hasta nuestros días. Tales son las existencias de los Linajes y el voto de San Boal. El origen de los primeros está en la victoria alcanzada contra los moros para rescatar a la villa de su dominación; y su actuación como institución social ha perdurado hasta mediado el siglo XIX, si bien con debilitación creciente. el voto de San Boal sigue vigente, si quiera sea de modo simbólico.

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7. - Conquistan a Medina

Ossorio Dice que Tarif, caudillo de los moros, situó esta ciudad y la tuvo apretada muchos meses y al cabo de ellos, un jueves, postrero de febrero del año 715, tuvo la suerte de rendirla después de largos y muy reñidos asaltos y escaramuzas, no sin que los sitiados obtuvieran de Tarif la promesa de respetarles usos, costumbres y prácticas religiosas, Montalvo asegura que la conquista de los moros fue en octubre del año 714 once meses después de la pérdida general. Entonces fue cuando los moros comenzaron a llamarla Medinacelín.

Del tiempo que estuviera bajo la denominación agarena es perfectamente conciliable lo afirmado por los historiadores locales con lo positivamente sabido por la historia general de España. Ésta nos dice que por el año 739 según Mariana, por el 735 según Ferreras, por el 759 según Masdeu, Alfonso I, yerno y sucesor de Pelayo, saliendo del que pudiéramos llamar campo atrincherado de Asturias donde éste reinara, comenzó a hacer atrevidas y victoriosas incursiones por los campos Góticos, llegando hasta el Duero y aún hasta el Guadarrama. Ossorio señala unos años antes, el 736, para el comienzo de la liberación de nuestro pueblo por los ilustres cabezas de sus Linajes, y es muy verosímil que ambos hechos tuvieran estrecha relación de dependencia y que fueran coincidentes en el tiempo. No se concibe una sublevación victoriosa de los cristianos medinenses contra los moros dominadores, sin estar cohonestada y amparada por una acción exterior que eliminara la posibilidad del natural desquite, o al menos le dificultara. Pero es admisible como muy cierto que tan pronto como en toda Castilla se conociera el hecho de la existencia de un reino cristiano independiente en las ásperas montalas Asturianas, abrigarían todos los buenos patriotas propósitos de unirse al mismo y secular sus ofensivas con el propio alzamiento, que por otra parte no sería en extremo difícil, porque la dominación musulmana fue harto rápida para ser fuerte en todos sus puntos. Débiles contingentes serían los encargados de imponer la ley a los habitantes de los pueblos y ciudades, y éstos no tardarían en darse cuenta de que era hacedero el sacudir el ominoso yugo, cuando supieran que sus hermanos de las montalas cantábricas rechazaban victoriosos al enemigo, y cooperaron entonces con su levantamiento a la empresa santa de la Reconquista. Si pues la patria española debe muchísimo a los que D. Pelayo desplegaron el estandarte de la Cruz en los riscos asturianos y proclamaron con viril acento que no querían ser siervos, clientes o súbditos de árabes y bereberes, también es deudara de reconocimiento al heroísmo de los pelayos que con decisión y valentía sacudieron la sagrada tarea de delatar las fronteras de la patria renaciente, incorporándose a ella y empujando a los sectarios del falso profeta.

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8. - Los pelayos medinenses

Pelayos de nuestra villa fueron los cabezas de los cuatro Linajes medinenses, a saber: DS. Pedro Benito, D. Sancho Ibáñez. D. Juan Gutiérrez Castellanos y D. Juan Morejón. El relato que de sus proezas hace Ossorio puede ser y será probablemente muy exagerado, pero hemos de tener como cierto el hecho de su lucha y de su victoria contra los moros. Que al pasar verbalmente la noticia de generación en generación, se haya desfigurado y engrandecido hasta convertir el combate de unos cuantos guerrilleros con un corto destacamento musulmán, en descomunal batalla, es naturalísimo, más también es incontrovertible el fundamento de la misma; sería inexplicable de otra suerte la existencia de los Linajes.

