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Villa de las Ferias
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MEDINA DEL CAMPO
(ACONTECIMIENTOS NACIONALES E INTERNACIONALES)


Las ferias de Medina del Campo. "Fraguas de letras de cambio".

Esta frase de Tomás Mercado alude a una de las actividades financieras en la que se especializaron las ferias de Medina del Campo y en virtud de la cual llegaron a ser uno de los mercados de dinero más importantes de Europa: la circulación y comercio de letras de cambio. Los flujos de estos efectos (que en el siglo XVI presentaban caracteres distintos a los que tienen hoy, siendo su vocabulario también diferente) respondían, en primer término, a los intercambios regulares de mercancías entre dos plazas o entre dos naciones (cambios forzosos), en cuyo caso, además de una instrumento de pago y cambio de moneda, eran también una forma de crédito, dado que se hacían efectivas algún tiempo después de haber sido expedidas, pudiendo incluir intereses por la demora. En el transcurso del siglo XVI, sin embargo, las letras de cambio se utilizaban cada vez más con independencia de cualquier trato de mercancías, y más concretamente como una modalidad de préstamo que permitía eludir, a través de los giros de feria a feria (o de procedimientos más sutiles como la ricorsa o protesto con recargo aprobado previamente entre acreedores y deudor), las censuras morales sobre el interés del dinero. Los mismos asientos suscritos por la corona no consistían en otra cosa que en la venta de letras de cambio de los asentistas, emitidas en Medina o en Madrid sobre una feria de pagos o una plaza de cambios en el extranjero, y en su compra por Felipe II o sus ministros. y, naturalmente, las letras de cambio eran también un medio para transferir fondos al extranjero utilizado tanto por la corona como por los particulares.

Vender y comprar letras, hacer préstamos, participar en los asientos de la monarquía, eran negocios lucrativos aunque arriesgados, como eran sin duda la exportación y la importación de géneros cuando se expedían y recibían con provecho. Empero, los beneficios más considerables se conseguían con la especulación sobre los cambios. Cualquier operación de este tipo entre dos ferias o plazas comportaba en realidad un doble movimiento, un ir y venir de letras. Desde las ferias de Medina del Campo, por ejemplo, un negociante por medio de una letra de cambio remitía a una plaza extranjera la cantidad de dinero a un tipo determinado, o bien compraba a quien se la quisiera vender una letra a percibir en Francia, Italia o los Países Bajos. De una u otra forma, por tanto, adquiría un haber en el extranjero. Posteriormente hacía volver su dinero, también mediante una letra (ora librándola sobre su haber, ora ordenando a su corresponsal hacer una remesa), pero a un tipo de cambio superior, el cual se había previsto con antelación a la vista del curso de los cambios entre las dos plazas. Éste dependía de la cotización de las respectivas monedas, que fluctuaba en función de la ley de la oferta y la demanda y de las situaciones de abundancia (largueza) o escasez (estrechas) de dinero en cada plaza, a la postre cada vez más dependiente de la arribada de las flotas en Sevilla y de la realización de los pagos por parte de la corona. En esas oscilaciones continuas, que a veces se producían con gran brusquedad, radicaba la fuente del beneficio para los especuladores avispados.

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