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Medina del Campo. Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
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CASTILLO DE LA MOTA DE MEDINA DEL CAMPO

Castillo de la Mota, declarado Bien de Interés Cultural el 8 de noviembre de 1904

Noticias de los hechos acaecidos en el castillo de la Mota.

Las primeras noticias del castillo de la Mota aparecen en las Crónicas de Pedro I el Cruel, donde Pero López de Ayala refiere, que el conde D. Enrique de Trastámara con la ayuda de D. Juan Alfonso de Alburquerque y otros muchos "ayuntó la gente que pudo e salió de Toro e fue por tomar la Mota de medina, e non pudo, que la defendió Men Rodriguez de Benavides, que estaba dentro. Y añade, entraron por fuerza en Medina del Campo la víspera de S. Miguel, de septiembre y que los 600 de a caballo enviados por D. Pedro se acogieron al castillo de Medina llamado la Mota". Esto ocurrió pocos años después de 1350.

Parece ser que el destino del castillo en ese tiempo no fue sólo el de ser fortaleza sino también el de ser prisión, porque en 1354 estuvo presa en él doña Blanca de Borbón, por orden de su esposo Pedro I el Cruel; años más tarde, en 1392, estando la corte en Medina, Enrique II el Doliente, desconfiado del Arzobispo de Toledo, D. Pedro Tenorio, lo encarceló en la mota, y en 1434 el rey de Castilla retuvo en la fortaleza a D. Fadrique de Luna, bastardo de D. Martín de Sicilia.

En la primera mitad del siglo XV Castilla es escenario de disturbios y guerra de banderías, especialmente durante el reinado de Juan II de Castilla, a causa de la debilidad del rey y encumbramiento y valor de su privado D. Álvaro de Luna. Los enfrentamientos se producen entre el rey de Castilla y los infantes de Aragón apoyados por gran parte de la nobleza castellana, que va acrecentando su poder, formando un partido o Liga. Estos choques convirtieron a Medina en un baluarte, pasajero, hostil al monarca castellano, por eso Medina y su castillo de la Mota son nombrados con frecuencia en las Crónicas de Juan II de Castilla y Enrique IV el Impotente.

En mayo de 1429 el rey de Castilla, en su rápida campaña de tres semanas conquista Medina del Campo, Cuellar y Olmedo, las tres claves de la posición económica del rey de Navarra, pero más tarde, en 1430 se firmó una tregua por la que se respeta el inmenso patrimonio de los infantes de Aragón. Apenas firmadaésta el hecho de la prisión de Pedro Manrique desata la revuelta. Los rebeldes se apoderaron de valladolid y a ellos se unieron de nuevo los infantes de Aragón; esto fue el comienzo de una guerra que había estado adormecida y que duró bastantes años. Juan de Navarra intentó derribar la privanza de D. Álvaro de Luna cercando al rey de Castilla en Medina del Campo, en su exilio acudió el Condestable, pero una traición obligó a los realistas a abandonar la villa.

En 1433 el señorío de Medina del Campo seguía en poder de Juan de Navarra, ya que existe una provisión dada en Madrigal de las Altas Torres, por la que se condena a ciertos vecinos a pagar dos mil maravedíes de pena "para la obra de nuestro alcázar e fortaleza que nos mandamos facer en la Mota".

en 1438 la situación en Castilla empeoró de tal forma que los nobles llamaron al rey de Navarra, y con este motivo las discordias aumentaron tomando un carácter belicoso. Las revueltas fueron muchas. Los de la Liga contra el Rey, o mejor dicho, contra D. Álvaro, trataron de apoderarse de las plazas en las que el Condestable tenía algún mando o influjo, y se fortificaron cada uno en sus castillos preparándose para la lucha. El rey de Navarra, por quien estaba Medina y su castillo era el más comprometido, y es natural que pensara defenderse en Castilla, adquiriendo un refugio para sus gentes.