Ese relato que Ossorio dice haber tomado de ciertos papeles custodiados en el monasterio de San Boal, descantando detalles y circunstancias que pueden ser fruto de fantásticas imaginaciones, es como sigue, refiriéndole casi con las mismas palabras, pág. 54:

Los cuatro mencionados caballeros ayuntaron un ejército de dos mil trescientos de guerra,los cuales ficieron cuatro ordenanzas, y de cada una de ellas fue por capitán uno de los cuatro caballeros nombrados, y apercibiéndose de tales preparativos los sarracenos que en la villa moraban, llamaron a otros muchos que vivían por los lugares de alrededor, y de ellos formaron un escuadrón de 3.000 moros. Entonces los cuatro caballeros, en acuerdo de su Concejo, enviaron al ejército de los sarracenos una embajada con un fidalgo, Jiménez Monjón, para que les dijese cómo los cristianos estaban determinados a echarles de la tierra o morir en la demanda; que tuvieran a bien hacerlo de grado, en cuyo caso les daría para ayuda de su viaje cierta cuantía de florines, pues su ley cristiana les obligaba a requerer por la paz antes de llegar al derramamiento de sangre. A lo cual respondieron los moros que por buena guerra habían ganado la ciudad; que hiciesen de su parete lo que pudiesen para defender sus personas, que ellos procurarían a facer su mejor y a defender a los suyos, si bien algunos de entre ellos opinaban que, teniendo más probabilidades de recibir socorro los cristianos, era bien aceptar el partido y salir para la tierra de Toledo, donde había más gente de su secta. A 12 de mayo de 736, los cristianos empezaron a poner en orden las cosas de guerra y repartieron su gente entre los cuatro capitanes suyos... Otro tanto hicieron losa moros, que establecieron sus reales en la pradera existente donde después estuvo la ermita de los Mártires. Fronterizo de él asentaron el suyo los cristianos y comenzaron las escaramuzas y duelos individuales que el relato detalla minuciosamente y los supone acaecidos como su hubieran estado escrupulosamente regulados los las normas de un certamen o de un duelo público, terminando, naturalmente, después de porfiadísima y enconada lucha con la inevitable derrota y muerte del moro. Estos duelos y estas escaramuzas se repiten diariamente hasta que el día 20, fiesta de San Boal, se generaliza la contienda, se hacen de una y otra parte prodigios de valor, caen a docenas los cristianos, a centenares los enemigos; los animosos medinenses rivalizan en heroísmo emulado a sus invencibles adalines: D. Pedro Benito, D. Sancho Ibáñez, D. Juan Gutiérrez Castellanos D. Juan Morejón, hasta que los moros, no pudiendo resistir la acometividad de los nuestros, se retiraron una pieza desbaratados y sin orden que pareció huida... Los medinenses, siempre con gran concierto, siguiéronles hasta que se rindieron pidiendo misericordia. Tuviéronla de ellos los cuatro caballeros, a condición de abandonar completamente la Tierra, dándoles, en su generosidad, bastimentos para el camino. Así feneció la batalla librada el 20 de mayo del año 736, fiesta de San Boal.

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9. - Otorgación de los fueros

Mucha distancia habrá, en verdad, de lo pintado en este relato, demasiado ingenuo, a lo vivo de la realidad que acaeciera hace doce siglos, pero el hecho de la liberación de esta tierra del yugo sarraceno sucedió. "Fue tan ejemplar, prosiguió Ossorio, este hecho de estos cuatro caballeros medinenses que a su imitación hiceron lo mismo otros caballeros y villas comarcanas... Visto por el Rey el hecho de que los cuatro caballeros acabaron y salido con él con tanta autoridad y honra, fuéle tan grato que se le estimó en mucho, y entre algunas mercedes que les hizo fue una que les confirmó las libertades de su república y su fortaleza y exenciones que siempre tuvieron, proveyendo en lo temporal y espiritual, y para poderlo mejor hacer, les hizo merced de que hubiesen de cada casa de uno de ellos una cabeza de linaje, para que sus nombres permaneciesen para siempre, y para que ellos y sus descendientes, así por parte de varón como de hembra, gozasen de la preeminencia que les daba... y que todos los descendientes de estas casas nombrasen justicia y regidores y cuatro escribanos y cuatro fieles, y de todos los demás oficios y otros tantos, y que el clero eligiese su arcipreste que gobernase lo espiritual, como en tiempos antiquísimos lo solían hacer, siendo señores de sí mismos, y se tiene por cierto que para más fuerza les ganó indulgencia del Papa Esteban III" (Pág. 60)

