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VILLALAR DE LOS COMUNEROS

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Castilla y León / Día de la Comunidad: Castilla y León recuerda la derrota de los Comuneros en 1521 frente a las tropas del rey en el Día de la región

De izqda a decha, el presidente de las Cortes de Castilla y León, José Manuel Fernández Santiago (i), el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera (c) y el alcalde de Villalar de los Comuneros, Félix Calvo Casasola (d), esta mañana en Villalar
De izqda a decha, el presidente de las Cortes de Castilla y León, José Manuel Fernández Santiago (i), el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera (c) y el alcalde de Villalar de los Comuneros, Félix Calvo Casasola (d), esta mañana en Villalar

Villalar de los Comuneros (Valladolid), 23 abril La llegada de la corte flamenca de Carlos I y las revueltas contra los señores supusieron un hito en la lucha por la libertad.

Castilla y León celebra hoy su Día de la Comunidad en una jornada en la que permanece vigente el recuerdo de la derrota de los Comuneros, encabezados por Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, frente a las tropas del rey Carlos I de España y V de Alemania el 23 de abril de 1521 en la localidad vallisoletana de Villalar de los Comuneros.

La derrota del 23 de abril supuso la caída de la sublevación comunera ya que los tres dirigentes fueron posteriormente ajusticiados, pero para el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, Julio Valdeón Baruque, en esta fecha no sólo se conmemora la batalla "porque este acontecimiento ha dejado una huella muy profunda a lo largo de los siglos en la mentalidad de las gentes de Castilla y León y de toda España".

Valdeón Baruque, en declaraciones a Europa Press, recogidas por CERES TV apuntó que prueba de la importancia de este acontecimiento histórico es la cantidad de testimonios del XVIII y XIX que hablan de ello como si hubiera sido un hecho decisivo.

"En Villalar Castilla perdió la libertad", afirmaba ya un personaje en el siglo XVIII, al igual que posteriormente lo hicieron Martínez Marina en las Cortes de Cádiz, quien aludió a la derrota de la "lucha por la libertad de los Comuneros", y el presidente de la I República Española, Pi y Margall, quien dijo que Castilla fue entre las naciones de España "la primera que perdió sus libertades".

La repercusión de la victoria de las tropas del rey sobre los Comuneros se pone de manifiesto también en el elevado número de calles que hay en muchas ciudades dedicadas a los tres líderes o en el monumento que acoge la propia localidad de Villalar de los Comuneros "y que ha dejado un recuerdo permanente de una derrota de los sectores populares que lucharon por la democracia y la libertad y contra el autoritarismo regio".

DESEO DE CONTROL DE LA ALTA NOBLEZA

Julio Valdeón Baruque
Julio Valdeón Baruque

Los inicios del movimiento comunero han dado lugar a gran cantidad de debates historiográficos, aunque lo que sí se sabe es que comenzó en núcleos urbanos "porque desde la Baja Edad Media había una presión de la alta nobleza -los Grandes de España-, que quería controlar las ciudades y hay noticias de conflictos en Toledo, Burgos, Badajoz, Segovia".

Esas tensiones son, para muchos historiadores, el precedente de un conflicto que comenzó con la sublevación en Toledo y que luego se propagó a Segovia, Medina del Campo o Salamanca. Así, los líderes del movimiento, considerados oligarcas urbanos, contaron con la ayuda de gente del pueblo y campesinos, por lo que para algunos cronistas de la época los comuneros fueron "la confusa multitud del pueblo".

Por el contrario, el historiador francés Joseph Pérez, autor de la obra "La Revolución de las Comunidades", afirmó que el movimiento comunero fue un hito en la lucha por la libertad de los seres humanos.

LA LLEGADA A ESPAÑA DE CARLOS V

El contexto histórico sitúa en un lugar privilegiado al monarca Carlos I de España y V de Alemania, recién llegado a Castilla, quien estaba entusiasmado por la aspiración de construir el imperio y coronarse como emperador.

"El venía acompañado de todo un conjunto de flamencos a los que se dieron cargos, como a un niño al que le nombraron arzobispo de Toledo, y actuaban en plan soberbio y dictatorial", señaló Valdeón Baruque, quien destacó el posterior cambio de actitud del monarca, de quien se dice que aceptó algunas de las propuestas de los Comuneros "y que terminó siendo más castellano que otra cosa pese a que al principio era un extranjero".