Según Ceán Bermúdez, las Crónicas dicen que "en 1440, Fernando Carreño, llamado obrero mayor, construyó el castillo de la Mota de Medina del Campo, en cuyo tiempo y aún después fue muy célebre este edificio".

Dadas las intenciones del rey de Navarra es posible que Carreño hiciese alguna obra en el castillo, esta teoría ha producido algunas confusiones. Las obras siempre se han atribuido al rey Juan II de Castilla, pero también pudo hacerlas Juan II de Navarra y Aragón, señor de Medina del Campo. Es fácil que la semejanza de ambos nombres y ordinales establecieran este error, ayudado por la falta de investigación de los archivos de Aragón y Navarra, en donde como dice Rodríguez y Fernández, acaso se encuentran las claves de la Mota y de otras muchas fortalezas "verdaderas garras de Aragón y Navarra, clavadas en el corazón de Castilla", todas ellas poseídas por aquellos turbulentas infantes de Aragón, que por ser hijos de Fernando de Antequera, eran también poderosos señores de Castilla, y que con sus revueltas y ambiciones mediatizaban el gobierno de la monarquía castellana (Bordeje, F., 1971:5).

Hacia primeros de mayo de 1441 ya se habla de la Mota como de una importante fortaleza. Era tan inexpugnable que el rey de Castilla sólo pudo tomarla por medio de acuerdos con los de la villa, a los que había prometido la dispensa de la pesada contribución impuesta por el rey de Navarra, a estos acuerdos se unió la necesidad de agua y alimentos que padecían los del castillo.

Las vistas de Gomeznarro, en las afueras de Medina, sirviendo de cobertura al rey para ejecutar dos golpes: la toma de Olmedo y la rendición del castillo de la Mota en la propia Medina. Según se lee en la Crónica de Juan II de Castilla:

Partió el rey de Cantalapiedra para Medina del Campo, con trato que tuvo con algunos de la villa, de que le acogerían é llegó a medina bien de mañana, é luego le ebrieron las puertas aquellos que tenían el trato, sin detenimiento ninguno; y entrando fué á adorar la Cruz á la iglesia de Santantolín, é oyó Misa.

Y termina diciendo:

Antes que la respuesta de D. Fernando de Rojas, hijo del conde de Castro, viniese, se había metido en el trato con los de la Mota de parte del Rey, Fernándo Álvarez de Toledo, conde de Álba; é porque en la Mota estaban doscientos é cincuenta hombres de pelea é no tenían bastecimientos de pan no menos de vino, é muy poca agua, é de malos pozos, é sabían en cómo el Rey los comenzaba a minar, oviéronse de concertar con él, d entregar la fortaleza de la Mota, en esta manera: que el Rey viniese por su persona á tomar la Mota, por una puerta que está contra á San Juan del Alcaba (Santa María del Azogue) y que otros salieron por otra puerta que sale á la puerta del Arciles (Arquillo), é se fuesen a Pozal de Gallinas, aldea de Medina, é donde, adonde quieren. Y el trato así asentado al Rey vino a la Mota é fue apoderado de ella é dejó en ella por guarda que la tuviese por él, a Gonzalo Guzmán, señor de Torrijas.

Pero la contienda terminó de un modo inesperado, el 28 de junio en un rápido movimiento el ejército de la Liga, mandado por el rey de Navarra, puso sitio a Medina del Campo. Una serie de conspiraciones, hábilmente manejadas por el rey de Navarra, que contaba con muchos amigos servidores en la villa, hicieron que ésta abiertas sus puertas, y el rey de Castilla cayó en manos de la Liga.

Con la ejecución de D. Álvaro de Luna en 1453 la actitud del rey de Navarra cambió renunciando a todas las posesiones que tenían los de Aragón en Castilla (ciudades, señoríos y villas), como heredero de los dominios de su madre y hermanos, así como la de sus propios señoríos, esto sucedió el 8 de octubre de 1454, la renuncia se confirmó el 19 de febrero de 1455.