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10. - Voto de San Boal

"Ya que los caballeros y los demás vecinos de esta villa se sosegaron de las guerras pasadas, y de haber limpiado su villa y comarca de enemigos, sin dilatarlo más, se juntaron en consistorio con la justicia, regidores y otros oficiales, y convocada toda la república hicieron voto general para siempre jamás de guardar aquel día de San Boal. En que Dios les dio vencimiento de tanta gloria, que fue a 20 de mayo, y de ir cada un año en procesión a la casa del glorioso San Boal, que es un priorato de la orden de San Benito que está siete leguas de esta villa, la cual romería y procesión hicieron cada año hasta el de 1480, que el Papa Sixto IV conmutó el voto por ser tan lejos y trabajoso, porque de cada casa había de ir una persona, y hacíase con tanta puntualidad que parece imposible haber durado tantos centenares de años... porque se vea la sencillez y bondad de las edades, cuán diferente del tiempo presente. Conmutó este voto este Pontífice con que se hiciese la procesión cada año a Nuestra Señora de la Horcilla, una ermita que está media legua de esta villa..., y desde aquel tiempo hasta ahora se junta la justicia y regimiento en la iglesia de San Antolín, y sales con ellos en procesión los canónigos de esta iglesia, y llevan dos cirios que pesan una arroba, a donde acude mucha gente todo el día, y lo que sobra de los cirios lo guarda el mayordomo de la villa para dar a los frailes de San Boal, que por pleito lo casaron en la chancillería de Valladolid, por modo de reconocimiento del voto que a su casa se había hecho".

Añadiremos a este relato de Ossorio que, desaparecido el antiguo monasterio de San Boal -entre Coca y Cuellar- fue el de San Isidoro de Dueñas, monasterio asimismo de benedictinos, el que vindicó y obtuvo para sí el derecho a percibir la obligación tradicional, conmutada después por la suma fija de 4.500 maravedises que Medina satisfizo religiosamente hasta el siglo XIX. Cuando en 1771 se abandonó por ruinosa la ermita de la Horcilla se obtuvo nueva conmutación pontificia para hacer la procesión al convento de las Reales, a donde continúa haciéndose, pero con la única participación del clero de la Colegiata y una representación del Ayuntamiento, que desfila anualmente ante la indiferencia de las gentes que llevan en sus venas la sangre de los que pelearon denodadamente contra el moro y enviaban uno de cada familia a una peregrinación de siete leguas.

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11. - Nuevas invasiones y nuevos Linajes

Si diéramos entero crédito a Ossorio, Medina fue gobernada quieta y pacíficamente por sus cuatro Linajes, libre enteramente de moros, hasta el año 1073 en que volvió a caer, por el breve espacio de un año, en poder de los almoravides, nuevo pueblo africano que vino a reforzar la posesión ya muy debilitada de sus correligionarios en la Península; cosa que no parece tenga fundamento, pues tales molestos huéspedes, si dominaron la España meridional, no lograron trasponer la cordillera Carpetana. Más aproximado a la verdad está Montalvo asegurando que Medina perdió nuevamente su independencia en 999, cuando Almanzor, en sus famosas algaras, llegó a destruir los muros de León y apoderarse de Compostela, por lo que lógico es suponer que subyugara también a esta tierra. Acaso sea todavía mas razonable admitir que alguna otra molesta visita recibieran en Medina de los moros durante todo ese tiempo, pues se sabe ciertamente que por el año 793 llegaron, en atrevida incursión, hasta los riscos de Asturias, donde fueron derrotados en la batalla de Lutos, y posteriormente, en 939, el rey Ramiro II hubo de rechazarlos y vencerlos en la de Simancas.

