LOS
JUDÍOS EN MEDINA DEL CAMPO HASTA 1492
Ya hemos manifestado anteriormente
que los "conversos" en las ciudades y villas feriales,
con rico y bien asentado comercio, y en las que el tráfico
dinerario era muy considerable existían amplias y bien
asentadas "aljamas" o juderías, pero esto no
era óbice para que el número de conversos creciera
de año en año y su influencia y poderío
se hiciera mayor, y con ello los enlaces matrimoniales con las
familias linajudas de "cristianos viejos", bien situadas
socialmente pero empobrecidas, cada vez eran más numerosos
y hasta bien considerados en aquellos años de los reinados
de Enrique IV y de los Reyes
Católicos, ya que estos no miraron ni cuidaron
la mera pureza étnica, sino la unidad religiosa, de ahí
su deseo de obtener de forma inmediata con su Edicto de expulsión
de los judíos no bautizados de fecha 31 de Marzo del
Año de Gracia de 1492, o sea la unidad religiosa sobre
la unidad de raza.
Durante el siglo XIII, pero de
forma más intensa en el XIV, hubo fuertes presiones contra
los judíos, y especialmente contra el Talmud, que fueron
recogidas en el libro "Pugio Fidei" ("Batalla
de la Fe"). Por el en las Cortes del reino comenzaron a
presentarse acusaciones y protestas contra los judíos
a quienes se acusaban de usureros y socialmente peligrosos y
enemigos de la fe cristiana. Así venía sucediendo
y los distintos reyes resistieron esas fuertes presiones hasta
1313, en el que los "obispos reunidos en Zamora, tomaron
partido: Debían aplicarse aquí también
las normas del Concilio de Letrán (1215) y preparar medida
para la extinción del judaísmo.
A los monarcas de los reinos
peninsulares (Castilla, Aragón, navarra y Portugal) en
aquellos años, no les interesaba, sobre todo económicamente,
el aplicar los cánones aprobados en el citado Concilio
de Letrán sobre los judíos. Pero el paso de los
años, coinciden que en el 1390 muere el rey Juan I de
Castilla y en esas fechas fallece también el arzobispo
de Sevilla, éste por enfermedad y aquél por un
accidente hípico, y aprovechando ese "momento de
crisis" el arcediano de la capital bélica Fernando
Martínez, "reunió grupos de matadores de
judíos" y logrando, por su popularidad e influencia
ser designado Administrador de la diócesis sevillana,
"·lanzó a sus gentes al asalto de las juderías
y causó muertes en gran número y conversiones
forzadas". Cundió este mal ejemplo, y así
desaparecieron las aljamas de Valencia y Barcelona, y la de
Toledo muy importante y rica "quedó reducida a la
nada" según el historiador Luis Suárez Fernández.
Al igual que las ciudades antes
citadas, Medina del Campo siguió esta disminución
de su aljama, aumentándose por contra el censo de judíos
conversos, a los que de aquí en adelante llamaremos,
como es costumbre, solamente como "conversos".
En Medina del Campo, durante
la primera mitad del siglo XIV, encontraremos al belicoso y
valiente
fray Lope de Barrientos, como proclamador, sin embargo, de su
origen familiar de conversos, y siempre actúa en su defensa,
moviendo su saber e influencias de tal sentido, y así
el 24 de septiembre de 1449, resalta y publica que el pontífice
Nicolás V "había mandado que no se hiciera
ninguna discriminación entre los nuevos convertidos a
la fe y los cristianos viejos en la recepción y tenencia
de honores, dignidades y oficios, tanto eclesiásticos
como seculares". Así actúa nuestro obispo
contra Pedro Sarmiento, que como Alcalde Mayor de Toledo estableció
un régimen racista en la capital del Tajo, siendo expulsado
de Toledo y después juzgado por sus asesinatos y rapiñas.