El castillo de la Mota desempeñó su papel más importante en el tiempo, especialmente durante el reinado de Enrique IV, Este, según consta en un albalá archivado en Simancas, encomendó la tenencia de la Mota a Pedro Salcedo, su maestresala, en marzo de 1465, pero como se unió con los magnates rebeldes al rey, se lo quitó. Este mismo año se establece una Concordia entre Enrique IV y el Reyno sobre varios puntos de gobierno y legislación civil, otorgada en Medina del Campo, año 1465, discutiéndose en ese momento la privanza de D. Beltrán de la Cueva en la Mota; y como el rey dio por nulo lo establecido en la Concordia fue depuesto en efigie por los nobles que formaban la Liga, los cuales cercaron Medina del Campo y su fortaleza, tomándola después de diez meses de sitio. Los de Medina solicitaron auxilios del rey siendo reconquistada en julio de 1466 por Pedro de Arias Dávida. Enrique IV entró en Medina y puso cerco a la Mota.

Para conseguir la fidelidad de los nobles Enrique IV les entrega ciudades y villas, y en 1466 cede el castillo de la Mota D. Alonso Carrillo, Arzobispo de Toledo, con quien trató secretamente para que conbatiera al marqués de Villena; pero al no fiarse demasiado el Rey del Arzobispo, y decidido ya en favor de su hija doña Juana, se lo hizo quitar.

El Arzobispo de Toledo había tomado parte en favor del príncipe D. Alfonso durante la insurrección de éste contra su hermano Enrique. Por ello, la guarnición del castillo, cuyo Alcaide estaba por el Arzobispo peleó constantemente con los vecinos de Medina, que seguían fieles al Rey, y que tenían asediados a los de la Mota en las salidas que tenía la fortaleza en algunas iglesias que estaban a su alrededor, hasta que se apoderó de toda la villa en nombre del principe Alfonso.

Después de la revuelta de Olmedo, 1467, y una vez tranquilizados los ánimos, el Rey premió la lealtad de D. Alfonso Fonseca, Arzobispo de Sevilla, confiándole la tenencia de la Mota.

Cuando la princesa Isabel es reconocida como heredera del trono de Castilla por el Tratado de los Toros de Guisando, recibe varios señoríos, entre ellos la villa de Medina del Campo. La donación se hizo el 15 de Noviembre de 1.468, e incluía el alcázar, fortaleza y torre de la Mota, pero su enfrentamiento con Enrique IV a causa de su matrimonio con Fernando de Aragón, hace que Isabel no disponga de estos señoríos ni del castillo, cuya tenencia detentaba el Arzobispo Fonseca. En ese tiempo, año de 1,470, se firmaron en el castillo de la Mota, las Capitulaciones matrimoniales de doña Juana la Beltraneja con el duque de Guyena.

Al fallecer el Rey y el Arzobispo Fonseca, en 1.474, volvieron las luchas entre la guarnición del castillo y los habitantes de la villa, que a todo trance, por armas o por tratos, querían posesionarse de la fortaleza para derribarla, ya que veían en ella un peligro constante para su tranquilidad y para el comercio pujante del lugar. Para ello llamaron en su auxilio al terrible Alcaide de Castronuño y cercaron el castillo, pero el duque de Alba con sus gentes, disperso a los sitiadores tomando la fortaleza en tercería hasta que los de Medina indemnizaran a los Fonseca de los graves daños que habían causado.

En 1.475 llegaron a Medina del Campo los reyes Isabel y Fernando, después de ser coronados en Segovia, siendo recibidos con entusiasmo por los de la villa, y enterados de las luchas habidas entre estos y los del castillo demandaron al Duque de Alba, que iba con ellos, la Mota de Medina que teniala é luego gela entregó, con el deseo de servir a los nuevos soberanos, en la persona de Gutiérrez de Cárdenas. Bajo la custodia de este Alcaide y la de su mujer, doña Teresa Enríquez, aquella famosa Loca del Sacramento, dejaron en la Mota a la princesa Isabel, heredera de la Corona.