Desorientados andan los historiadores locales respecto a la segunda ocupación de Medina por los infieles, e igualmente inciertos referente a su nueva liberación y al origen de la creación de dos nuevos linajes, lo de Pollino y Mercado, hecho por otra parte indudable. Ossorio, después de habernos dicho lo de la invasión de los almoravides, supone que "por el año 1206 hubo diferencias entre la ciudad de Ávila y esta villa, y dice la tradición antigua que fue sobre los ligares que hoy son intermedios, que hoy día alternan siendo un año sujetos al Obispado de Ávila y otro a la abadía de esta villa, que son ocho lugares. Al tiempo de estas revueltas, estaban los cuatro cabezas de los Linajes con la gente que tenían en el castillejo de Pozaldez, que es uno de los lugares de las medianías y en esta sazón estaban en estos reinos dos capitanes extranjeros, que el uno dicen que era inglés y el otro francés, cada uno con gente de guerra; que el inglés se llamó el capitán Mercado, y el francés el capitán Pollino, y viéndose los cuatro linajes faltos de gentes para su empresa, comunicación con ellos que les ayudasen en aquella necesidad con sus personas y soldados, lo cual lo aceptaron con mucho gusto, con pacto y concierto que si vilviesen con victoria, los habían de admitir en esta república por cabeza de otros dos linajes, por lo cual los medinenses entraron en consejo para determinar lo que les pedían, y visto que les era de importancia su ayuda en la presente necesidad, y que el admitirlos no era menoscabo de la república sino autoridad, pues los caballeros extranjeros se preciaban de vivir entre ellos y naturalizarse en su villa, respondieron que aceptaban lo pedido por su parte, y así todos juntos fueron a la jornada; dicen se dio una batalla entre Arévalo y Ataquines; no hay más claridad sino que volvieron victoriosos, pues los cuatro linajes antiguos los admitieron como tenían concertado" (Pág. 65)

Montalvo por el contrario, dice que "orgullosos los moros con la victoria de Alarcos, entró el rey de Granada con poderoso ejército a correr tierras de Castilla; llegó a Medina del Campo y sus naturales salieron a él y tuvieron batalla junto al castillo de Pozaldez, y el ejército del moro fue vencido con muchas muertes..." y la constitución de los dos linajes, de Pollino y de Mercado, la supone hecha a principio del siglo XI por cooperar a la liberación de Medina en tiempos de Almanzor, con la diferencia de que al Pollino le apellida Díez, apellido que por identificarse más con esta villa se cambió por Medina. De esta opinión se manifiesta Ayllón, pero asegurando que tales capitanes extranjeros eran de nacionalidas italiana, "descendientes de los Mercatores y Poliones tan nombrados en la historia romana".

La verdad, por tanto, queda en tinieblas. Lo único cierto y claro es la creación y vigencia ulterior de los dos nuevos Linajes, y también la celebración, durante siglos, de una procesión desde la Colegiata hasta el convento de Santa María de los Huertos, el 15 de agosto de cada año, en cumplimiento de voto de villa, en ocasión de gracias por la nueva liberación, según consta de carta ejecutoria del rey Carlos I, dada en 1555, que se conserva en el archivo de Santiago.

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12. - ¿Vivió en Medina el Cid?

No hay prueba documental alguna, por los historiadores locales, Ossorio principalmente, lo afirma categóricamente, diciendo que, según tradición, tuvo ilustre vivienda en casas propias que estaban en la población antigua, junto al convento de San Bartolomé, que las monjas Isabeles compraron después e incorporaron el suyo, asegurando lo mismo de su sobrino Alvar Fáñez Minaya y del Conde Lozano señalando el domicilio de éste último en la calle de Escuderos en casa que "al presente vive un caballero".