En dos importantes escritos del
medinés obispo de Cuenca rebate los apoyos que en estapolémica
contra los conversos se daba en la "Ley del rey Sisenando"
y el "Fuero Juzgo", y fray Lope ante la frecuente
objeción de que existen "muchas falsos convertidos"
nos dijo: "posible es que aya algunos, pero puesto que
ansy sea, injusta e inhumana cosa sería todo el linaje
dellos manzellar nin diffamar". Así pues el séptimo
linaje de Medina del Campo, el de los Barrientos, fue de origen
converso, así proclamado, reiteradamente, por el más
ilustre y conocido de sus componentes, junto a los otros, tenidos,
por lo menos en sus orígenes, como "cristianos viejos",
y que fueron los de Pedro Benito, Sancho Ibáñez,
Juan Gutiérrez Castellanos y Juan Morejón (del
siglo XIII) y luego los linajes de los Pollinos y los Mercados
(1208), al que se unió el de Barrientos en 1454, en la
persona del sobrino de nuestro Obispo, Diego de Barrientos.
Del mismo origen converso fue
el medinense don Juan Ruyz de Medina. Excelente canonista, catedrático
de la Universidad de Valladolid, presidente de la Real Chancillería,
Obispo que fue de Astorga, de Badajoz, de Cartagena y por último
de Segovia, y al frente de esta sede fue nombrado Abad de la Colegiata de San
Antolín (1502); a sus expensas se hizo la Capilla
Mayor de la S.I. Colegiata, y comenzó la construcción
de la torre colegial, siendo enterrado a su muerte en el centro
de la Capilla Mayor, bajo la sencilla lápida con breve
leudo en piedra de Toledo, hoy totalmente cubierta por el entarimado;
don Juan Ruyz de Medina segundo Abad de la Colegiata al mismo
tiempo que obispo de Segovia, murió en 1507, y yace,
como dijimos en el centro de la Capilla Mayor, que él
construyó a sus expensas.
Nos dice el historiador J. Gómez-Menor,
que "en Castilla la profesión de mercader (financiero
o cambista) fue propia de judíos y más tarde de
conversos". Mientras que Américo Castro especifica
que el "cristiano viejo" se dedicaba "a mandar
en algún modo, guerrear, ser señor, servidor a
señores, labrar la tierra, ser religioso regular o secular.
Nada tenemos que añadir al respecto a la ascendencia,
por parte paterna, de conversos de Santa Teresa de Jesús
(la mujer más extraordinaria y preclara de nuestra historia),
de fray Luis de León, como nieto de conversos, y hasta
el Rey don Fernando el Católico a través del linaje
de los Enríquez, Almirante de Castilla y duques de Medina
de Rioseco, y parece que también el ducado de Alba lleva
sangre conversa en sus venas.
Insistimos que la importancia
de los judíos de la Villa no era grande y su aljama o
judería se extendía por lo que hoy es el popular
"barrio de la Mota", ahora conjunto de casas "molineras"
construidas a base de adobes de tierra secándose al sol,
y construidas a principios del siglo XX, si bien la mayor expansión
de este barrio tubo lugar después de la guerra civil
(1936 - 1939), cuyos terrenos de propiedad comunal o estatal
como pertenecientes a la fortaleza de la Mota.
A partir del año 1492
en que se promulgó el 31 de marzo el Edicto Real de expulsión
de los juicios no bautizados o conversos, las viviendas que
integraban la aljama medinense, prácticamente desaparecieron
a partir de esta fecha, ya que el incremento grande de la población
medinense se expansionó extramuros de la Villa, por los
arrabales de las calles de Ávila, Salamanca y Valladolid,
despoblándose la aljama que tenía pobre edificación
y los terrenos colindantes, cabe la Mota.
Lo cierto es que la inmensa mayoría
de los hijos de Israel eran ya conversos cuando se promulgó
el Edicto Real de expulsión, y de éstos últimos
en su mayoría fueron "conversos forzosos" a
los que no se les era permitido retornar al judaísmo.