Al tomar posesión del castillo los Reyes Católicos no duraron en emplear toda la tecnología conocida y el dinero necesario para convertir la Mota en el mejor castillo artillero europeo en la modalidad denominada de transición.(Cobos, E., 1993:4).

Durante las obras de fortificación y embellecimiento del castillo mandaron labrar sus blasones sobre la puerta de la muralla. Allí están las armas de Castilla y León, de Aragón y de Sicilia, la empresa monta tanto tanto monta y debajo de ella una cartela con los nombres ELIZABETH y FERDINANDUS, con la divisa del nudo gordiano, yugo y flechas.

En una Cédula dirigida al Concejo de Segovia, en septiembre de 1.479, ordenaban los Reyes que no se cobrasen tributos ni sisas de las maderas que se sacaran para las obras de la Mota. En dicha Cédula citan a Alonso Nieto vecino de la noble villa de Medina del Campo nuestro obrero mayor de las obras que nos mandamos facer e deficar en la Mota e fortaleza de la dicha villa... Con seguridad puede hablarse de la intervención del herrero Maestre Hernando y de dos alarifes árabes. El Maestre Abdallah y el Maestre Ali de Lerma, este señalado como ingeniero podria ser el responsable de la construcción del foso y de la barrera, etc.

El castillo no fue sólo escenario de revueltas, también fuer archivo e la corona por orden de Juan II y de Enrique IV, qye mandaron reunir en sus salas todos los documentos del Patrimonio y Corona Real a los que se unieron otros por Cédula de 15 de febrero de 1485. Más tarde fueron trasladados a Simancas por orden de Carlos V.

Encerrada en sus estancias estuvo la desgraciada y loca de amor doña Juana, hija de los Reyes Católicos, (nacida en Toledo el 6 de noviembre de 1.479, a los 17 años contrajo matrimonio con Felipe de Habsburgo, que tenia 18. Los síntomas de locura, que había heredado de su abuela materna Isabel, se agravaron por el amor que sintió por su marido y por los celos provocados por la irregular y veleidosa conducta del rey, ello la valió el sobrenombre de la Loca ), que con insistencia manifestaba su deseo de ir a reunirse con su marido a Flandes. Cuando la reina Isabel envió desde Segovia, donde se encontraba enferma, al secretario Pedro de Torres con una larga carta en la cual prometía disponer su marcha cuando el mar se abriese a la navegación, entendió doña Juana que bajo tales promesas se escondía el engaño y la negativa, a grandes voces, anuncio que estaba dispuesta a emprender el viaje contra toda prohibición. El Obispo de Córdoba, Juan de Fonseca, ordenó retirar todas las caballerías, al ver a la Princesa abandonar sus aposentos sin llevar mas que ropa ligera, pese a lo avanzado de la estación, e hizo cerrar las puertas de la barrera para impedir que emprendiese la marcha a pie. La crisis estallo entonces con inusitada violencia: doña Juana se aferró al muro, y permaneció casi inmóvil, incluso en la helada noche de fin de otoño, sin hablar ni comer durante mas de veinticuatro horas. Cuando la tensión de nervios cedió, sus servidores pudieron instalarla en una cocina de la misma muralla que utilizaban para calentarse los soldados de guardia; ella se negó en redondo a volver al castillo porque confiaba en que al abrirse la puerta de la muralla tendría ocasión de huir.

El mayordomo mayor, don Enrique Enríquez y el Cardenal Cisneros acudieron inmediatamente a la Mota sin conseguir calmarla y, hasta que no llego la reina Isabel no lograron que volviese a sus aposentos, para la reina esto fue un rudo golpe reconociendo el estado de su hija Juana "Y entonces ella me habló tan reciamente, de palabras de tanto desacatamiento y tan fuera de lo que hija debe decir a su madre, que si yo no viera la disposición en que ella estaba, yo no las sufriera de ninguna manera". Estas circunstancias, junto con el quebranto de la salud de la reina Isabel, irreparable desde el verano de 1.504, y con el telón de fondo de una grave crisis que azotaba las tierras peninsulares por aquellas fechas, hizo que sintiéndose gravemente enferma, el 12 de octubre de 1.504, en el Palacio Real Testamentario, la reina Isabel dicto al secretario Fernando Gaspar de Gricio su testamento, al cual añadiría un codicilo el 23 del mes siguiente, solo tres días antes de su muerte.