Recoge esta misma tradición el gongorino Godínez de Paz, de quien son estas palabras "Habitaron este medinense sueño... el Cid Campeador a su sobrino Albarfañez, uno y otro vecinos de Medina del Campo, de cuyo apellido no sé si el Cid tomase el suyo, pero como quiera, no debía, como tan gran lidiador, vivir fuera del destino terreno para los lides y duelos; pues salir al duelo o desafío es lo mismo que salir al campo, y como esto se hacía en el de Medina, se llamó Medina del Campo; confirma esto mismo aquella impresión que de un admirable libro, de Philosophia escribió e imprimió en esta villa su patria, el licenciado Perea, insigne y gran Médico y Philósofo, pues en el correspondiente debido lugar dice: impreso, con las licencias necesarias, en Metipna Dueli; y con efecto, aquí tuvo muchos con diversos bríosos caballeros el expresado D. Rodrigo de Vivar" (1)

Los duelos de que se supone protagonistas el Cid, fueron: uno con el Conde Gómez, señor de Gomar, el cual dejó muerto en el campo; otro con un moro llamado Farís, que corrió igual suerte; y otro, por fin, en tiempo del rey Alfonso VI, con Ximén García, del cual, aunque vencido, usó misericordia al Campeador otorgándole la vida.

Del conquistador de Guadalajara, Alvarfañez Minaya, dice Montalvo, tomando de Garibay, que fue caudillo de los medinenses en lucha victoriosa mantenida contra el príncipe moro Benalphafe, que desde Toledo llegó a esta tierra en atrevida incursión, por el año 1082, en venganza de los daños recibidos del rey Alfonso VI reedificador de la villa (Pág. 371)

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13. - Los medinenses en Alarcos y en Ronda

Demás de esto, nuestros cronistas nos hablan de la intervención de los tercios medinenses en los siguientes episodios de la Reconquista: batalla de Alarcos y de Las Navas; conquistas de Alcalá de Guadaira, de Alcalá la Real, de Ronda y de Alhama.

Escudo de Armas de Medina del Campo
Escudo de Armas de Medina del Campo

Sabido es que Alfonso VII, el Emperador, en rápidas y felices incursiones por tierras de moros se apoderó de Almería y llegó a la vista de Cádiz. En tal aprieto se vieron los moros que llamaron en su auxilio a los Almohades, que a la sazón constituían poderoso imperio allende el estrecho de Gibraltar. Vinieron en efecto con tan grueso ejército que se enseñorearon muy pronto de toda Andalucía. Para hacerles frente llamó Alfonso VIII a las milicias de los concejos y con su ejército trabó batalla con el nuevo invasor en Alarcos, próximo a Ciudad Real, el 19 de julio de 1195, pero la suerte le fue totalmente adversa. La derrota del ejército cristiano fue completa. Mandó la milicia de Medina el capitán Luis Diez, del linaje de los Pollinos, el cual tanto pesar sintió por la pérdida de su gente y de su bandera, que hizo juramento de no entrar en la villa ni vestir seda, ni cortarse la barba ni el cabello hasta recuperar el estandarte perdido, encerrándose, vestido de costo sayal, en una pequeña casa cerca de Nuestra Señora de la Antigua. Habiéndole sorprendido la muerte haciendo este género de vida, llamó antes de expirara su hijo Sancho Díez y le pidió cumpliese lo que él no había podido llevar a cabo. Lo prometió así el hijo, y acompañado de sus hermanos Berengario y Martín, aprovechó la primera incursión hecha por los cristianos en tierras de moros, año 1201, para hacer honor a su promesa; y al frente de las milicias de Medina y junto a las de Ávila, que habían corrido idéntica mala suerte en Alarcos, se presentaron en los campamentos cristianos que acampaban cerca de Ronda. Alentadas ambas milicias por el común anhelo por rescatar las banderas perdidas, acometieron con singular denuedo a los agarenos, a los que vencieron y quitaron dos banderas. La que tocó a nuestro caudillo tenía por blasón trece roeles en campo de plata. Trajéronla triunfante los medinenses a su patria, que por remunerar y ensalzar la valentía de sus hijos la adoptó por escudo de sus armas. desde entonces quiso también Sancho Díez distinguirse con el sobrenombre de Medina, que tanta honra le hacía, siguiendo el ejemplo sus hermanos, y constituyendo así la progenio que tanto ilustró y ennobleció a esta villa. Así Montalvo, pág. 405.