El historiador recordó que en las revueltas contra la nobleza siempre se mantuvo una defensa férrea de los reyes "porque una cosa era protestar de un autoritario señor y otra de los reyes, y hay que recordar el ejemplo de Fuenteovejuna, que después de matar al comendador gritaban vivas a favor de Isabel y Fernando".

El tema de los Comuneros, a juicio de Valdeón Baruque, ha sido siempre muy atractivo para los estudiosos de la Historia, y aún perdura su recuerdo. "A veces uno escucha que la festividad debería de ser el 30 de mayo día de San Fernando, cuando se unieron los reinos de Castilla y León aunque siempre ha tenido más impulso el tema de los Comuneros".

"NO ES NEGATIVO CELEBRAR UNA DERROTA"

La celebración de una derrota no es para el catedrático Julio Valdeón algo negativo porque, recordó, Cataluña celebra también una derrota -la Diada- y, a nivel europeo, Kosovo conmemora su derrota frente a los turcos.

"No es negativo que se celebren derrotas si ésta está situada en el plan progresista de defensa de las libertades y de avance hacia la democracia", concluyó.

Por su parte el alcalde de Villalar de los Comuneros, Félix Calvo Casasola, que es uno de los más veteranos de España con 48 años y cinco meses de mandato a sus espaldas, cuenta con una amplia visión de la celebración de la festividad del 23 de abril.

Su dilatada carrera al frente del Ayuntamiento de Villalar le permite recordar que la celebración de la fiesta empezó con unos años de gran ilusión y expectación "y después, desafortunadamente, fue degenerando y concretamente en todos los años 80 y algunos de primeros de los 90 fueron casi malditos porque no se veía nada que fuera alegría o diversión, sino al contrario, todo eran reyertas, provocaciones, persecuciones de la Policía contra los manifestantes".

La llegada de los 90 supuso una mejora en la fiesta, en palabras de su alcalde, porque además desde aquel momento "las cosas han ido a mejor cada vez más y afortunadamente llevamos varios años en los que esto se ha modificado totalmente y ahora está tranquilo".

EXPOSICIÓN Y MONUMENTO HOMENAJE A LA BATALLA

Asimismo, la fiesta de Castilla y León de este año culminará con la inauguración en Villalar de una exposición dedicada a los Comuneros y de un monumento conmemorativo de la batalla.

"Cualquiera podría preguntarse cómo después de casi 500 años no había un monumento a la batalla de Villalar, por lo que tengo que decir que nunca es tarde si la dicha es buena", apuntó el veterano regidor de la localidad, quien recordó que la batalla se perdió el 23 de abril mientras que el obelisco que preside la plaza del Ayuntamiento, donde las formaciones políticas realizan cada año la tradicional ofrenda floral, conmemora el ajusticiamiento de Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado.

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29-04-04- Aquel alzamiento, hoy generalmente llamado de los "comuneros de Castilla", es causa también de muchas confusiones en el estudio de la historia castellana. Según unos autores, aquello fue una explosión nacionalista; según otros, un movimiento social; para otros más, un estallido de contiendas entre nobles y de éstos con la corona...

Y de todo hubo realmente en aquella revolución -la primera de carácter moderno en España y, probablemente, en Europa, según dice en muy interesante estudio Maravall, su más reciente investigador -.

El embrollo proviene en gran parte de confundir países, pueblos e instituciones, como si los reinos de Castilla, León, Toledo, Galicia, etc. formaran un estado homogéneo. Ferrer del Río, en un trabajo sobre la historia de aquel levantamiento publicado en 1850, percibe ya la complejidad de tales acontecimientos: «Sin que redundara en provecho de ellas (dice, refiriéndose a las comunidades levantadas) hubo además trastornos en Galicia.

Badajoz y Cáceres se agitaron también por aquel tiempo; mas como el elemento popular estaba poco desarrollado en Extremadura, su levantamiento vino a ser una lucha entre nobles; lo mismo que en Anclalucía, donde Úbeda, Jaén, Baeza y Sevilla fueron teatro de sangrientas escenas promovidas por los bandos de Carvajales y de Benavides, de Ponces de León y de Guzmanes.