El día 26 de noviembre de 1.504, la Reina Isabel la Católica fallecía en el Palacio Real Testamentario a los 53 años de edad, y Fernando renunciaba al titulo de rey de Castilla que había ostentado desde 1.474, pero de acuerdo con el testamento de Isabel, adquiría el de gobernador en ausencia de su hija Juana, que se había vuelto a reunir con su marido en la corte de Flandes.

           El castillo no fue solo escenario de revueltas, también fue Archivo de la Corona por orden del rey Juan II, y de Enrique IV, que mandaron reunir en sus salas todos los documentos del Patrimonio y Corona Real a los que unieron por Cédula de 15 de febrero de 1.485. Mas tarde fueron trasladados al castillo de Simancas por orden de Carlos V. Sin embargo el castillo de la Mota no es menos famosos por sus hechos militares que por sus ilustres prisioneros, ya que fue prisión de Estado a partir del siglo XVI, y en el estuvieron el Duque de Calabria, don Fernando, hijo del rey Fabrique de Nápoles, preso en Tarento por el Gran Capitán en 1.502 y traído a España como rehén, cuando recibió la noticia de la muerte de su padre perdiendo las esperanzas de ceñir esta Corona. Pero tal vez el prisionero mas pintoresco de todos los que encerró el castillo fue Cesar Borgia, el llamado Duque Valentino, intrigante personaje de la agitada vida política del final de la Edad Media y comienzos del Renacimiento, y a quien el Gran Capitán hizo prisionero en Nápoles, enviándole primero al castillo de Chinchilla, en la provincia de Albacete, de donde intento escapar mediante una estratagema, no sin antes querer arrojar por las almenas a su alcaide y guardián, don Gabriel de Guzmán, quien se libro de muerte segura gracias a su agilidad y fortaleza. Tras el fallido golpe, el rey Católico ordeno su traslado al castillo de la Mota, custodiado esta vez por el alcaide don Gabriel de Tapia. Pasado un tiempo de rigurosa prisión, aunque propia de un personaje de su alcurnia, maquina una nueva fuga con la complicidad exterior del Conde de Benavente, don Rodrigo Alonso Pimentel, enemigo del Rey Católicos y las ayudas interiores del capellán y algunos criados. La noche del 25 de octubre de 1.506 se descolgó mediante sogas de la Torre del Homenaje, la soga no alcanzaba al suelo de forma que el ultimo tramo hubo que salvarlo saltando, Cesar quedo magullado, otro criado que lo seguía se deslomo del golpe, tuvieron que dejarlo atrás y fue ahorcado al día siguiente. En unión del Conde de Benavente, llegaron en secreto a Villalón, allí se oculto unos días, (Se ofrecían diez mil ducados por su captura), luego pasaron a Santander para eludir el cerco que el rey Católico había dispuesto para su captura. Desde allí paso a Navarra, cuyo rey Juan de Albrit era hermano de su esposa francesa Carlota.