No he de ocultar que el precedente relato no es congruente con el proceso de la Reconquista, operado entre los dos acontecimientos capitales: la derrota de Alarcos en 1195 y la victoria de Las Navas en 1212. En ese periodo de 17 años las armas cristianas, conforme al testimonio de los cronistas coetáneos, no hicieron otra cosa que reponerse de la derrota y prepararse para la victoria, sin hacer incursiones notables en el campo enemigo y menos hasta Ronda, plaza muy alejada de la frontera de Castilla; por cuya razón, aún admitida la certeza del relato en lo fundamental, pudiera ser equivocada la designación del lugar de la contienda, o la fecha, y haberla confundido con la verdadera conquista de Ronda, hecho acaecido ya en el reinado de los Reyes Católicos, 15 de mayo de 1485, y en la que tomaron parte las milicias concertadas de Ávila y Medina, capitaneadas éstas por Diego de Morejón y su alférez Diego de Villarroel, a quienes se atribuye el hecho de haber arrancado de las puertas de aquella ciudad las dos aldabas que, para perpetuo recuerdo, clavaron en las puertas de la Colegiata. De la perecedente relación discrepa Ayllón en afirmar que el protagonista de la mencionada hazaña, o más bien el héroe de aquella jornada, fue el capitán medinense Alonso Fajardo.

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14. - En las Navas, en Alcalá de Guadaira y en Alcalá la Real

También acudieron los medinenses a la memorable batalla de Las Navas de Tolosa, compensación gloriosa de las derrotas de Zalaca y Alarcos. Fue en aquella ocasión caudillo de los tercios medinenses Álvaro Rodríguez de Eván, que militó, juntamente con los tercios de Ávila y Segovia, a las órdenes de Sancho VII el Fuerte de Navarra (II R), y en la misma intervino el legendario Andrés Voca, figurando en el acompañamiento de Alfonso VIII "tan cerca de la persona real, dide Ayllón, que al ver el Rey un pendón blanco que huía en el principio de la acción, dijo: ya veo que me dejan los caballeros solo en la batalla; a lo cual Andrés Voca de Medina, el más fuerte e rico villano que había en Castilla, e por esforzar al Rey, le dijo: No creades, señor, que los caballeros fuyen, que no son sino nosotros los villanos que fuimos. De cuyo dicho ofendidos los villanos de Medina le apedrearon, como dicen unas memorias antiguas de estas cosas de Lope García de Salazar".

Confusas son asimismo las intervenciones de los tercios medinenses en las conquistas de Alcalá de Guadaira y Alcalá la Real. Si creemos a Ossorio, fue capitán de Medina del Campoen la toma de la primera de esas poblaciones, por el año 1310, Rodrigo de Bobadilla, quien, como se hubiera presentado al Rey con algún retraso a pedir alojamiento en la plaza enemiga, por lo que tomaron tal coraje que, en efecto, acometieron con ímpetu incontenible, arrollándolo todo, hasta entrar en la fortaleza enemiga, seguidos de otros valientes inflamados de igual ardor bélico. Ahora bien, como esta anécdota, la supone acaecida a Morejón en la conquista de Ronda el mismo Ossorio, parece ser más bien fruto de la fantasía que reflejo de la verdad, tanto más cuanto Ayllón supone que tales sucesos acaecieron, no en la toma de Alcalá de Guadaira, sino en la Alcalá la Real, lo que igualmente había dicho Montalvo.