Ningún apoyo directo sacaron las ciudades castellanas de la convulsión de las poblaciones extremeñas y andaluzas; tampoco salió de ellas robustecido el poder del trono, porque en los disturbios de los magnates no se trataba de obedecer, sino de quién había de mandar, y así la autoridad real perdia y el pueblo no ganaba, Y es cierto que, predominando la independencia feudal entre los andaluces y extremeñas, alzados los castellanos en defensa de sus fueros municipales, pudo decir exactamente un contemporáneo de aquellas turbaciones que desde Guipúzcoa hasta Sevilla no se encontraba población donde fuese acatada la voz de Carlos V.» Párrafo lleno de interés sobre el cual Carretero y Nieva advierte que Ferrer del Rio confunde - como es general- comunidades y municipios, y que es preciso extender a todo el territorio leonés sus agudas observaciones sobre Andalucía y Extremadura, que son la prolongación por el sur de España de la constitución social y política del reino de León, Por ello, porque en León -naturalmente que con Asturias y Galícia- el elemento popular tenía poca fuerza, aunque más que en Andalucia y Extremadura, las cosas se desarrollan allí como en estos países.

En León la lucha es en gran parte una contienda entre Guzmanes y Lunas; en Zamora, donde el obispo toma parte con ardor, se manifiestan las rencillas de éste con la casa de Alba de Aliste; en Valladolid, las rivalidades entre el conde de Benavente, Girón y el Almirante; Palencia, incluso los vecinos de la ciudad, luchan a favor de los imperiales porque su señor, el obispo, es partidario del emperador; y con éste van los vasallos del de Benavente, del de Alba de Aliste, etc.; de manera que el ejército vencedor en Villalar estaba compuesto principalmente por vasallos de los señoríos leoneses, sin la tradición de libertades y el gusto consiguiente por el ejercicio de ellas tan arraigado en castellanos y vascos.

Unicamente en Salamanca y Medina del Campo el movimiento presenta carácter democrático dentro del reino de León; en aquélla, probablemente por la herencia de la vieja comunidad y acaso por influjo intelectual de la Universidad; por su condición de importante centro mercantil en Medina -municipio sin comunidad con otros-, que tiene mucho trato comercial y algunas semejanzas con las ciudades hanseáticas, y un marcado prurito de independencia burguesa que se expresa en el lema de su escudo: «Ni el rey oficio, ni el papa beneficio.» Donde el movimiento se manifiesta claramente contra el imperio, por la democracia comunera y la autonomía -sigue comentando Carretero y Nieva- es en Castilla y el País vascongado.

En Madrid y Segovia -verdaderas comunidades-, la rebelión es profundamente popular y la solidaridad puede decirse que unánime, hasta el punto de pasar por alto viejas desavenencias -como la reclamación de ambas por el sexmo de Manzanares, que conservaba en su poder el marqués de Santillana- en aras de la unión que las circunstancias exigen.

El carácter político del alzamiento de Toledo lo señala el cardenal Adriano de Utrecht en una carta a Carlos V en la que le informa que los de Toledo cada día se afirman más en su pertinacia por gobernarse en libertad, a la manera de Génova y de otras ciudades de Italia; que no quieren obedecer a las autoridades reales y tratan de inducir a lo mismo a otras ciudades con las que están confederados; y que han ofrecido socorro a los de Segovia, como también lo ha hecho Madrid. Muy fuerte es el movimiento en Álava y Guipúzcoa.

Las tropas alavesas son las más disciplinadas de las que se enfrentan al emperador; pero los fines políticos están mejor definidos por los guipuzcoanos. También secundan el alzamiento las Merindades de Castilla la Vieja en la Montaña de Burgos. En resumen: la revolución llamada de las Comunidades de Castilla -que no fue exclusiva de ésta ni de sus comunidades- tuvo carácter nacional, democrático y comunero en Castilla propiamente dicha y el País vascongado; fue un intento de abrirse paso la incipiente burguesía mercantil en Medina del Campo; un alzamiento político contra el cesarismo en Toledo; y un estallido de contradicciones entre clases privilegiadas y parcialidades en la mayor parte del resto del país alzado.

Rafael Enríquez de Navarro

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