El castillo además de ser prisión también fue parque de artillería con los Reyes Católicos y el Cardenal Cisneros, y por este motivo durante la guerra de las Comunidades el castillo sufrió daños porque el Alcaide no quiso entregar las armas que se custodiaban en la fortaleza. Cuando Carlos V. quiso tener a buen recaudo el rescate de Francisco I, hecho prisionero en la batalla de Pavía,( 23-24 de febrero de 1.525, donde los franceses sufrieron una estrepitosa derrota que les costo mas de 8.000 muertos), que ascendía a un millón doscientos mil escudos de oro y la milagrosa flor de lis, lo mando al castillo de la Mota de Medina, bajo vigilancia de Álvaro de Lugo. Don Diego Hurtado de Mendoza estuvo preso en el castillo de la Mota por orden de Felipe II, por una reyerta que tuvo con don Diego de Leiva, ante la cámara en la que estaba agonizando el príncipe don Carlos. Cumpliendo el mandato real, don Diego llego a la fortaleza el 4 de septiembre de 1.568. Le acompañaban dos criados, Juan de Luzuriaga y Juan de Anguera, siendo recibidos por el Alcaide Alonso Nieto. Hernando Pizarro estuvo preso en el castillo durante mas de veinte años por la causa seguida a él y a su hermano por la muerte de Almagro en la conquista de Perú. En 1.579 estuvo preso don Fabrique de Toledo, marques de Coria, por desacato a doña Magdalena de Guzmán, y don Antonio Álvarez de Toledo por desobediencia al rey Felipe II al contraer matrimonio sin su licencia.

Se conservan dos despachos en Simancas de 26-12-1.591 y 2-1-1.592, que demuestran la decadencia del castillo. están escritos por Diego del Solar y Solórzano, que debía de tener el castillo por el duque de Maqueda. En ellos se expone a Vázquez de Salazar, Secretario de cámara de Felipe II, las dificultades para dar aposento en la Mota al preso que traen de Aragón y personas que con el vinieren por estar algo de ello mal reparado, y toda vez que como es casa tan antigua cada día ay mas mal, y se advertía que sea mirado con mucho cuydado puertas y rrejas, y se allá que si no son las principales de la fortaleza las de mas es necesario ponerlas, y los marcos de las rrejas están podridos de manera que con facilidad se podrían arrancar. Tanto se acentuaban los signos de ruina que en tejados y aposentos se llueben como si no ubiera tejado y en el mismo día del escrito se a undido con las demasiadas aguas un pedazo de corredor por donde se iba a la capilla a oir misa lo cual no se podrá hacer si no se remedia, que no es poca importancia para el preso y para los demás que obviáramos de estar en su guarda. El preso al que se referían estos escritos era don Luis Jiménez de Urrea, conde de Aranda, complicado en el proceso de Lanuza y de Antonio Pérez.

Uno de los últimos personajes que habitaron el castillo en calidad de prisionero fue el marques de Sieteiglesias, don Rodrigo Calderón, famoso por su orgullo al ir al cadalso.

El paso del tiempo despojó al castillo de su importancia defensiva, al lograrse la definitiva unidad de España. Fue decayendo, se convirtió en arsenal de materiales, los muros se agrietaron, desmocharonse las almenas y aunque en pleno siglo XVII, hubo un intento de consolidación en el que Manuel de Vega, maestro de obras, toma a su cargo los reparos de la fortaleza, ya muy maltrecha, esta acabo por arruinarse. En el año 1.782, se concedió el titulo de Alcaide de la Mota por el Rey al duque de Sesa y de Maqueda, y hasta muy avanzado el siglo XIX, ejerció como tal don Ramón del Canto Berceruelo, hijo de la villa de Medina. Después de la ultima restauración hecha en 1.939, por medio de un decreto de fecha 29 de mayo de 1.942, el castillo se convirtió en la Escuela Superior de Formación de la Sección Femenina. En 1.977, al disolverse la Secretaria General del Movimiento, el castillo de la Mota fue cedido al Ministerio de Cultura, adscribiéndose a la Junta Coordinadora de Actividades Establecimientos Culturales. Últimamente fue transferido a la Junta de Castilla y León por medio del Real Decreto 3.298/1.983 de 2 de noviembre. En la actualidad depende de la Conserjería de Cultura y Turismo.

castillo de la Mota, surge luminoso en las noches serenas de la recia Castilla, orgulloso de su pasado histórico, de su altiva y sin par Torre del Homenaje, de su erizada barrera artillera envidia de todas las fortalezas Europeas, retando al tiempo pasado y futuro, con su aspecto de inexpugnable fortaleza y su fina y artística silueta mudéjar.

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