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15. - Padrón de Alhama

En la conquista de Alhama, sitio real del monarca granadino, año 1482, se distinguió el famoso medinense Francisco de Bobadilla, del cual hablaremos más tarde (36 R), capitán de los tercios de Ávila, Segovia y Medina; y de la guarnición de la misma plaza por los medinenses tenemos auténtico testimonio en el llamado padrón de Alhama. Conforme a este documento que copia D. Ildefonso Rodríguez (pág. 750), una vez conquistada esta plaza por la intrépida osadía e incomparable denuedo del Marqués de Cádiz, cuya grata noticia supieron precisamente los Reyes Católicos cuando oían misa en su palacio de esta villa, fue empeño decidido de Dª. isabel, contra el parecer de experimentados capitanes, el conservar a toda costa aquella fuerte y céntrica posición de Alhama, considerada como la llave del reino granadino, si bien muy expuesta a súbitos ataques del enemigo, siempre en acecho, por su cercanía. En atención a esto quiso encomendar su custodia y guarnición a los más leales súbditos, y envió carta patente a esta villa, pidiendo cien peones para la guardia de la ciudad recién conquistada. Medina estaba naturalmente bien dispuesta a prestar el servicio que la Reina demandaba, pero surgieron dificultades al interpretar la orden real (2), quedando solo patente el hecho de que cupo a nuestra villa la defensa de la famosa plaza granadina; y de ella trajeron preciadísimo recuerdo: la lámpara de una mezquita, que a su devoción colocó en la capilla mayor de la parroquia de Santiago el Real, para cuya luminaria los Católicos monarcas, feligreses de la misma, hicieron merced de mil quinientos maravedises de renta y juro perpetuo sobre las reales rentas de Medina del Campo; Cédula Real, que se conserva en el archivo, pero cuya efectividad es ilusoria desde hace muchos años, como igualmente la lámpara moruna que desapareció sin quedar huella (3).

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NOTA

No ha sido posible examinar las fuentes que los cronistas de casa utilizaron para relatarnos las empresas de Medina en el periodo de la reconquista, ni tampoco ha sido dado poner mayor orden en sus discordantes, y a veces anacrónicas, referencias. Por lo que el benévolo lector ha de conformarse con esas sumarias noticias, cuyo desconocimiento hubiera sido menos aconsejable.

La transcripción de textos con absoluta fidelidad, en su doble aspecto sintáctico y ortográfico, supone un cuidado y una atención extremada, que, a lo que creo, no exige la necesidad sino en casos excepcionales. Por esto hago la salvedad de que en la frecuente copia de documentos, respecto con alguna diligencia la construcción y el léxico, pero no la ortografía, versátil en extremo, ateniéndome, de ordinario, a las reglas ahora imperantes.

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(1) El Perea a quien alude Godínez es el famoso Gómez Pereira, y su obra Novae veraeque Medicinae experimentis et evidentibus rationubus comprobatae... per Gometium Pereiram, Medicum Metymnae Duelli (quae hispanorum nomine Medina del Campo nominatur)

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(2) En estos términos explica el mencionado documento las dificultades surgidas para reclutrar los cie peones: "Sobre ello tuvieron uchas cuestiones e debates en la villa, sobre quienes ersan obligados a pagar dicho cie peones, porque los buenos hombres del común, exentos, que solían ser pecheros, decián que todos eran obligados a los pagar, caballeros e dueñas e doncellas y hombres hidalgos e vecinos de la villa; e los hidalgos de sus reinos por peones, o sobre llo hubieron de decir que ¿quienes estaban en posesión de hidalgos?. E fue acordado que para les declarar por caballeros e hidalgos de la villa, que se nombrasen personas viejas e ancianas del estado de los buenos hombres del común... e asimismo personas viejas e ancianas del estado de los hidalgos..." para hacer el parón de hidalgos, que formularon, previo juramento emitido ante el Santo Cristo de San Bartolomé, resultado estar compuesto a la sazón el estado de hifaldos de 207 familias, distribuidas por cuadrillas adscritas a las diferentes parroquias.

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(3) He aquí el texto del Albalá: "...Nos el Rey y la Reyna facemos saber a vos los nuestros contadores mayores que nuestra merced e voluntad es por la devoción que tenemos a la iglesia de señor Santiago de la villa de Medina del Campo, que haya e tenga de nos un cada un año por juro de heredad para siempre jamás, mil e quinientos maravedises de que le facemos merced e limosna para aceite a la lámpara que arda continuamente delante del corpus domini en el altar de Santiago de la dicha iglesia. E que los haya situados e puestos por salvados en cualquier renta de las alcabalas de la dicha villa, donde por parte de la dicha iglesia fueren señalados..."

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